Carlos González y el recuerdo del histórico ascenso con Unión en 1989

La pasión en el fútbol no conoce de límites, no existe una explicación racional para entender ese exorbitante afecto que un fanático siente por sus colores. Es por eso que cada pequeño pueblo es un mundo mismo en el cual un sencillo resultado puede cambiar el estado de ánimo. Máxime aún si se trata del clásico, el duelo de las opciones que dividen a una ciudad.

Al afirmar que el fútbol se siente de la misma manera en un torneo de liga que en la elite, porque las lágrimas de felicidad o de tristeza tienen el mismo sabor en los polos, también afirmamos que ese duelo mano a mano del cual hacíamos mención, tiene un valor inconmensurable. Valor que sube a la estratósfera si se trata de una definición que cambiará el curso de los tiempos.

Por estas tierras contamos con alguien que vivió en carne propia momentos de tales particularidades, que fue testigo y protagonista. Importante protagonista: Carlos Alcides González. Pero no nos referimos a algún duelo de Seguí o Crespo, donde supo destellar fútbol, sino a uno de la vecina provincia. Nos vamos a centrar en Unión-Colón de 1989 y el histórico ascenso del Tatengue a Primera División. Aquel octogonal es recordado cada año por sus hinchas, claro está que no es solamente por haber obtenido esa posibilidad de llegar al fútbol grande, sino por haber dejado de rodillas a su adversario de toda la vida. El Tate vivió muchos ascensos, pero no como ese en especial. Esto porque en el fútbol celebramos el éxito de nuestro equipo, pero si el derrotado es aquel rival de la otra cuadra, lo disfrutamos desequilibradamente.

El equipo en la segunda final. Arriba, Humoller, Passucci, Altamirano, Tognarelli, Mauri y Tomé. Abajo, Dante Fenández, Carlos González, Echaniz, Rabuñal y Madelón.

Fue el 29 de julio de 1989. Los de Unión lo recuerdan con precisión, los de Colón prefieren no recordarlo. Están quienes lo vivieron y están aquellos a quienes se lo contaron para que ese momento único se transmita de generación en generación.

UN MOMENTO ÚNICO: Carlos González (o sencillamente Carlitos para sus amistades) se sumó a Unión en 1987 proveniente de Atlético Rafaela. El elenco santafesino estaba en Primera A y sufrió el descenso en 1988 tras un desempate con Racing de Córdoba en la mismísima Bombonera. Dejaba la categoría tras 13 años de continuidad, pero en la temporada 1988/89 tuvo su revancha con un sabor único. En charla con El Observador, el seguiense (crespense por adopción, dicen), contó aquellas finales que se ganaron un lugar en la eternidad.

“Yo jugaba de 9 y al principio no era titular. En mi posición estaban, entre otros, Alberto Beto Acosta. Después, Humberto (Zuccarelli, el DT) me puso de volante por derecha y allí comencé a jugar de titular. Era un mediocampista con mucha llegada arriba, me gustaba atacar, ir hasta el área”, recuerda.

– ¿Cómo se fue armando el equipo que terminó ascendiendo?

– Se fueron muchos jugadores históricos que había en Unión. Luego se fueron sumando nombres como Pepe Castro y Pasucci, era otro equipo, distinto y no se hizo una buena primera rueda. Con el correr de los partidos, junto con la llegada de Madelón, se fueron acomodando las piezas y tuvimos una gran segunda rueda. Hubo reuniones, cambio de equipo y Humberto le encontró la vuelta al funcionamiento.

– ¿El objetivo del club era el ascenso?

– Se hizo un equipo para volver enseguida a Primera División, pero al tener una rueda muy mala empezaron las dudas.

Carlitos tuvo un partido soñado en la final de ida en cancha del Sabalero.

¿Cómo fueron los días previos a la final con Colón?

– Hubo mucha ansiedad. En el camino de las llaves del octogonal se podía dar o no con Colón, ya que el campeón había sido Chaco For Ever y nosotros peleábamos el segundo ascenso. El equipo venía bien y los dos fuimos avanzando hasta que llegó esa posibilidad de jugar cara a cara. Cuando eso pasó, la ciudad era un hervidero, prácticamente en la calle no podíamos andar, uno te puteaba y otro te alentaba. También hay que decir que eran otros tiempos, en los dos partidos, cancha de Colón y Unión, hubo hinchada de los dos equipos y no pasó nada extraño. Y eso que se trataba de una final, sin embargo no hubo la violencia que se vive actualmente. En estos tiempos esa final no se podría haber jugado de la manera que se jugó. Si bien había mucha euforia y una revolución, no era la locura con la que se vive hoy.

– El primer partido fue de visitante. ¿Qué hizo Zuccarelli para darles una motivación extra?

– Hubo una idea del cuerpo técnico de armar un video. Sin que supiéramos, fueron casa por casa para grabar un saludo especial de un familiar, muy emotivo. Estábamos en el vestuario de la cancha de Colón, terminó la charla técnica, se apagó la luz y apareció el televisor con ese video. Fue impresionante.

– En la cancha tuvieron un buen partido.

– Ganamos 2-0, hicimos un partido muy bueno, jugamos bien y fuimos superiores a Colón incluso con 10 hombres porque lo expulsaron a Pepe Castro. El equipo mostró una gran personalidad, un buen juego y pudimos plasmar en la cancha lo que habíamos planificado.

Carlos González llegó como delantero. No tenía continuidad hasta que Zuccarelli lo puso como volante por derecho donde sobresalió.

– Fuiste la figura…

– Me tocó jugar bien y me dieron un trofeo por parte de la revista Sólo Fútbol. El árbitro del partido fue Pancho Lamolina y me pidió la camiseta, un tipo muy futbolero de esos jueces que ya no hay. Tenía un vocabulario futbolero en la cancha, con un trato correcto y entendía bien el juego. Hoy es diferente. Recuerdo que le di la camiseta pero no era como ahora que se regalan en todos los partidos, en ese tiempo se lavaban y se guardaban. Tuve un buen partido pero en realidad el equipo completo jugó bien. 

– ¿Cómo fue la revancha?

– Fue un partido más peleado, nos defendimos bien ya que Colón se tenía que jugar el todo por el todo. Con el correr de los minutos se fue haciendo un encuentro cerrado y veíamos que Colón no podía prácticamente lastimarnos. Después, sobre el final, llegó el gol de tiro libre de Leo (Madelón) y sentenció la historia. Fue un partido distinto al que se jugó en cancha de Colón.

LA LEYENDA: Unión finalizó tercero en la tabla de posiciones con 52 puntos, por debajo de Chaco For Ever (54) y Lanús (53). Al Octogonal también clasificaron Almirante Brown, Huracán, Colón, Belgrano de Córdoba, Defensa y Justicia, Talleres de Remedios de Escalada y Deportivo Italiano.

En su camino hacia el ascenso, el Tate venció a Italiano (2-1 y 2-2); a Alte. Brown (2-0 y 3-0) y a Colón (2-0 y 1-0).

Con el paso del tiempo, aquel triunfo se fue convirtiendo en leyenda, pasó a tener tintes épicos por haber dejado en el camino al adversario de siempre. “Terminó el segundo partido y dimos la vuelta olímpica, comimos algo y me fui para Seguí, era soltero y vivía ahí. Primero pasé por Crespo porque estaba de novio con Nora y cuando llegué a Seguí la gente me estaba esperando en la ruta”, recuera Carlitos. “Esa final quedó en la historia porque se logró contra el eterno rival. Unión vivió otros ascensos, incluso perdió una final en Primera con River, pero ese ascenso es muy recordado y reconocido por todos. Cada año se revive ese momento. Quedamos en la historia del fútbol santafesino”, resalta.

Precisamente el año pasado, al cumplirse 30 años del hecho, Unión homenajeó al plantel con la entrega de una remera con el número 89.

– ¿Tenés contacto con los jugadores de aquel equipo?

– Con Leo (Madelón) nos cruzamos siempre, con algunos que son técnicos hay contacto telefónico y esta cuarentena sirvió justamente para eso. El Potro Echaniz (Gustavo) armó un grupo de Whatsapp y estamos casi todos. Recordamos y nos ponemos al día de nuestras vidas.

Homenaje al cumplirse 30 años

– ¿Cómo era Zuccarelli como DT?

– Muy identificado con el estilo de Estudiantes de La Plata. Era meticuloso, detallista. Lógicamente le gustaba el buen juego, siempre en este país se sellan a los técnicos si sos ofensivo o defensivo, pero él era buen técnico y le gustaba que sus equipos hagan un buen juego. Con Humberto me crucé cuando me fui a Chile y también cuando jugué en Huracán de Corrientes porque él era el DT. Tiempo después, cuando ya dirigíamos con Gustavo Alfaro, nos volvimos a encontrar en Quilmes (secretario técnico) y luego en Arsenal (ayudante de campo).

EL CAMINO: La primera rueda, tal como se indicara más arriba, terminó con Unión navegando en posiciones de intrascendencia. Para la segunda mitad se sumó a Leonardo Carol Madelón que había quedado libre de San Lorenzo. Tras perder con Atlético Tucumán como visitante, comenzó una tremenda racha de imbatibilidad hasta el ascenso mismo. Tognarelli; Altamirano, Tomé, Mauri y Humoller; González, Passucci, Rabuñal y Madelón; Castro y Echaniz era la formación que se empezaba a recitar de memoria. Unión salió tercero en ese torneo, con una remontada espectacular.

Para aquellas dos finales ante Colón, el Tate concentró en Paraná. Cuando le preguntaron por aquel entonces a Zuccarelli cuál había sido el jugador de mayor crecimiento, no dudó en responder: “Carlos González”. Era delantero y lo puso de volante por derecha. Él y Rabuñal eran dos sostenes de lujo para un luchador incansable como Passucci. Pero el que le cambió la historia al equipo fue Madelón, que no sólo se transformó en figura, sino que después fue el 10 de Unión en Primera y un estratega fenomenal, indicó El Litoral.

La primera final dejó a Unión a las puertas del ascenso de categoría. Fue 2-0 de visitante, con los goles de Altamirano y Echaniz. La revancha del inolvidable 29 de julio de 1989, para la gente de Unión, no fue otra cosa que advertir lo que lógicamente se debía dar: la diferencia entre un equipo que había mostrado superioridad, que llegaba más entero y que daba una imagen de solidez casi inexpugnable.

Ese 29 de julio de 1989, fue una tarde de sábado nublada y fría. El Tate la calentó con un festejo que aún da vueltas en la retina y la memoria de sus hinchas. Allí estuvo un representante de estas tierras, Carlos González, siendo protagonista y dejando su nombre en la historia del fútbol santafesino.

Por Mauricio Jacob

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