Una mujer pudo conocer a sus hermanos tras permanecer más de 30 años separados

Una mujer adoptada de 32 años pudo reconstruir su identidad biológica y conocer a tres de sus siete hermanos gracias a la intervención del Programa sobre Derecho a la Identidad de la Defensoría del Pueblo de la Nación, que cada año inicia 400 investigaciones a pedido de personas que buscan saber sus orígenes y que el año pasado hizo posible 25 de estos reencuentros, se informó hoy.

“Les pedí mil veces que me vuelvan a contar la historia porque es mucha información de golpe para asimilarla”, contó Andrea Valente, la mujer de 32 años que ayer se reencontró con tres de sus hermanas, cuñados y varios sobrinos en las oficinas de la Defensoría del Pueblo de la Nación.

Andrea explicó que a los 7 años supo por boca de sus padres adoptivos -ambos ya fallecidos- que no era su hija biológica, pero fue recién en 2010, cuando ya tenía 18, que inició una búsqueda personal que sólo empezó a producir resultados cuando en 2020 se acercó al Programa de la Defensoría.

La primera pista firme fue el certificado de defunción de su madre biológica fallecida en 2018, porque a partir de los datos aportados por la cochería que realizó los servicios fúnebres pudieron dar con un sobrino de la mujer que los puso en contacto con el resto de la familia

Y una de las cosas que más la reconfortaron a Andrea, es saber -a través de ellos- que su mamá “nunca se olvidó” de ella, al punto que bautizó también como “Andrea” a la primera hija que nació después de esa bebé que un juez puso en adopción cuando sólo tenía 6 meses y un grave cuadro de desnutrición, en el marco de una situación familiar de mucha vulnerabilidad.

“Mi mamá, por lo que me dijo mi hermana mayor, se la pasaba orando por mí. Lamentablemente no sabían cómo buscarme. Ahora veo su foto y soy muy igual a ella, no habría forma de negar que soy su hija”, contó.

La jefa del área de Identidad y Ciudadanía a la que pertenece el Programa Derecho a la Identidad, Soledad Pattané, explicó que esta iniciativa lleva “más de 20 años funcionando”.

Se inició “a raíz de un convenio originalmente que se hizo con Abuelas de Plaza de Mayo” en virtud del cual la Defensoría tomaría los casos de personas “que dudaran de sus orígenes biológicos pero cuyos nacimientos se hayan producido fuera del período de la última dictadura cívico militar”, mientras que la organización presidida por Estela de Carlotto “tomaba los casos de personas a las que les fue sustraída su identidad durante esa época”.

“Tenemos distintos tipos de buscadores: por un lado personas a las que le ha sido sustraídas su identidad, que con el transcurso del tiempo se enteran de que no son hijos biológicos de quienes los criaron, pero que tampoco ha habido un proceso de adopción en el medio”, dijo.

“Tenemos otras personas adoptadas legalmente que quieren conocer sus orígenes biológicos y, por último, madres que denuncian que le fueron sustraídos sus hijos al nacer y quieren encontrarlos”, apuntó.

“En cada uno de los casos las investigaciones por supuesto son distintas y apuntamos a diferentes cosas”, añadió.

Pattané explicó que en los casos donde se presume la comisión de un delito -ya sea venta, robo o sustracción mediante engaños u otros- no es necesario haber efectuado la denuncia judicial para solicitar la intervención de la Defensoría a través de este programa.

“Los del primer grupo son casos muy complejos, donde es muy difícil poder reconstruir los orígenes biológicos porque hay mucho secreto y normalmente la familia (de crianza) tiene una importancia determinante porque ellos son, en definitiva, quienes conocen cómo se llevó adelante toda la operatoria. A los buscadores se los asesora sobre una potencial denuncia contra sus padres registrales para, de esa manera, poder impugnar ese vínculo filial en la Justicia y poder luego hacer una acción de filiación en relación a esos padres biológicos”, dijo.

“Para el caso de las personas que son adoptadas, lo que hacemos es solicitar los expedientes de adopción que nos permitan identificar quiénes son los progenitores biológicos para -de esa manera- poder contactar a esa madre o padre biológico y, en lo posible generar un encuentro o reencuentro siempre y cuando ambas partes lo consientan”, agregó.

Y en el caso de las madres que están buscando a sus hijos “lo que hacemos es recopilar toda la información del antes, del durante y el después del parto” así como cualquier otra documentación “que a futuro les sirva para poder presentarse ante la justicia y hacer las denuncias pertinentes”.

“También tenemos muchos casos de personas a quienes su madre les cuentan que su posible padre ideológico sería tal o cual persona y entonces lo que se viene a buscar es la filiación paterna”, agregó.

Pattané explicó que uno de los mayores obstáculos con los que se encuentran es la muerte y el paso del tiempo porque las personas que buscan a sus madres y padres biológicos “se acerca cuando los padres de crianza ya han fallecido” con lo cual hay una fuente de información con la que no se puede contar, y “toda la investigación empieza 30, 40 y hasta 50 años después de su nacimiento”, dándose en muchos casos la complicación adicional que “podemos estar buscando una persona que también falleció”.

“Ahí, lo que hacemos es tratar de ubicar a los hermanos, si es que tiene hermanos, para de esa manera tener a alguien con quien poder hacer el cotejo de ADN que pueda dar certeza de su identidad”, dijo.

La funcionaria explicó que en los últimos tres años se iniciaron 900 investigaciones, 388 de las cuales corresponden al 2022 tras dos años de mermas en la recepción producto de la pandemia de coronavirus.

“Normalmente tenemos un porcentaje de un 10% de resolución favorable de todos los casos que se presentan. Por supuesto que en su gran mayoría obedecen a personas que tienen un expediente de adopción porque resulta mucho más simple poder encontrar a los padres biológicos”, contó.

A la luz de su experiencia, Pattané asegura que la resolución de los casos de búsqueda de identidad biológica funciona como “un antes y un después” en la vida de los buscadores.

“Saber de dónde viene uno es fundamental para para el desarrollo de una vida plena, y lo que vemos es que en general suelen mantener un vínculo después de esta primera reunión que hacemos en la Defensoría”, dijo.

“Hemos tenido gente que luego nos manda las fotos de cenas de Navidad y todos juntos festejando, como hay personas que tal vez solamente tenían la necesidad de conocer, de poner un rostro y un nombre a su historia y se quedan con eso”, concluyó.Fuente: Télam

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