Viale: Madre venció al alcohol y cuenta su historia

“Aprendiendo a Vivir” es una agrupación sin fines de lucro de Viale, que busca brindar ayuda a personas con problemas de adicción o a familiares de quienes atraviesan la problemática. Su función es de suma importancia en estos tiempos que atravesamos donde la tentación está al alcance de la mano.

Karina es una mamá que sorteó el drama del alcohol y hoy anhela que su hijo abandone el camino de las drogas. En tanto que su marido avanza en el tratamiento para superar ese enorme obstáculo.

Mano a mano con Canal 6 ERTV, contó su experiencia. “Me acerqué al grupo porque mi hijo tenía problemas, mi marido también y una misma lo padecía pero no me daba cuenta. Todo se me venía abajo, mi familia estaba colapsada, mi hijo estaba cada vez peor y todos estábamos muy mal. Fui decayendo cada vez más en la depresión. Tengo a mi hijo que hoy en día no se rehabilita, no lo puedo internar, estamos en la lucha con mi marido quien está en tratamiento para dejar el alcohol. Yo llevo seis años sin beber ni una gota, pero no lo hice sola sino buscando ayuda.

– ¿Cuándo te diste cuenta que necesitabas esa mano?

– A veces es necesario empezar a ver tus alrededores, la familia, tus hijos y demás. A través de eso yo me di cuenta de también yo estaba mal, que era yo la que tenía que cambiar primero para poder levantar a los otros. Tampoco soy yo quien los va a levantar, sino Dios. Me uní a este grupo estando muy depresiva, trabajaba como empleada doméstica y lo único que quería era llegar a casa para tomar, es muy duro, es fuerte decirlo. Estaba hundiendo a mi familia en esa misma depresión y no buscaba ayuda. Cuando vi que mi hijo estaba así, fue muy triste como madre, pero para poder ayudarlo primero debía estar bien yo misma.

El grupo Aprendiendo a Vivir lleva adelante charlas de concientización entre sus actividades.

– ¿Qué fue lo más grave que te tocó vivir en el mundo de la adicción?

– Es no querer levantarse, no querer vivir, no querer saber nada con la vida. No tener fuerzas para nada de nada. No tener ganas de trabajar, de cocinar, de nada. Caes en una depresión tremenda donde lo único que buscas es ese vaso, es esa botella. Gastar lo poco que tenés para beber. Quizás no tenés para comer, pero el dinero lo usás para tomar antes que cualquier otra cosa.

– ¿De qué manera saliste?

– Fui al grupo, comencé con las charlas y me reencontré con Dios. Él fue quien me rescató, aquí en Viale tengo a mi Iglesia Congregacional que me acompaña todo el tiempo. Esto igual es un día a día, paso a paso. La adicción es un problema muy severo donde no resulta sencillo salir. Yo cambié la forma de ver las cosas, de ser más positiva dando gracias por las pequeñas cosas que uno tiene. A mí me apoyó muchísimo el grupo de mujeres de la Iglesia, estar, concurrir a un grupo que te ame, que te contenga, eso es fundamental porque la adicción te lleva a la soledad, cada vez te vas hundiendo más y más.

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