“Veteranos de Malvinas” cuentan vivencias de la guerra

En declaraciones a El Observador y el programa “Fernando Huck Reportajes” de Canal 6 ERTV, los integrantes del “Centro de Veteranos de Guerra de Malvinas-Sede Paraná”, Luis Almeida, Julio Sánchez, Luis Santacruz, Adolfo Rojo, Lino Montanari y Osvaldo Valdatta, quienes brindaron sus desgarradores testimonios, esperando el “Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de las Malvinas”, que se conmemora el 2 de abril:

– ¿En qué lugar estaban y cuál fue la primera reacción al enterarse que tenían que ir a una guerra…?

– (Almeida) Mi función fue trabajar en el área de “Enfermería de Rescate Aéreo y Evacuación” y precisamente en Malvinas, me tocó hacer varios rescates. A los heridos, se los compensaba primero en el hospital de campaña y luego se los trasladaba para tratamientos de mayor complejidad a Comodoro Rivadavia y desde allí, en algunos casos a B. Aires. Llegaban heridos de bala, por misiles, soldados con amputaciones. Las evacuaciones las hacíamos en los aviones Hércules, desde Comodoro Rivadavia a Malvinas, eran 3 horas de vuelo y todo el tiempo estaba el peligro de recibir un “bombazo”…

– (Sánchez) En 1982 era suboficial, con el grado de cabo. Tenía 19 años y mi especialidad era la de artillería anti-aérea… En Malvinas, teníamos una sola pista asfaltada, de 1.200 metros de largo por 30 de ancho y lo primero que se hizo fue formar una base aérea militar, se destacó en el lugar a personal de Comunicaciones, Meteorología y la artillería antiaérea. Al ser la única pista en la que iban a operar los aviones, era lógico y se esperaba que allí iban a ser los primeros ataques, tal como ocurrió. La defensa estaba en todo su alrededor, con sectores de tiro. Estábamos en carpas los primeros días, hasta que después, por las inclemencias del tiempo (fuerte viento), no quedaban en pie, así que tuvimos que hacer pozos y refugios anti-aéreos para vivir debajo de la tierra y con los elementos de circunstancias que podíamos encontrar. En cada cañón teníamos 3 soldados, de 18 años, que se habíamos incorporado en enero de ese año (1982), con una instrucción bastante avanzada, así que anduvieron muy bien… En Malvinas estuve desde el 3 de abril hasta el 12 de junio. Ese día, como ya sabían que se avecinaba el final nos enviaron un relevo desde Río Gallegos…

– ¿Qué recuerda del primer ataque…?

– (Sánchez) El primer ataque que se realiza sobre la isla fue el 1 de mayo a las 4.40, era de noche. La primera bomba impactó en la pista, a unos 100 metros del que lugar que estaba. Había una alerta, porque sabíamos que la flota enemiga estaba muy cerca, ya que en días anteriores habían sido detectados por medio del radar que estaba en Puerto Argentino. Se aproximaban a 5 km/10 km y se volvían. Llamativamente, el día del ataque, no sé si el radar estaría apagado o qué, pero sentimos, estando todo muy oscuro, un ruido de un avión y simultáneamente una gran explosión, que fue la primera bomba que explotó a espaldas nuestras. No veíamos la aeronave, por lo que no tuvimos tiempo de repeler. Ahí comenzó una seguidilla de más de 20 bombas que cayeron. Una impactó entre las carpas, por lo que fallecieron algunos soldados…

– Eran momentos difíciles, de estar en combate y tener que ir despidiendo a compañeros militares…

– (Sánchez) Sí, en un principio, para las víctimas fatales, se armó un cementerio en la zona y una vez que finalizó la guerra, se armó el cementerio actual, en Darwin…

– (Valdatta) En mi caso estaba en la Fuerza Aérea, integrante del “Grupo 1 de Comunicación Escuela”, que tenía como finalidad, servir y ayudar en la comunicación en el campo táctico. Normalmente hacíamos ejercicios durante el año y en esta oportunidad nos enviaron a Comodoro Rivadavia. Hasta ahí, desconocíamos que teníamos que ir a Malvinas. El 30 de marzo de 1982 nos empiezan a entregar la vestimenta (ropa para zona fría), los elementos de campaña y nos fueron avisando que íbamos a participar del operativo. Mi madre por ejemplo, se enteró ya cuando estaba en las Islas. Estuve 74 días allí, del 2 de abril al 14 de junio y en distintos lugares…

– (Santacruz) En 74 días que estuvimos ahí, hicimos de todo, sufrimos mucho el frío, la falta de comida, porque teníamos para 15 días y estuvimos 45. Llegamos a comer pedazos de carne de oveja y nada más en días, así resistimos todos los bombardeos, hasta el 14 de junio, que recibimos la orden que la guerra había finalizado. Llegó el “barco ambulancia” (inglés) a recogernos. Fuimos prisioneros de guerra, hasta que llegamos a Puerto Argentino. En esa época ya tenía hijos, que fue un tema importante para seguir luchando. Mi familia, no sabía dónde estaba, para ellos, estaba desaparecido…

– (Lino) En mi caso, pertenecía a la Armada Argentina y estaba embarcado en una corveta que actualmente presta servicio en Mar del Plata. Era operario de máquinas, nuestra misión era mantener la electricidad, agua y trabajar en toda la parte técnica y de mantenimiento…

– (Rojo) Mi asiento era en Comodoro Rivadavia, en una unidad a la que llegué en 1978. Fuimos movilizados a esa zona, en ese tiempo, por el conflicto con Chile. A Malvinas llegamos el 4 de abril, todos decían que se trataba de solo un ejercicio… De la guerra me quedaron marcadas muchas cosas, porque significa soledad, tristeza, alegría, desazón, inseguridad, miedo… Desde el 4 de abril hasta el 14 de junio, estuvimos en la posición y fuimos siempre bombardeados… El 6 de junio un cabo de nuestro Ejército, como conductor de una de los vehículos, iba a buscar alimentos y cuando pasó muy cerca de nuestra posición y había nieve/barro, se salió involuntariamente del camino y pisó una mina anti-tanque, que se ponía para defendernos del avance enemigo. Sentimos la explosión y fuimos corriendo y cuando llegamos, nos decía “me la mandé… tengo frío en los pies”. Le miramos la pierna y de la rodilla para abajo, prácticamente le colgaba todo… Lo cargamos y lo llevamos a la sala de primeros auxilios, el médico evaluó la situación, le alcanzó a colocar la última morfina que había para calmarle el color y tuvo que tomar la drástica decisión de amputarle la pierna. Y lo tuvo que hacer con un serrucho. Ahí se nos quedó nuestro compañero, creemos que convulsionó… Son esas imágenes que te quedan hasta hoy de la guerra…

– ¿Se pueden recuperar las Islas…?

– (Rojo) Por todo esto que estamos comentando, nuestra lucha debe continuar y bregar para poder volver a recuperar nuestras islas. Hay cientos de héroes desconocidos, que la juventud de hoy los desconoce. No somos San Martín, ni Belgrano, somos historia viva que podemos transmitir nuestras vivencias, por lo que agradezco a este medio y a usted (Fernando Huck) de poder expresarme…   

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