Várices: Profesionales explican sobre tratamientos y claves para prevenirlas

varicesLas várices son dilataciones de las venas que, por diversas razones, no cumplen correctamente su función de llevar la sangre de retorno al corazón. A causa de esa disfunción, la misma se acumula en dichos conductos, que finalmente se dilatan. Habitualmente, se utiliza el término para hacer referencia a las que aparecen en las piernas, porque son las más frecuentes, pero pueden surgir también en otras zonas del cuerpo, como en el esófago, en la región anal (hemorroides) o en los testículos (varicocele).

Hay situaciones y factores de riesgo que pueden predisponer a la aparición, como por ejemplo, pasar mucho tiempo parado (esta postura aumenta la presión de la columna y dificulta en las venas el ascenso de la sangre al corazón). Por otra parte, aquellas personas con antecedentes familiares de esta patología y los obesos, tienen el doble de posibilidades de tener várices. El sobrepeso incrementa la incidencia al aumentar la cantidad de sangre que llega a las piernas y que debe ser evacuada por las venas.

Las mujeres padecen con mayor frecuencia que los hombres esta patología, lo que parece estar relacionado con factores hormonales. También surgen con mayor frecuencia durante el embarazo, que se debe a varios factores, pero especialmente a los cambios hormonales, la presión del útero sobre los grandes vasos y el aumento de peso.

A través de un informe enviado a El Observador, profesionales del Servicio de Flebología del Sanatorio Adventista del Plata de Libertador San Martín explican que “las várices se pueden clasificar en 4 tipos: las de Grado 1, que son venas finas de color violáceo, que a veces pueden tener forma estrellada y se las suele llamar ‘arañitas’. Por lo general son únicamente un problema de tipo estético, pero pueden producir sensación de pesadez y cansancio en las piernas. Las de Grado 2, son cuando las venas se van haciendo más visibles y comienzan síntomas tales como pesadez y cansancio en las piernas, dolor, calambres, hormigueo, sensación de calor y picazón. En las de Grado 3, aparecen hinchazón, edemas y cambios de coloración en la piel. Y finalmente, las de Grado 4, son cuando aparecen zonas con eczemas y úlceras, que son difíciles de tratar y pueden infectarse con facilidad”.

El diagnóstico suele ser muy sencillo: la exploración debe realizarse de pie, ya que esta postura favorece la apreciación visual de las várices. “A simple vista se ve la red venosa dilatada, lo que indica la situación y extensión del problema. Además, también se puede apreciar la coloración y aspecto de la piel, la existencia o no de otras lesiones tales como manchas, lesiones por rascado o úlceras, lo que permite valorar, en principio, el grado de afectación. Al palparse la zona, puede comprobarse el aumento de la tensión venosa y la existencia o no de dolor” explicaron los médicos.

Con estos datos, ya es posible una primera evaluación de la importancia del problema, lo que se debe confirmar posteriormente con otros estudios, entre los que se cuenta: 1) Eco-Doppler, que combina la ecografía (para ver las venas y arterias en su trayecto y comprobar las alteraciones que puedan existir en su interior) y el efecto Doppler (en el que se basa la mayor parte de los radares), que muestra el flujo venoso y sus anomalías. Es un estudio no invasivo, no doloroso y que no necesita preparación previa. 2) Flebografía: consiste en inyectar un contraste yodado en la vena y luego realizar una radiografía, cuya utilización se limita a casos muy concretos. 3) Para el diagnóstico de las várices también pueden utilizarse la resonancia magnética (RNM), tomografía computada (TAC) y la angiografía con isótopos.

Tratamiento: Las várices constituyen una patología degenerativa y progresiva que, generalmente no es grave, pero tenerlas, resultan antiestéticas y pueden causar molestias. En muchos casos, el tratamiento será paliativo, es decir, servirá para aliviar la sintomatología y evitar o retrasar su progresión. En otros, pueden curarse definitivamente.

“Debe plantearse el tratamiento como absolutamente necesario en el caso de las várices desarrolladas, las que han producido alteraciones en la piel o grasa subcutánea y aquellas en las que se quieren evitar futuras complicaciones. Es importante resaltar que, antes de iniciar cualquier terapia, es preciso consultar con un profesional especializado que aconsejará sobre las técnicas más adecuadas en cada caso y las ventajas e inconvenientes de las mismas, así como sus posibles contraindicaciones o complicaciones”.

Claves para prevenirlas: Evitar el sobrepeso, realizar ejercicio físico de forma regular, evitar usar el calzado totalmente plano o con tacos muy altos, al igual que el que sea muy ajustado, no utilizar ropa muy ajustada pues, al comprimir ciertas zonas, dificulta el retorno venoso, no permanecer mucho tiempo de pie sin moverse o sentado durante mucho tiempo con las piernas cruzadas. En caso de que por el trabajo sea imprescindible hacerlo, deben darse cortos paseos periódicamente y cambiar la posición de las piernas con frecuencia. Aunque las várices con frecuencia producen picazón, no hay que rascarse, sobre todo cuando la piel está debilitada, pues puede producirse alguna herida. Es recomendable, sobre todo cuando la piel está debilitada, la limpieza diaria con agua y jabón de las zonas afectadas para evitar el riesgo de infecciones. Cuando han aparecido úlceras, deben hacerse curaciones limpiando la zona con suero fisiológico y aplicando pomadas que contengan sustancias cicatrizantes y antibióticos. Por supuesto, estas medidas deben ser establecidas por el médico.