Una imagen, mil palabras: Serpentinas celestiales

Lanzada por una mano anónima comienza a desperezarse en el aire, se despliega y en un vaivén cae definitivamente al acolchado verde del campo de juego. Algunas rebeldes suelen encontrar en medio del camino, el tejido ortiba que le pone freno a su ilusión de llegar a destino.

Su número varía de acuerdo a la relevancia del partido porque las manos podrán ser más o menos al igual que la expectativa. Pero atención, también su misma presencia puede estar censurada por los señores de la seguridad que para garantizar tal valor se encargan de abolir cuanta gracia folclórica exista en un partido de fútbol.

En la imagen el fotógrafo está en un partido más de una serena tarde dominguera y a estas serpentinas de allá arriba poco les importan las palabras arrojadas en el párrafo anterior. Su ingenio y creatividad son completamente superiores, se ocupan ni más ni menos de cubrir un cielo profundamente celeste.

Los jugadores, diminutos en la foto, están en la parte inferior reducidos ante la imponencia de una escenografía dibujada por el mismo creador. Alguien, quizás a propósito, trazó unas pinceladas para decorar el encuentro que podría encontrarse en un extenso bache y por eso la altura del universo llamó la atención del testigo. Sería un argumento justo, pues cuando el espectáculo pasa a ser emitido durante el horario de protección al hincha, la atención está en otros menesteres que integran el contexto y no el centro mismo del juego.

Con el correr de los minutos, las serpentinas se desvanecerán y ocuparán un lugar en el olvido. El partido, en tanto, recorrerá los mismos rieles.

Por Mauricio Jacob

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