Una campaña heterogénea y marcada por el riesgo del déficit hídrico

En el marco de una alta variabilidad interanual, en cuanto a la disponibilidad hídrica en el suelo y la distribución de las lluvias durante la campaña agrícola, nuevamente se registra un fenómeno “La Niña” (por segunda campaña consecutiva). Este fenómeno promueve una circulación atmosférica que es desfavorable para el régimen de precipitaciones, sobre todo en el centro y este del país.

De acuerdo con un informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, “a partir de febrero, también hay probabilidad de registrar deficiencias durante el inicio de las etapas reproductivas, tanto en el cultivo de soja como de maíz, especialmente el temprano, con posibles mejoras en las condiciones climáticas a partir de marzo. Será importante monitorear la evolución de estas variables, para evaluar el cumplimiento de las estimaciones de cosecha”.

Roberto De Ruyver, director del Instituto de Clima y Agua del INTA, indicó que “por la situación actual de la temperatura superficial del Océano Pacífico Ecuatorial y su posible evolución en función de los distintos modelos de pronóstico, el próximo verano austral se pronostica un probable escenario dominado por condiciones de un evento La Niña en el Océano Pacífico Ecuatorial”.

De ocurrir esta situación, se repetiría un nuevo evento La Niña en el verano austral 2021/2022 por segundo año consecutivo, “un escenario para nada extraño de acuerdo a lo observado en situaciones similares durante los últimos 70 años”, especificó.

Bajo las condiciones de ese escenario probable y lo que estadísticamente significa para Argentina, la ocurrencia de un evento “La Niña”, se considera probable la ocurrencia de precipitaciones con valores por debajo de lo normal en la mayor parte del centro y norte del país. De Ruyver explicó: “Este escenario debe considerarse como probablemente deficitario para el período noviembre-abril en su conjunto, sin que ello signifique que cada uno de los meses en particular vaya a resultar deficitario. El conjunto de los meses puede serlo, siendo también probable que algún mes puntual pueda mostrar una característica opuesta a esta descripción, tal como sucedió en el último evento La Niña en enero 2021 en particular, que cabe aclararlo, fueron las lluvias que salvaron buena parte de la cosecha del verano 2020/2021”.

Sin embargo, “es importante analizar que en general este tipo de eventos generan precipitaciones deficitarias en primavera e inicios del verano”, indicó por su parte Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales (CIRN) del INTA. Por esta razón, “gran parte de los productores se adapta eligiendo variedades de siembra tardía o cultivos de segunda. Además de considerar los acumulados de precipitación que podrían ser deficitarios, es importante el comportamiento de las lluvias que será con características muy heterogéneas entre zonas, con registros dispares entre localidades”.

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