Trigo: Explican cómo planificar una estrategia de siembra eficiente

En Argentina comenzó la siembra del trigo, en un contexto de grandes expectativas, con estimaciones que indican un incremento de la superficie destinada y de la inversión tecnológica. A su vez, los pronósticos vaticinan un clima beneficioso durante toda la campaña.

En ese marco, resulta clave considerar algunos aspectos que repercuten en los resultados. Jorge Fraschina, investigador del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, expresó que “el trigo es la opción de invierno más generalizada en la agricultura nacional por sus numerosos beneficios. Al momento de decidir su siembra, hay algunos aspectos a considerar que pueden modificar el resultado del cultivo y del siguiente”. Si bien reconoció que algunos no están bajo el control directo del productor o asesor, como la ocurrencia de lluvias o de altas y bajas temperaturas en momentos críticos, hay otros aspectos sobre los que se puede ejercer control y que vale la pena considerar.

En este sentido, el técnico destacó la necesidad de “considerar la expectativa de rendimiento de acuerdo al ambiente de producción”, para lo cual señaló que es importante elegir una variedad y su fecha de siembra para cada caso, como así también discutir sobre la calidad que se desea producir. A su vez, se refirió a la problemática más generalizada, referida a la necesidad de corregir la deficiencia de nutrientes, principalmente de Nitrógeno, Fósforo y Azufre. En este sentido, detalló que la actual predominancia de sistemas con soja continua en la región pampeana central norte, requiere de la rotación de cultivos en beneficio de la sustentabilidad del sistema y en este contexto, la secuencia trigo-soja representa una alternativa promisora.

“La idea de calidad de ambiente para la secuencia trigo-soja necesariamente considera varios aspectos agronómicos como la combinación suelo-clima de una región, los años de rotación, la disponibilidad de nutrientes en el sistema, la presencia de napa, entre otros” expresó Fraschina, quien consideró “relevante” analizar la disponibilidad de agua almacenada en el suelo en el momento de la siembra de trigo.

“Es importante conocer el comportamiento esperado de las variedades frente a las principales enfermedades de cada región”, indicó el profesional, para quien eso no es un detalle menor, considerando la susceptibilidad observada en cultivares difundidos, frente a enfermedades de difícil control como la ‘fusariosis de la espiga’ y la ‘roya negra o del tallo’.

Además, recordó la estrecha relación que hay entre la fecha de siembra del cultivo de soja y su expresión de rendimiento: “Debemos reconocer la importancia de la ocupación del lote por parte del trigo y el resultado de la secuencia trigo-soja… El momento de espigazón-antesis del trigo debería ocurrir inmediatamente después de la última helada meteorológica en cada región”. Esto tiene que ver con la necesidad de posicionar el período crítico del cultivo a temperaturas lo más frescas posibles en ausencia de heladas importantes y el llenado de los granos con temperaturas no tan altas.

En cuanto a las heladas, aconsejó consultar en el sitio web CIAg de la Universidad de Buenos Aires o en SEPA del INTA, herramientas online que brindan información climática actualizada.

“El trigo se destaca por el aporte del rastrojo, por su distribución homogénea y su permanencia en la superficie del suelo, como así también su efecto sobre las malezas anuales”, detalló, al tiempo que subrayó el aporte de materia orgánica que realiza el sistema radicular del trigo en el suelo, con impacto directo sobre la capacidad de infiltración del agua de lluvia.

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