Tres generaciones entre relojes y joyas: Raimundo, Darío y Agostina Neiff, contaron sobre los 60 años de una empresa familiar de Crespo

Visitaron esta semana el “Centro Periodístico de Entre Ríos”, Raimundo Neiff (80), su hijo Darío (49) y su nieta Agostina (22), las 3 generaciones de un comercio que lleva más de 60 años en la ciudad, dedicado a la venta y reparación de relojes y joyas. En diálogo con el Cont. Fernando A. Huck, director de El Observador y conductor del programa “Grandes Reportajes” de Canal 6 ERTV, contaron sobre el pasado, presente y futuro de esta tradicional empresa familiar. 

– Como fundador del comercio: ¿Qué recuerda de los inicios de la empresa?

– (Raimundo) Nací y me crié en Aldea San Miguel. Hace más de 60 años, en la revista “Mundo Deportivo”, había salido una publicación sobre una capacitación en relojería. Me gustó, me entusiasmé y como mi padre me apoyó, empecé a estudiar por correo. En un año pude terminarlo, pero tuve que completarlo con prácticas en Buenos Aires, que las realicé durante un año. Una vez que recibí el diploma, regresé. Mi padre me aconsejó que me instale en Ramírez, pero yo quería hacerlo en Crespo, que fue donde finalmente me afinqué. Primero fue en lo de José Bach (al lado de Clínica Parque), donde estuve 18 años. Mi negocio se llamó “Relojería Neiff”. En esa época tenía 19 años. Posteriormente compré un terreno donde estamos ahora (calle Moreno), pleno centro de Crespo. Si bien siempre estoy dispuesto a ayudarlos, el comercio lo maneja ahora mi hijo Darío, que lo está haciendo muy bien. Se encargó de hacer maravillas y agrandó el negocio…

– (Darío) Tratamos de seguir la tradición y ahora ya tenemos la tercera generación, con mi hija Agostina. Prácticamente nací en el taller del comercio. Era chiquito y dormía la siesta debajo del mostrador, mientras mi padre trabajaba. A los 13 años, empecé a atender al público, pero también arreglaba despertadores y relojes de pared. El registro que tengo es que en noviembre de 1982, fue el primero que reparé. En 1988 me tocó el servicio militar y al año siguiente me fui a estudiar a la Escuela Suiza, en Buenos Aires, donde me recibí de relojero. Posteriormente, en Rosario, estudié joyería, que es un oficio distinto al primero, pero en el negocio tenemos los 2 y van de la mano. Hoy, no me imagino hacer otra cosa, porque me gusta y las circunstancias se fueron dando para que siga en esta actividad.

– ¿Se trabaja más con la joyería que la relojería?

– (Darío) Lo que tiene la joyería es que es más amplia la gama de posibilidades. Agostina estudió en el Complejo Educativo de las Joyas en Buenos Aires, que son 2 años, el ciclo básico y después, hay 15 ramas diferentes, desde compostura, fabricación, grabado, fundición y no se puede abarcar todo. Cada uno se adapta a lo que le gusta más o se siente más cómodo. Agostina está incursionando en la fabricación de joyas…

– (Agostina) Arranqué de muy chica, “upa” con mi abuelo, viendo lo que era el comercio. Cuando terminé la secundaria, me fui a estudiar a Buenos Aires, hice cursos intensivos que hay para la gente del interior, por lo que ahora me quedan unos 8 meses para recibirme de “Técnica Joyera”. Me gusta más la joyería que la relojería, pero hago las 2 cosas. Se está trabajando mucho con lo que es la fabricación. La gente viene con el modelo que quiere. Algunos traen el metal o lo ponemos nosotros y lo fabricamos a pedido del cliente. Es un rubro que crece cada vez más…

– ¿Antes había más relojeros y joyeros en Crespo que ahora?

– (Raimundo) Sí, en mis comienzos había unos 7 en Crespo… Me decían que no iba a poder incursionar. Pero trabajé mucho, logré afianzarme y adelanté. Hoy solo hay 3 relojerías…

– Una reflexión final…

– (Darío) Agradecer primero y principalmente a los clientes, que realmente confían en nuestro trabajo, que nos acompañan. Uno pone lo mejor, porque ama esta actividad, deja muchas horas de sacrificio, busca siempre capacitarse y continuamente estamos invirtiendo en tecnología… Además de relojería y joyería, tenemos la parte de grabados, que se anexa a trofeos y medallas, para lo cual hemos incorporado nuevos equipamientos. El sistema de grabados manual, que fue lo tradicional, se sigue haciendo, pero la mano del hombre se complementa con lo computarizado…

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