Taboada: “Debemos avanzar hacia una agricultura climáticamente inteligente”

El cambio en el clima es una variable constante. La transformación en el régimen de lluvias y de temperaturas a escala global tienen efectos directos sobre los sistemas agroalimentarios. En este punto, la clave para el sector agropecuario estará en implementar las prácticas necesarias para minimizar los impactos ambientales y adaptarse para no quedar en el intento. En esta línea, especialistas de países Iberoamericanos describen las actividades más vulnerables y evalúan las actuaciones sobre adaptación al cambio climático en los países de la región. Como resultado, presentaron el libro “Adaptación frente a los Riesgos del Cambio Climático”. Se trata de un trabajo basado en la recopilación de fuentes, reportes y bases de datos internacionales realizado en el marco del proyecto “Evaluación de actuaciones de vulnerabilidad y adaptación al cambio climático”, de la Red Iberoamericana de Oficinas de Cambio Climático.

“Debemos avanzar hacia una agricultura climáticamente inteligente”, aseguró el director del Instituto de Suelos del INTA, Miguel Taboada, quien detalló: “Es necesario implementar sistemas más resilientes y basados en tecnologías de procesos, reciclado de productos y menos uso de agroquímicos”.

El clima siempre fue un factor de riesgo para la producción agrícola. “El ‘Niño’ en 2016/17 y ‘Niña’ en 2008/09 y 2018/19 muestran una elevada vulnerabilidad”, dijo Taboada, quien además citó los cambios fuertes que se dieron en la alta Cuenca del Paraná y que determinaron el río baje estrepitosamente su nivel de agua.

En lo que respecta al sector agropecuario, “lo que estamos viendo es que estos cambios están vinculados no solo a la variabilidad del clima, sino a los cambios en el uso de la tierra y lo que hacemos con ella”, señaló el profesional, que remarcó cómo se fue adaptando a esos cambios el productor, con aumentos de las siembras de maíz a mediados de diciembre, cuya finalidad es evitar la falta de agua y las altas temperaturas que ocurren en enero o el avance en los sistemas de riego y la siembra de variedades resistentes a plagas y a sequías.

En cuanto a los desafíos para los próximos años, Taboada consideró que si bien “las mejoras tecnológicas van a permitir desarrollar más germoplasmas adaptados y con resistencia a plagas, dependerá de nosotros hacer un uso más eficiente del agua que cae y volver a los sistemas de doble cultivo, cultivos de cobertura e impedir la deforestación”.

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