Sepa cómo salvar en segundos a alguien que se accidentó

La Organización Mundial de la Salud dio a conocer que casi el 90% de las lesiones que padecen los niños, son resultado de hechos involuntarios o accidentales. De acuerdo a las estadísticas de este organismo, alrededor de 830.000 chicos mueren cada año a causa de lesiones, lo cual arroja un promedio de 2.200 fallecimientos diarios por este motivo. En el primer informe sobre la prevención de las lesiones infantiles, se destacó que se podrían evitar 1.000 defunciones cada día de niños en el mundo, si se aplicaran correctamente los primeros auxilios de probada eficacia para cada caso. Por cada pequeño que muere a causa de una lesión, muchos más quedan con discapacidades para toda la vida.

Con el propósito de conocer de qué manera se puede salvar la vida de una persona ante una situación extrema, El Observador dialogó con el Dr. Juan Pablo Schonfeld, quien explicó al respecto: “Los primeros auxilios son ni más ni menos que medidas terapéuticas urgentes, que deben ser aplicadas a las víctimas de accidentes o enfermedades repentinas, hasta disponer de tratamiento especializado. De esta manera se intenta aliviar el dolor y la ansiedad del herido o enfermo, disminuyendo el agravamiento de su estado, por esta razón son cruciales a la hora de evitar una muerte. Saber lo que no se debe hacer es tan importante como saber qué hacer, porque acto socorrista mal practicado puede producir complicaciones severas”.

Si bien las principales causas de defunción infantil a raíz de lesiones son los accidentes de tránsito, los ahogamientos, las quemaduras, las caídas y los envenenamientos, en materia de primeros auxilios existen una serie de normas generales que no difieren por la edad del paciente, entre las cuales el médico detalló: “Siempre hay que evitar el pánico y la precipitación del accionar por impulso. Ante accidentados con posibilidad de que haya padecido una quebradura, es fundamental evitar el cambio de posición del cuerpo. Por otro lado, la cabeza debe mantenerse al mismo nivel que el tronco, excepto cuando exista dificultad respiratoria. En ausencia de evidentes lesiones craneales, se pueden elevar ligeramente los hombros y la cabeza para una mayor comodidad de quien espera la ambulancia. También aparecen accidentes domésticos. Si se producen vómitos por haber ingerido algún alimento en mal estado, por ejemplo, debe girarse la cabeza hacia un lado para evitar aspiraciones. Nunca se le debe dar de beber al paciente y esencialmente hay que controlar que la respiración sea en ritmos aceptables. En el caso de que hubiese cuerpos extraños en la boca, hay que extraerlos y enderezarle la lengua si se le cayó hacia atrás. Si el paciente no respira por sí solo, habrá entonces que ventilarlo desde el exterior mediante respiración boca a boca. Existen casos en los que una persona sufre una descompensación en su casa, en la calle y ante estas situaciones, en las que alguien no se siente bien pero está consciente, hay que en lo posible medirle la tensión arterial y controlarle la frecuencia cardíaca. Tomándole el pulso, se puede detectar si el ritmo cardíaco es el adecuado. En el momento de protagonizar un hecho traumático e incluso varias horas después, el ser humano tiende a desarrollar un schok, en el que los tejidos del cerebro y el corazón ponen en peligro la vida. Este estado se advierte, cuando comienzan a aparecer síntomas como el enfriamiento y humedecimiento de la piel, un cambio de coloración de los labios, que empiezan a ponerse azulados, signos de taquicardia o de pulso débil y rápido, náuseas, entre otros. Para evitar el shock, hay que mantener abrigado al paciente y brindarle asistencia médica lo antes posible, pero jamás administrarle fármacos estimulantes ni alcohol”.

Por otra parte, avizorando la temporada de verano que se aproxima, el médico señaló que el uso de chalecos salvavidas y el vallado de las piscinas, son medidas que previenen el ahogamiento, razón por la que cada día mueren 480 niños.

Las quemaduras también están en el ranking de las tragedias domésticas, sobre lo que Schonfeld aconsejó: “En primer lugar hay que ser consciente de que quien socorre no debe asumir riesgos que impliquen el padecimiento de una lesión aún mayor que la del accidentado. Hay que ser muy cautos respecto de lo que se va a hacer en casos de incendio. Es propicio saber que si las llamas toman la ropa de una persona, ésta no debe correr, porque será aún peor la propagación del fuego. Un tercero puede ayudarlo enrollándolo con una manta o abrigo que tenga a mano o bien, haciéndolo rodar por el suelo. Una vez individualizada la quemadura, es importante rociar las regiones afectadas con abundante agua, a una temperatura de entre 10° C y 20° C, durante 15 minutos aproximadamente. Luego la piel quemada debe ser protegida con gasas o incluso cualquier tipo de tela limpia, siempre y cuando por su composición fibrosa no se pegue. Nunca deben colocarse cremas, lociones, pastas dentales u otro tipo de sustancias que comúnmente se creen que son beneficiosas, porque en realidad es un error y dificultará la reparación del tejido dañado. Posicionar al quemado en forma horizontal, ya sea de espalda o boca abajo, hará que se relaje y evitará que entre en shock”.

Si la urgencia implica un sangrado permanente, el profesional sostuvo que es necesario intentar detener la hemorragia comprimiendo la herida con vendajes o torniquetes, mientras que si la lesión no es demasiado profunda, rápidamente hay que limpiarla hacia afuera, nunca hacia adentro. En igual sentido, agregó que “No se deben colocar algodones directamente sobre las heridas o quemaduras ni tampoco apósitos que sean adhesivos. Los vendajes deben estar sujetos de manera que no ajusten ni tampoco queden flojos. Al igual que en la mayoría de los accidentes, sin importar su causa, es preferible que la víctima no ingiera alimentos, hasta tanto sea asistida médicamente”.

 

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