Seguí: “Es asombrosa la calidez que tienen las personas de esta zona”, dijo el Padre Gerónimo

El 29 de febrero de 2020, año bisiesto y apenas semanas antes de desatarse la pandemia, Gerónimo Zaragoza asumió como párroco de la Parroquia “Nuestra Señora de la Merced” de Seguí. Prácticamente desde el inicio mismo de sus actividades en la localidad, debió amoldarse a una realidad de la cual nadie había leído, ni siquiera en libros de ciencia ficción. En charla con El Observador, narró cómo se desarrolla la actividad eclesiástica en este contexto.

– ¿De qué manera se brindan las ceremonias?

– Estamos con una capacidad de un 30% del aforo, que se toma en base a la capacidad que tiene el templo. En razón de eso sumamos más misas. Los sábados se celebran misas a las 18.00 y a las 19.00. Los domingos son a las 10.00 y la gente cumple con todos los protocolos como distanciamiento, barbijo, alcohol en gel y demás. Asimismo quienes van a venir a la iglesia, se anotan en una lista para poder ingresar, es debido a la reducción de la capacidad. Por la tarde de cada sábado y domingo, también recorro las zonas rurales donde estamos a cargo de 6 capillas. 

– ¿Cuáles son?

– Tenemos en Aldea San Antonio, en Aldea Eigenfeld la Capilla “San Bernardo”. En Don Cristóbal 2da la Capilla “Santa Elena” y más acá en el recorrido está la “Inmaculada Concepción”. En la zona de La Tambera están las dos que restan como lo es la “San José Obrero” y más hacia adentro, recorriendo 22km de caminos, está la “Madre Dolorosa”. En días de lluvia se dificulta, tenemos una camioneta que ya tiene sus años, va con su tranco pero llega. En caso que no pueda ir determinado día, nos vamos comunicando para reprograman en otro día de la semana.

– La gente de campo es muy cordial. ¿Sigue esa costumbre?

– Acá en Seguí sigue también. Yo he estado en otras ciudades y en algunos casos no es tan así respecto a la generosidad de obsequiar cosas. Siempre lo comentaba que sobrevivir a una pandemia y sin necesidad de nada, no es poca cosa. En la localidad la gente es muy generosa y si uno va al campo, te brindan salame, quesos, huevos, limón, dulces, miel, todo casero, hasta champú me regalan para mis pocos pelos (ja)… es asombrosa la calidez que tienen las personas, eso nunca se pierde. Estos días llegaron seminaristas de Paraná para conocer la diócesis y enseguida se organizan para recibirlos y demás. Es fantástico.

– Hablando de seminaristas, ¿cómo ve las vocaciones sacerdotales hoy en día?

– Somos hijos de nuestros tiempos. No hay casamiento por ende no hay compromisos. No solo en los matrimonios sino que nos afecta en la vida consagrada, el matrimonio es una consagración. En el seminario hay 15 muchachos, cuando entré al seminario éramos 23, hace 12 años. Eso ya marca una diferencia. Al haber menos seminaristas, con semejantes estructuras… Sabemos que nuestras casas, si no las mantenemos se vienen abajo.

– ¿Qué notó en la gente durante esta época de pandemia?

– Me he encontrado con gente muy triste por no poder salir y relacionarse. Cuántos abuelos sin poder ver a sus nietos, algo tan maravilloso como eso. Cuántos abuelos sin poder estar con sus seres más queridos. Me toca mucho ver llorar a los abuelos porque no pueden ver a sus nietos o no pueden ser visitados por sus hijos. Con solo recordarlo, uno se emociona. Es muy difícil porque necesitamos el afecto, el abrazo… Cuando éramos chicos mirábamos películas futuristas y aunque parezca mentira, es lo que nos está pasando hoy en varios aspectos.

– Una realidad de la que no hablaron los libros.

– Una realidad para la que no fuimos preparados, entonces vamos aprendiendo sobre el camino, fortalecidos en la palabra de Dios, afrontando desafíos y deseando que poco a poco volvamos a esa normalidad que supimos tener.

EL LLAMADO: El Padre Gerónimo es oriundo de San José de Feliciano, “la ciudad más linda de Entre Ríos”, la definió con orgullo. Su camino como mensajero del Señor no fue fruto de la casualidad. “Al Seminario ingresé de grande. Primero estudié Magisterio, después de unos años hice retiros espirituales, acompañando a sacerdotes de mi pueblo. Misteriosamente Dios se vale de algunos instrumentos para el llamado a este camino”, recordó.

“Mi abuelo era ministro de la Eucaristía y mi padrino. Cuando me confirmé, al otro día me invitó a visitar gente llevando la virgencita, fue influyente en ese sentido y con el tiempo uno fue tomando esta decisión que la debe ir renovando todos los días”.

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Por Mauricio Jacob
Desde Crespo
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