Se conmemora un nuevo aniversario de la “Batalla de Caseros”

Este sábado 3 de febrero se conmemora un nuevo aniversario de la Batalla de Caseros, un enfrentamiento armado ocurrido en 1852, en el cual el ejército de la Confederación Argentina, al mando de Juan Manuel de Rosas (gobernador de Buenos Aires) fue derrotado por el Ejército Grande, liderado por Justo José de Urquiza (gobernador de Entre Ríos). El historiador, investigador y periodista Claudio G. Cañete realizó una evocación a 172 años de dicho combate.

“La evocación de Caseros siempre merece la relevancia y la importancia que tiene para la provincia y el país. No podemos jamás, los argentinos y particularmente los entrerrianos, obviar la trascendencia de esta batalla, que marcó un antes y un después. En la actual plaza “General Francisco Ramírez” de Concepción del Uruguay  tuvo lugar el 1° de Mayo de 1851 el Pronunciamiento del General Justo José de Urquiza. Quien era el gobernador de Entre Ríos emitió un decreto en el cual aceptaba la renuncia del gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, a la conducción de las relaciones exteriores, y reasumía esas funciones para su provincia. Además, Entre Ríos venía reclamando la libre navegación de los ríos –necesaria para el florecimiento de su economía- lo que permitiría el intercambio de su producción con el exterior sin necesidad de pasar por Buenos Aires. En 1852, sella su nombre a la historia: a través de la batalla de Caseros, triunfo que resaltó su figura política de gravitación nacional al posibilitar la Organización Nacional, con la sanción de la Constitución de 1853 y el inicio del período constitucional del país. Fue elegido Presidente Constitucional de la Confederación Argentina por el período 1854 -1860”.

La más grande de la historia

“El campo de batalla donde se enfrentaron el Ejército de Buenos Aires y el Ejército Grande, comandados por el gobernador porteño Juan Manuel de Rosas y el entrerriano Urquiza está ubicado al noroeste de la actual ciudad de Buenos Aires y actualmente se encuentra ocupado por la I Brigada Aérea de El Palomar y el Colegio Militar de la Nación. Dentro de este instituto castrense se encuentran dos testigos materiales de la batalla ocurrida hace ya 172 años, que son la casona de Diego Caseros y el palomar de la chacra, ambos declarados monumentos históricos nacionales. En su tiempo fue conocida como batalla de Monte Caseros, por el propietario de las tierras donde se combatió. Incluso en homenaje al combate se fundó un pueblo en Corrientes, pero el relato histórico la convirtió en la batalla de Caseros, a secas. Se la considera la batalla más grande de la historia nacional por la cantidad de efectivos que participaron: 28.000 bajo el mando de Urquiza y 23.000 bajo el de Rosas. Para entender la magnitud del enfrentamiento, estuvo en Caseros el 3% de la población argentina. Es como si hoy se presentaran a una batalla un millón y medio de hombres. Pelearon jefes militares de la guerra de la Independencia, decenas de oficiales federales de las distintas provincias; pero además hay que sumar la presencia de las tropas conformadas por tres mil brasileños y mil quinientos orientales que se sumaron al Ejército Grande”.

Un largo camino hacia la organización

“En esos meses previos al enfrentamiento, circulaba por la provincia de Entre Ríos un periódico que se llamaba La Regeneración, se editaba en Concepción del Uruguay y se distribuía por toda la región. Y allí se hablaba de “los espíritus ilustrados, de los corazones rectos, dentro y fuera de la República que sentían la necesidad innata de aumentar la suma de los conocimientos, de nuestro bienestar, reconociendo con el heroico magistrado que nos preside, que ese objeto solo es realizable bajo la influencia de condiciones y modificaciones sociales que respeten la grandeza de nuestra naturaleza, florezca en el desarrollo de nuestros grandes destinos futuros”. Esto que dice el periódico La Regeneración es sin lugar a dudas el pensamiento de Urquiza. Domingo Faustino Sarmiento que por entonces es el boletinero del Ejército Grande, antes y después de Caseros, habla no solamente de lo extraordinario del cruce del Paraná (desde Punta Gorda, Diamante) hacia Santa Fe, de la batalla propiamente dicha, si no lo que venía después. Sarmiento advierte el gran cambio que se va a producir, dice primero “que la operación militar que arredrara a los más grandes capitanes está pues ejecutada, y en el pasaje del Paraná realizado por un gran ejército y por medios tan diversos será considerado por el guerrero, el político, el pintor, o el poeta, como uno de los sucesos más sorprendentes y extraordinarios de los tiempos modernos”. No estaba hablando solamente de lo que había ocurrido con los hombres y el coraje que cruzaron el Paraná, hablaba de lo que venía después. El propio Urquiza decía que: “Es tiempo de apagar el fuego de la discordia entre los hijos de una misma Revolución, herederos de una misma gloria, y extender un denso velo sobre los pasados errores, para uniformar la opinión nacional contra la verdadera y única causa de todas las desgracias, atrasos y ruinas de los pueblos confederados del Río de la Plata”.

El perfil de Urquiza

Una de las grandes figuras contemporáneas de nuestra cultura entrerriana y estudioso sobre las alternativas de Caseros, Roberto Romani, explica que “Urquiza no era un caudillo enloquecido que tenía fuerza, que tenía poder económico y militar, había sin lugar a dudas un sol interior que le permitía advertir a sus hermanos de las Provincias Unidas que era tiempo de un cambio”.

Romani suma otras voces y recuerda las palabras de Urquiza: “Era el Ejército más grande que han visto estas repúblicas atravesando el majestuoso río. No para combatir a los argentinos sino para defender nuestros derechos y la soberanía de los pueblos argentinos. Caseros no fue para proclamar principios incompatibles con vuestras necesidades sino para ser un efectivo pacto federal de la república, nuestras aspiraciones”. No fueron otras razones que “ver a la heroica Confederación Argentina, organizada, feliz y poderosa, viviendo bajo el amparo de las leyes que en los pueblos civilizados protegen la vida y la propiedad de los ciudadanos”.

A estos importantes conceptos se les pueden sumar los que unos cuantos años después del combate, agrega el gran Alberto Gerchunoff. Decía que “no hemos tenido posiblemente, hasta ese tiempo, una figura de caudillo con esa rara mezcla de condiciones morales y de inteligencia, de vigor y comprensión de los problemas de su tiempo; educado en el Colegio de la Compañía (Colegio de San Carlos, Buenos Aires) aprendió en sus aulas el secreto de la paciencia, el arte confesional de conocer las personas, de especular con sus defectos, de administrar su vanidad, de utilizar sus virtudes, sus conocimientos, su pericia, este señor que triunfó en Caseros”, dice, “con su honda percepción del valor de la cultura, de estimación sencilla y cabal por las preocupaciones espirituales era un conde feudal que arreglaba el regimiento en su dominio con pesados manotones, castigaba con implacable frialdad al ladrón y al convulsionador, y pensaba simultáneamente en el Estatuto de la República”. 

“Caseros fue un encuentro bélico extraordinario, como extraordinarios fueron los acontecimientos que se produjeron a partir de esa batalla en el nacimiento de nuestra patria organizada. Por primera vez Buenos Aires debía resignar sus principios centralistas, y todo su poder, y comenzar a escuchar las voces del país interior que naturalmente daba sus primeros pasos. Es importantísimo después de Caseros lo que logra Urquiza con la convocatoria al Acuerdo de San Nicolás, esto se concreta el 31 de mayo de 1852, poco después del combate. Estaba en lo más íntimo de su ser ese deseo y aspiración de concretar la unidad de la Patria. Este acuerdo de San Nicolás abre las puertas a la organización nacional, ante la presencia de representantes de todas las Provincias Unidas. Después de Caseros, ilustrados ciudadanos comenzaron a contemplar la posibilidad de materializar su sueño en la Constitución y esto se trabaja intensamente, Urquiza está muy cerca de todos los representantes de las provincias que concurren a trabajar. Aquellos sueños se concretan cuando el 1º de mayo de 1853 los diputados de las provincias (excepto los de Buenos Aires), reunidos en Santa Fe, sancionaron la Constitución Nacional, en respuesta a una necesidad que surgió tras la Revolución de Mayo. Su objetivo era constituir la unión nacional, afianzar la justicia y consolidar la paz interior. La visión magnánima de Urquiza puede conseguir en tan poco tiempo de que después se silenciaran los cañones que tuviéramos en dos años la Constitución vigente y por primera vez en la historia la capital no está en Buenos Aires y todas las autoridades se instalan en Paraná y todo el territorio de Entre Ríos queda federalizado. La materialización de aquellos proyectos de los habitantes de provincias hermanas se pueden mencionar en la discusión y en la aprobación de las primeras 292 leyes que rigen la vida democrática del país, y fue en Paraná donde residían estas autoridades la sede de la Confederación Argentina”.

Dice Romani: “En este sentido lo importante es que estamos hablando de que se inicia la vida parlamentaria en argentina, otro hecho sustancial. Al mismo tiempo, aquellos primeros legisladores y con la permanente instigación de Urquiza a apurarse a sancionar las primeras leyes, se redactan los primeros códigos, se acuñaron monedas y ante la necesidad de conocer el panorama real de las Provincias Unidas se ordena la realización de censos indispensables para la planificación del futuro. A partir de Caseros se abre un nuevo tiempo para las Provincias Unidas, cuando desde el 5 de marzo de 1854 al 12 de diciembre de 1861 residen las autoridades en Paraná, no solamente hay una actividad política importante sino que hay una actividad cultural trascendente porque todos los grandes pensadores de nuestro país interior se instalan en la actual capital entrerriana, y además los hombres interesados en el desarrollo del país advierten que hay algo especial en Paraná, por eso hay muchos historiadores se han dedicado a investigar exclusivamente qué ocurrió con esta ciudad de mediados y fines del Siglo XIX, porque todo el pensamiento nacional estaba en Paraná o tenía una relación directa, es decir era una referencia del pensamiento y del quehacer y de la visión de los hombres que querían hacer un gran país”.

“No tenemos lamentablemente muchos vestigios materiales de ello, pero se sabe que donde está nuestra Catedral, donde antes estaba la Iglesia Matriz, allí se discutieron y aprobaron las primeras leyes, y donde está nuestra Escuela Normal se tomaron las grandes decisiones que no solamente fueron de Urquiza, sino de los hombres absolutamente importantes empezando por Juan Bautista Alberdi, y tantos hombres y mujeres que estuvieron cerca del vencedor de Caseros”.

El impacto de Caseros se refleja en estos puntos principales: La Batalla de Caseros representa un hito en el proceso de organización nacional en el cual se inscribe también el hecho histórico de la firma del Acuerdo de San Nicolás que se concreta el 31 de mayo de 1852. Se conforma la Confederación Argentina con capital en Paraná, Entre Ríos; desde el 5 de marzo de 1854 al 12 de diciembre de 1861 residen las autoridades en Paraná. Este período finaliza con la batalla de Pavón. El 1º de mayo de 1853 los diputados de las provincias (excepto los de Buenos Aires), reunidos en Santa Fe, sancionaron la Constitución Nacional, en respuesta a una necesidad que surgió tras la Revolución de Mayo. Su objetivo era constituir la unión nacional, afianzar la justicia y consolidar la paz interior. La materialización de aquellos proyectos de los habitantes de provincias hermanas se pueden mencionar en la discusión y en la aprobación de las primeras 292 leyes que rigen la vida democrática del país, esto fue en Paraná, que por ser la capital nacional, se convirtió en el punto de encuentro de intelectuales, científicos, diplomáticos, de distintos puntos del mundo. También la primera plana intelectual y cultural criolla”. 

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