Sauce de Luna: Estelio Kriger, un ejemplo de vida

El vecino de Sauce de Luna, Estelio Kriger, es un modelo de lucha y de esfuerzo, ya que toda su vida se encuentra cimentada en valores y con los años que ha transitado no se detiene y continúa trabajando, convirtiéndose en un ejemplo para muchas personas.

En una charla amena, el vecino de esta comunidad contó a El Observador un pequeño relato de su historia de vida y sobre su origen mencionó que nació en 1926 (no tiene precisión si fue en abril o mayo) en la estancia “La Mermiana”, ubicada en Colonia Secchi, cerca del Arroyo Pehuajó, donde está emplazado un puente que hace más de 40 años que se aguarda por su construcción. “No tuve escolaridad primaria formal completa, pero un vecino de la casa paterna ‘Chito’ Zuffiaurre estaba casado y su señora falleció. Al cabo de un tiempo formó pareja con una maestra quien enseñaba a sus hijos y me invitaron a la estancia para sumarme y aprender. Más adelante asistí a la escuela de Conscripto Bernardi para terminar primer y segundo grado teniendo 14 o 15 años. Cuando crecí compré 40 hectáreas contiguas a Conscripto Bernardi” relató Kriger, quien con sus 92 años, sigue diariamente con sus tareas laborales en el campo, donde cada jornada es un desafío con el firme propósito de al atardecer llegar y compartir junto a su esposa Neda, la calidez del hogar.

– ¿Qué modificaciones experimentó su vida tras formar una familia?

– Edifiqué mi casa y contraje matrimonio con Neda Eguía (enfermera jubilada), quien trabajó en el Hospital local “Crispín Velázquez”. Ella vivía con su madre y yo viajaba desde Bernardi a Sauce de Luna. Compré la casa a un cuñado y le hice ampliaciones (galpón, dos habitaciones, galería, entre otras dependencias).

Tuvimos dos hijas Elizabeth y Marisa (fallecida) y dos nietos y actualmente con 92 años casi diariamente viajo a mi campo en el que se siembra soja, pero de dos años a esta parte la siembra de este cultivo fracasó. También cuento con animales y unos vecinos que trabajan conmigo reciben la paga por día y justamente les abono con animales.

– ¿Considera que se mantienen hoy las costumbres de aquellos años?

– Las costumbres alemanas se mantienen, las comidas se siguen haciendo, mi madre (de apellido Schroeder), siempre cocinaba y nosotros elaborábamos chacinados, quesos, entre otros productos y contábamos con gallinas. Los domingos se solían visitar entre familiares, no hemos sido asiduos a la música y a mi señora la conocí de “paso”, era la novia de un amigo hasta que luego fue mi mujer.

Con respecto a los pobladores rurales hoy por hoy acuden a hacer sus compras a la ciudad, ya no se fabrican prendas de vestir, casi no se amasa y en menor medida se mantienen las huertas y gallineros…

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