Opiniones del Pr. Daniel Ozuna sobre la participación de evangélicos en la política

“Indudablemente nos enfrentamos a nuevos paradigmas en todo el mundo y los evangélicos no escapamos a esa realidad… A medida que vamos transitando la vida, ella nos presenta encrucijadas, situaciones particulares en las que somos confrontados y animados a involucrarnos en nuevos ámbitos. Con los años, hemos ido superando ciertos prejuicios que nos suponían la idea de creer que como cristianos no debíamos participar o involucrarnos en determinados temas o actividades de la vida “secular”, las nuevas generaciones fuimos teniendo una mirada desde una perspectiva autocrítica, siempre desde el contexto bíblico, lo que explica actualmente el hecho de una mayor visibilización nuestra en la sociedad, como así también un mayor compromiso en temas sociales. Esta manera de ver, nos ha mantenido alejados de ámbitos donde se define y construye la sociedad en su conjunto; esto permitió que esos espacios fueran ocupados por personas que aprovecharon inteligentemente la oportunidad de introducir sus ideologías y particularmente de sus intereses personales por sobre el de los demás”.  

EVANGÉLICOS EN LA POLÍTICA

“Puntualmente me preguntan sobre este fenómeno en aumento; digo que es considerado como un fenómeno simplemente, porque nunca habíamos participado en estos espacios. Uno de los detonantes fue indudablemente el tratamiento de la ley de aborto en nuestro país en primer instancia por parte del gobierno del ex presidente Mauricio Macri; luego definitivamente aprobada por el gobierno del presidente Alberto Fernández, quien personalmente se puso al frente junto a sus legisladores, gobernadores e intendentes en pos de ese objetivo. Sumado a esto, las políticas de Estado en una franca oposición a nuestros valores y derechos, acompañadas desde la Legislatura, lo que ha permitido que desde la “legalidad” se acompañe a un proceso que busca deconstruirnos, para volver a “construirnos” violentando el derecho del otro, solo que no siempre lo legal es moral… Nuestra comunidad junto a otras personas, más allá de su fe, padecimos de un inusual atropello, fuimos maltratados, violentados, agredidos, ignorados, incluso hemos padecido la burla por defender nuestros valores. Nuestros reclamos fueron ignorados. Lamentablemente entendimos que no nos sentimos plenamente representados por quienes ejercen el poder político en todo su arco, muchos entonces entendimos el mensaje y creímos que era hora de hacer algo al respecto. He escuchado comentarios en los que nos pretenden intimidar diciendo… ¿qué hacen estos evangélicos en la política? es simple, además de ser gente que practicamos una fe, somos esposos, padres, hijos, nietos, empleados, emprendedores, contribuyentes, consumidores etc., es decir, integrantes de la sociedad, simplemente porque somos ciudadanos argentinos, por qué no entonces? Además, las personas no preguntan ni se sorprenden de la participación en política de personas que participan siendo abogado, ingeniero, contador, periodista, docente, comerciante,  etc., por una cuestión obvia… Otra consideración que surge es la de reconocer a la política como una herramienta extraordinaria de transformación de una Nación en beneficio de su gente y gestionando responsablemente los recursos, de tal manera que todos tengan una vida digna y que esto no sea solo para una casta política y de su círculo de “beneficiados”. La justicia social no solo que debe incluir a todos sin excepción, sino que debería ser un hecho, no una demagogia. Además y definitivamente nuestra comunidad, como cualquier otra, pretende y merece ser tratada  con dignidad y respeto, máxime en un tiempo en el que la demanda de la inclusión está a flor de piel, a menos que esa inclusión pretenda dejar afuera a quienes piensen distinto. Nadie merece ser considerado o tratado como un ciudadano inferior a quienes ostenten el poder en alguna de sus formas en nuestro país”.

CELEBREMOS LA PARTICIPACIÓN

“Creo que la iglesia y el Estado deben estar separados, pero indudablemente que el Estado necesita nutrirse de valores esenciales, que dignifiquen al ser humano no que lo degrade, desde ahí que en el seno de nuestra iglesia (aunque también en otras comunidades de fe) hemos descubierto a personas que Dios ha llamado y que entienden deben comprometerse, capacitarse y participar en política en el partido que más los identifique y les otorgue espacios; además, hay nuevos espacios que están formándose, llamados puros, ya que solo se permite la participación de quienes más allá de su fe comulguen con mismos valores y principios. Cuando este tema surge en nuestro ámbito, dejo en claro mi postura, quién es llamado por Dios a este campo, es el creyente y nunca la Iglesia Evangélica como institución, puesto que ésta tiene una asignación que la pone por encima de todo, incluso de la política”.

EL GRAN DESAFÍO

“En este sentido, se nos advierte que debemos estar persuadidos que el mundo de la política es considerado un ambiente perverso, de mentira y corrupción, que quienes lo transiten deberán saber soportar para no caer en la red y terminar siendo uno más de esos políticos que hoy no aceptamos. Es obvio que esta incursión significa cierta preocupación en muchos de los actuales políticos, pero tal vez a modo de calmarlos, digo que no se dará el hecho de que todo el arco evangélico se encolumne en uno u otro espacio, sea tradicional o los insipientes, aunque sus integrantes sean 100% cristianos, por muchas razones, entre otras, el hecho de que a nuestras congregaciones asisten personas que se identifican con distintas ideologías políticas, lo que no es un problema a la hora de la convivencia cristiana. Además, comparto con muchos de mis colegas en la idea de que no es ni debería ser  una meta a alcanzar ni a corto o largo plazo… No vivimos una crisis de moral sino algo peor y es el intento de llevar a la sociedad a la ausencia de toda moral, basta echar un vistazo a las problemáticas actuales, para entender qué es lo que nos espera si ese objetivo logra instalarse entre nosotros, un caos. La Biblia nos advirtió diciendo que vienen tiempos en los que a lo bueno se le llamaría malo y a lo malo, bueno. Cuando esto es impulsado desde los espacios de poder político, no podemos esperar menos que una crisis cada vez más profunda, donde la justicia será más injusta, las oportunidades serán solo para unos pocos y donde el Derecho importará más que las obligaciones de cada persona, el sentido común se torna escaso y donde el egoísmo será mucho más fuerte que el amor al prójimo, etc. Además, debo decir que es imposible pretender que nos vaya bien mientras “legalmente” se asesinan miles de inocentes en el vientre materno y que además se pretenda adoctrinar a nuestros hijos con el fin de afectar su auto percepción sexual por sobre la biología. Esa ausencia de moral queda en evidencia por ejemplo en que es imposible no ver cómo han perdido la dignidad a sus propias investiduras quienes actúan y se expresan sin cuidado alguno, dirigiéndose a la sociedad con una total falta de respeto y actuando como si fueran superiores a todos, incluso a la ley, una casta acomodada, desentendidas de las reales problemáticas de las personas, preocupados en sus intereses, sean personales o partidarios, mientras la situación social y económica de las personas sufre de una denigrante decadencia estructural e integral, que duele más allá de los números reflejados en los índices del INDEC entre otros indicadores. Cuando me preguntan si la incursión de evangélicos en el mundo político garantiza un mejor porvenir, digo que eso se verá, ahora los actuales pueden garantizarlo. Recuerdo una frase de Einstein: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez, esperando obtener resultados diferentes”. Agrego un concepto bíblico interesante “un poco de levadora leuda toda la masa y aplica en el sentido de lo bueno como de lo malo. Más allá de un fenómeno, creo que esta decisión debe tomarse como un desafío, en el que vale más el compromiso y participación que solo criticar o lamentarnos… Creo que con el tiempo, el aporte de nuestros creyentes redundara para bien”.

“Para terminar, afirmo lo que dijo nuestro Señor Jesús, separados de Él será imposible vivir, mal que nos pese; está claro que cada vez que intentamos deshacernos de Él y sus postulados, padecemos las consecuencias. No me refiero a aceptar una determinada religión sino a considerar dejarnos ayudar con los valores y principios de vida que se desprenden de su naturaleza, para que nos vaya bien a todos, pero como debe ser, la decisión es nuestra. Dios bendiga nuestra Nación”.

* Daniel Ozuna, pastor principal del Ministerio Camino Nuevo Concordia; socio fundador de APER (Asociación de Pastores de Entre Ríos) y socio fundador de APUC (Asociación de Pastores Unidos de Concordia)

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