¿Qué diferencia hay entre la varicela y la “Viruela del Mono”?

La varicela es la enfermedad exantemática más frecuente de la infancia. Se estima que produce aproximadamente 400.000 casos nuevos cada año en Argentina, los cuales se presentan habitualmente en la primera década de la vida. Ha sido considerada una enfermedad benigna, sin embargo, los adultos, las embarazadas y los pacientes inmunosuprimidos o con ciertas enfermedades subyacentes, pueden desarrollar complicaciones y tener una evolución grave. Hay inquietud de muchos padres sobre la relación o diferencia que tiene con la “Viruela del Mono”, que presenta algunos síntomas similares. Pero mientras la varicela genera vesículas pequeñas que suelen causar picazón intensa, las lesiones de la última nombrada, son más grandes y profundas, a menudo llenas de pus.

En Argentina, el Ministerio de Salud de la Nación lanzó un plan de detección y prevención de la enfermedad y anunció el fortalecimiento de las recomendaciones según las guías del Reglamento Sanitario Internacional para dar las alertas ante sospechas a todos los referentes de frontera en los puntos de entrada terrestre, puertos y aeropuertos.

Según remarca la Dra. Paola Caro (MN 113.445), directora médica de Vittal, “el patógeno de la ‘Viruela del Mono’ ingresa a través de la piel dañada (aunque puede no ser apreciable a simple vista), el tracto respiratorio o las mucosas (ojos, nariz, boca, genital). La transmisión de animales a seres humanos ocurre por mordidas, arañazos o contacto directo con fluidos, sangre o carne. La transmisión interpersonal es por contacto físico (tocarse, besarse o tener relaciones sexuales) o por contacto estrecho, cara a cara y prolongado por medio de gotitas respiratorias de gran tamaño. Otras vías de transmisión son el contacto directo o indirecto con lesiones de piel, costras o fluidos corporales de una persona enferma. En general, la mayoría de las personas se recuperan en el transcurso de las semanas. Sin embargo, en algunos grupos se puede presentar como enfermedad grave, como en la población pediátrica o en personas inmunocomprometidas”.

La enfermedad suele comenzar con fiebre, cefalea, dolor muscular y de espalda, linfadenopatías y astenia. Entre 1 y 5 días posteriores se agrega exantema, que pasa por distintos estadios hasta formar una costra que luego se cae. Hasta que no se hayan caído las mismas, la persona sigue contagiando.

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