Preocupación de padres y estudiantes: ¿Qué carrera seguir el año que viene?

Con el comienzo de septiembre, muchos estudiantes adolescentes que terminan el nivel secundario empiezan a preocuparse al tener que decidir qué harán cuando termine el ciclo lectivo. Paralelamente, los padres en muchos casos se desesperan al ver lo desorientados que están sus hijos y lo carente de herramientas que se encuentran como para tomar la decisión de programar su futuro laboral o profesional. Cuando se generan estas situaciones, la psicología ofrece una alternativa interesante, que es la orientación vocacional.

Acerca de estas prácticas, El Observador dialogó con la Lic. en psicología Doly Plem, quien explicó: “Es un proceso por el cual puede atravesar un alumno próximo a finalizar la secundaria, para decidir qué carrera universitaria u oficio quiere continuar. Consta de 3 etapas: el autoconocimiento, la información y la determinación. En un principio se trabaja para que el chico se descubra a sí mismo. Es un período en el que se identifican sus intereses y aficiones, se detectan sus habilidades y aptitudes respecto de distintas actividades. Habitualmente los adolescentes no están acostumbrados a ponerse a pensar quiénes son, qué cosas los motivan y cuáles no, entonces este proceso los enfrenta a tener en claro cuestiones de su personalidad. En la segunda etapa, se evalúa la información a la que el joven tiene acceso, respecto de las distintas carreras. Se analizan qué universidades ofrecen las carreras buscadas, beneficios y desventajas de facultades públicas y privadas, se ponderan distancias, posibilidades de viaje o de hospedarse en otra ciudad y demás. En este período de la técnica también se profundiza en lo que es el programa de estudio de la carrera elegida y se contacta a un profesional que esté ejerciendo esa profesión, para despejar dudas y conocer cómo es la actividad rutinariamente. Para quienes optan por trabajar, se indaga acerca de lo redituable que puede ser el oficio, qué empresas o instituciones pueden estar necesitando sus servicios y hacia dónde apuntar al presentar el curriculum vitae o completar una solicitud de empleo. Finalmente, llega la etapa de elección, que va acompañada del tratamiento de cuestiones como cuándo debe inscribirse en la universidad, qué hábitos de estudio debe modificar para obtener buenos resultados y cómo debe reorganizar sus horarios y actividades”.

La profesional manifestó que la duración del proceso de orientación vocacional u ocupacional varía de acuerdo al adolescente, puesto que algunos llegan al final de la escuela secundaria con una idea aproximada del área sobre el cual les gustaría incursionar y otros se encuentran muy desorientados para ese momento. Las sesiones se pueden desarrollar en consultorios privados, siendo recomendable el inicio de las mismas cuando el joven transita la mitad del 5° año. Sin embargo, muchas instituciones escolares optan por brindar este servicio a sus alumnos, comenzando a desarrollar la primera etapa en 4° año, puesto que al realizarse en grupos, el avance es más lento.

Respecto de la influencia que los adolescentes pueden tener por sus padres u entorno a la hora de proyectar su futuro, Plem explicó: “Cada estudiante debe decidir por sus propios motivos, ya que será quien protagonice ese proyecto de vida que se está definiendo, que si bien es en lo laboral, influirá obviamente en su estilo de vida, su economía, las personas con que se va a relacionar y las situaciones a las que se va a exponer o de las que va a participar. Los psicólogos somos sólo orientadores, pero la decisión la toma el chico. La presión del entorno es un tema que también se aborda, porque aparece naturalmente, ya que así como el hijo está preocupado por no saber qué seguir al año siguiente, del mismo modo los padres están ansiosos y a veces desorientados en cómo poder ayudarlos. Es necesario el acompañamiento familiar, pero no es beneficioso llegar al nivel de presionarlos, porque luego surgen frustraciones cuando los chicos abandonan o cambian de carrera. Muchos llegan al consultorio idealizando alguna profesión, porque es lo que hacen sus padres, porque suponen que van a ganar mucho dinero, que será fácil conseguir trabajo, porque podrán quedarse en la ciudad, pero habitualmente debemos trabajar sobre estos deseos, para que ellos analicen también lo que es la realidad social”.

Como profesional abocada a esta temática, la psicóloga indicó que en líneas generales, quienes completan las etapas del proceso de orientación, demuestran un interés durante el cursado universitario, obtienen buenos resultados y principalmente, terminan las carreras que eligieron originalmente.

En cuanto a los hábitos que los estudiantes deben afrontar en el traspaso del secundario a la facultad, Plem comentó: “Dependiendo del tipo de carrera seleccionada, fundamentalmente van a cambiar las horas que deben dedicarle al estudio. Van a necesitar muchas más horas de lectura, repaso, confeccionar resúmenes, entro otras técnicas. Los estudiantes secundarios vienen acostumbrados a dedicarle poco tiempo al estudio, incluso para un examen se preparan 2 días antes, sistema que en el nivel universitario no les va a resultar. La facultad requiere de otro tipo de organización y de compromiso, en el que de antemano hay que distribuir bien las actividades diarias. El cursado también será más intenso. No es cuestión de asustarse y pensar que al ingresar a la universidad, se pierde la vida social del adolescente, de hecho pueden salir al boliche un sábado, pueden reunirse con amigos, pero para ello deberán encarar de manera diferente sus hábitos. Por otra parte, habitualmente aprecio que un déficit en cuanto a técnicas de estudio, porque muchos llegan con miedo a que les vaya mal, ya que estudian de memoria o no están prácticos para resumir o leer de manera comprensiva. En esas ocasiones, también se les brinda desde el consultorio un asesoramiento u orientación como para que puedan tomar clases particulares de apoyo”.