Por caída en las ventas, cierra emblemática juguetería de la Peatonal de Paraná

En el rubro mercantil se habla que es común que se produzcan tanto las bajas como las altas de locales. Sin embargo, cuando se trata de casas con historia en el ramo, queda en claro que las consecuencias ocurren por otras circunstancias, más profundas.

 

Desde esta semana, la juguetería Big Factory inició una liquidación total por cierre. El suyo no es un caso aislado, ni en la Peatonal ni en otros corredores comerciales de la ciudad: sin embargo, sobresale porque se trata de un local con casi 30 años de permanencia, constituyendo ya una postal urbana clásica y emblemática.

 

Varios factores responden a esta determinación de cierre de un emprendimiento comercial y de puestos de trabajo: como se encargó de precisar a Uno su propietaria, María Cristina Rouco, hay cambios de hábitos de consumo, pero también una estrepitosa caída de ventas desde mediados del año pasado y fundamentalmente en los últimos dos meses.

 

“Tomar una decisión es duro, difícil. Pero no tengo más opciones y no quiero fundirme, o terminar en bancarrota. Lo vengo pensando hace varios meses, y cada vez se vende peor. Fui empujada por las ventas a tomar la decisión”, contó.

 

Big Factory abrió sus puertas en diciembre de 1989. “Empezamos con la juguetería Rataplan. Era venta personalizada, y fue muy exitosa. Pasaron los años y cambiaron un poco las maneras de comercializar; entonces tuvimos que hacer un recambio y en 1995 hicimos una liquidación de Rataplan, porque no podíamos vender otra cosa que no sea juguete. En el inconsciente colectivo de Paraná, el lugar era una juguetería”, recordó sobre los orígenes.

 

Fue el tiempo y época de los polirrubros de Todo por 2 pesos. “Cambiamos de nombre –desde allí se llama Big Factory–, pero no era de 2 pesos, sino de todos los artículos, con distintos precios. Así seguimos, después decidimos en un local dejar bazar y regalería, y aquí quedamos como juguetería y librería, que son afines”, acotó.

 

En 2015, dijo, empezó a notarse un cambio en el nivel de comercialización. “Las ventas empezaron a flaquear, lentamente, pero en curva descendente. Vendíamos igual pero teníamos alta inflación, pero en pesos vendíamos lo mismo y eso iba deteriorando. Y llegamos ahora, y son muchos los factores, no es uno solo”, indicó Rouco.

 

Mencionó los cambios en los hábitos de consumir. “Ahora a los niños de más de 6 años o incluso más pequeños, no le llevan más juguetes, y se opta por más electrónicos o tablets. Toda la parte de electrónica le quitó a la juguetería. Antes –ejemplificó– vendíamos muñecas Barbie hasta los 12 años; hoy a esa edad las nenas no juegan más con muñecas, sino que van a bailar”.

 

Citó también las compras por Internet, que la gente ha adquirido como hábito, por distintas razones o tal vez precios. “Obviamente hay una diferencia de costos y gastos con quienes tienen un local, porque esas ventas por Internet solo requieren una buena logística, lo único que hacen es repartir”.

 

Enumeró la gran presión impositiva, los aportes patronales, y gastos como alquiler y tarifas de servicios, que terminan presionando sobre ingresos cada vez menores.

 

“Desde agosto a esta parte, y fundamentalmente en los últimos dos meses, las ventas han sido desastrosas. Entonces he tomado esta decisión, porque no quiero quedarme sin nada, quiero con este pequeño capital poder pagar las indemnizaciones y cerrar bien”.

 

Y tras reconocer el dolor por el cierre luego de tantos años, sostuvo: “La vida es así. Hay que cambiar cuando algo no funciona, porque lo exige el camino de la vida”.

 

El local seguirá con la liquidación tal vez hasta junio, en función de cómo se vaya desprendiendo de todo el stock disponible.

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