Pautasso (INTA Diamante): Explican pautas para maximizar la producción de trigo

En los últimos años, el trigo alcanzó las 7.000.000 de hectáreas en el país, de las cuales unas 350.000 fueron sembradas en Entre Ríos, lo que representa el 6% de la superficie nacional. Técnicos de la Agencia de Extensión Rural del INTA Diamante, brindaron recomendaciones para ajustar las principales prácticas para maximizar los rindes del cereal. En general, el manejo de los cultivos debe realizarse siguiendo una serie de líneas, basadas en principios científicos probados. En este sentido, trabajos y ensayos realizados por especialistas del INTA Paraná y de dicha agencia, determinaron que variables de manejo, como el efecto de las lluvias de otoño, la fertilización, la elección de cultivares, el cultivo antecesor, las enfermedades y el uso de bioinsumos, tienen un impacto notable sobre el rendimiento.

Juan Manuel Pautasso, jefe del INTA Diamante, expresó: “Si bien fueron estudiadas e informadas una gran cantidad de variables, sólo la mitad de ellas generan incrementos importantes y significativos al rendimiento, entre las que se encuentran la situación hídrica de la campaña, la elección de variedades con potencial, uso correcto de fungicidas, cultivo antecesor y un adecuado diagnóstico de fertilización… Una buena recarga del perfil del suelo durante el otoño, sumado a bajas precipitaciones durante el período crítico de crecimiento de la espiga, son las condiciones ambientales más favorables para la obtención de altos rendimientos de trigo” comentó el técnico, quien analizó el impacto de las lluvias de otoño en la región, desde el 2003 hasta el 2019, con excepciones de los ciclos agrícolas 2012 y 2014 que fueron afectadas fuertemente por enfermedades.

“Cuando el agua fue limitante, un mejor manejo del resto de las variables se tradujo en un incremento del rendimiento en 422 kilos de trigo por hectárea, mientras que cuando el agua no limitó el rendimiento, el aumento promedio fue de 1947 kilos de trigo por hectárea”, destacó.

En relación al impacto del cultivo antecesor, cuando fue soja, el trigo rindió 497 kilos más por hectárea en relación al antecesor maíz. Esta diferencia se redujo a 300 kilos por hectárea cuando se utilizó fertilizante nitrogenado. “Este dato surgió del análisis de 17 ensayos realizados por la Agencia Diamante del INTA durante 4 ciclos agrícolas, nueve sobre soja y ocho sobre maíz”, indicó Pautasso.

Para analizar el impacto del ciclo y del cultivar, se utilizó información de la “Red de Ensayos Comparativos de Cultivares de Trigo” de Paraná. Se seleccionaron los seis últimos ciclos agrícolas (2014-2019) y se observaron los cultivares que, al menos, se repetían por tres años.

En cuanto a las enfermedades foliares, se evaluaron 15 ensayos durante cuatro ciclos agrícolas: tres sobre trigos susceptibles a roya, ocho sobre trigos moderadamente susceptibles y cuatro sobre trigos con reacción de resistencia a roya. Los mismos consistieron en aplicaciones de fungicidas en hoja bandera con enfermedad presente en niveles dentro de los umbrales recomendados, comparados con testigos sin tratar. Las enfermedades presentes fueron roya amarilla y roya anaranjada.

“La respuesta a la aplicación de fungicidas dependió del perfil sanitario (tipo de reacción frente a roya) y tuvo un rango entre 269 y 1362 kg de trigo por hectárea”, detalló Pautasso y añadió que, además, se compararon dos momentos de aplicación. La respuesta a la aplicación realizada en el momento óptimo fue de 934 kilos de trigo por hectárea, mientras que el retraso en la aplicación (cultivo en grano pastoso) no generó incrementos en el rendimiento”.

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