Paraná Campaña: El hombre de negro que hizo punta en el ascenso

Marcelo “Pirulo” López a la izquierda de Horacio Elizondo en la final de Paraná Campaña 2004. El oriundo de Bovril fue el primer juez nacional de Paraná Campaña que llegó al ascenso. Mano a mano con El Observador, recorrió parte de su trayectoria.

Marcelo López, o sencillamente “Pirulo” para quienes lo conocen más en confianza, nació el 13 de noviembre de 1960 en la localidad de Bovril (departamento La Paz). Si bien estaba en una familia donde se respiraba fútbol, no se imaginaba que gran parte de su vida estaría vinculada a ser quien comandara los hilos de un partido.

Lució la casaca de Deportivo Bovril desde pibe, pasó por Unión FC de Alcaraz e Independiente FBC de Hernandarias hasta que en 1989 colgó los botines y se colgó el silbato, casi por casualidad. Fue el primer árbitro de la Liga de Fútbol de Paraná Campaña en ser nacional y dirigir en los torneos de ascenso. Parte importante de la historia del fútbol chacarero.

Ante El Observador recorrió aquellos 25 años de carrera. Habló de su estilo, cómo afrontar los partidos, los duelos picantes de la Liga, el fútbol de ascenso, su referencia a Juan Carlos Loustau, el significado de ser respetado y respetar a los jugadores y por qué desde hace años no pisa más una cancha.

– ¿Por qué comenzaste a dirigir y a qué edad?

– A los 29 años y fue casi de casualidad porque tres amigos iban a hacer el curso de árbitros a María Grande y no tenían auto para viajar. Como yo tenía, me pidieron que los llevara, fui, ya que estaba me puse a escuchar y me interesó. Como iban a ir todas las semanas me dijeron que se podía ir los sábados, yo trabajaba de lunes a viernes, así que les dije que sí y realicé también el curso. Al torneo siguiente comencé a dirigir en Tercera División y fui cuarto hombre de Primera, fue en el 89/90.

– ¿Tuviste alguna sensación extraña al momento de debutar en Primera?

– No porque fui subiendo de categorías. Hice la carrera, me acuerdo que el primer partido en Tercera (actual Sub 17) fue Atlético María Grande y Viale FBC en cancha de Viale. Después estuve en Segunda (Sub 20) y finalmente llegó la posibilidad de Primera.

– ¿Jugaste al fútbol?

– Sí, jugué en Deportivo Bovril, un año en Unión FC de Alcaraz y el último en Independiente FBC de Hernandarias. Era 5, volante central.

– ¿Rústico o de buen pie?

– Era más de tocar que de marcar, jugaba más con la pelota.

– Haber sido futbolista y vestido ciertas camisetas, ¿te jugó en contra a la hora de arbitrar?

– Acá en Paraná Campaña no, porque inclusive dirigí a los equipos que jugué. Arbitré el clásico de Bovril y no hubo ningún inconveniente. Es más, yo jugué en Deportivo y en ese partido fue la primera vez que ganó Juventud Unida.

Partido de ida en la finalísima del 2003 de Paraná Campaña. Jorge Godfried de Universitario y Martín Isla de Hernandarias. El Diabe sería campeón. Los asistentes son Héctor Canalis y Adrián Fonzo.

– ¿De qué manera preparabas los partidos?

– Lo tomé siempre como un trabajo, más que una vocación era algo muy serio que tenía que hacer. Dirigí el clásico de Hernandarias en cuatro ocasiones y jamás tuve un inconveniente. Es el clásico más polémico de nuestra Liga, el otro es el de Viale donde también estuve en cuatro ocasiones. Siempre fui muy respetado y después que dejé de dirigir, cuando trabajaba en la designación de los jueces, fui a ver algunos partidos y estuve en las tribunas de todos y jamás me dijeron nada, no sufrí ninguna agresión verbal, ni siquiera de chiste. Más allá de haber dirigido un partido 8 puntos, otros de 6 o de 5, siempre me desempeñé de la mejor manera posible y sin beneficiar a nadie, sin privilegios para nadie y respeto para todo el mundo.

– ¿Cuáles eran los jugadores más complicados a la hora de arbitrar?

– Habían algunos jugadores complicados, cada equipo tenía su caudillo. Recuerdo que en un clásico de María Grande estaban Omar (Yiyo) Werner en Litoral y Coche (José Luis) Casco en Atlético. Eran bravos para jugar y me tocó expulsarlos a ambos en un mismo partido, sin embargo no hubo ningún problema. Tenías jugadores de Hernandarias, Hasenkamp o Cerrito que siempre protestaban y sin embargo no recuerdo haber tenido algún conflicto con ellos.

– Ya ingresabas a la cancha sabiendo quién jugaba en cada equipo.

– Lo que me favoreció haber jugado al fútbol en la Liga fue que ya me conocían y yo conocía a varios. Creo que fui muy respetado en ese sentido. No fui un gran jugador pero sí respetado como persona y eso me valió más que haber sido un buen jugador o árbitro. El premio que me llevo tras tantos años de arbitraje es ese, haber sido respetado más como persona que como árbitro.

Clásico de María Grande con los capitanes Julio Schmidt (Atlético) y Omar Werner (Litoral).

– ¿Qué otros torneos dirigiste?

– Hicimos el curso de árbitro nacional en Mar del Plata y una vez que me recibí empezamos a dirigir el Torneo Argentino A y B, y el Regionalito. Fui el primer árbitro de Paraná Campaña en llegar al fútbol del ascenso, por eso siempre le estaré muy agradecido a Rubén Rezett y al recordado Lucho Ledesma por el respaldo de siempre en mi carrera. En Entre Ríos dirigí los tres clásicos más importantes. Había equipos de mucho peso como Patronato, Wanderers de Concordia, Gimnasia de Concepción del Uruguay o Juventud Unida de Gualeguaychú. Por suerte siempre tuve desempeños correctos.

– ¿Fue el techo de tu carrera?

– Sí, el Torneo Argentina A y B, no llegué al Nacional B.

– ¿Qué sentías estar representando a la Liga de la cual fuiste jugador y árbitro?

 – Una responsabilidad y una apuesta porque sabía que me estaban mirando los veedores de cada lugar. Me enfocaba más en la performance personal y en tratar con mis compañeros, de sacar adelante un buen partido. No era sencillo, porque muchas veces a los compañeros de terna los conocía en la cancha. Tuve la posibilidad de estar en diversas provincias, en diferentes canchas con sus hinchadas y su pasión. Estuve en finales de ascenso, tal es así que el último partido que dirigí fue el de 9 de Julio de Rafaela y Sportivo Belgrano de San Francisco (Córdoba) por el ascenso al Argentino A. En Rafaela ganó 9 de Julio 2-0 (2005), en la revancha perdió 1-0 y ascendió por diferencia de goles.

– ¿Sabías que era tu último partido?

– Sí, sabía. Lo tomé como un premio, en noviembre yo cumplía 45 años y sabía que al año siguiente no iba a dirigir. Fue un gran partido, una gran noche porque sabiendo que era el último nos fue bien. Sin dudas que resultó un gran premio a lo que había hecho durante mi carrera. Otro partido importante fue entre Juventud Unida de San Luis y Estudiantes de Río Cuarto por el Argentino B. Fue un partidazo. También en el partido que se inauguró la tribuna de calle San Nicolás en cancha de Patronato ante Central Córdoba. Estaba repleta como si fuera una final, fue por el torneo 2000/2001.

Final del Torneo Argentino B 2005 entre 9 de Julio (Rafaela) y Sportivo Belgrano (San Francisco). Fue su último partido. Lo escoltan Adrián Fonzo y Jorge López.

– En Paraná Campaña estuviste con varios árbitros de Primera de AFA. ¿Qué recuerdos te quedan?

– Fueron varios, sí. Uno guarda las charlas en la previa, algunas preguntas vinculadas con la profesión o con la vida de ese árbitro que llegaba a nuestras canchas. Recuerdo que fui asistente de Horacio Elizondo en la final de Cerrito y Litoral en el 2004, dos años después dirigió el Mundial de Alemania. Aproveché para decir que le di clases para ir el Mundial jaja. Uno de los mejores, sin dudas.

– ¿Qué rescatás de haber estado en un mismo partido con nombres de tanta trascendencia?

– Más que nada las charlas, siempre hay anécdotas, consejos… Igualmente la mayor impresión que tuve fue de Juan Carlos Loustau quien estaba al frente del curso para árbitro nacional en Mar del Plata. Fue el árbitro que siempre admiré y no podía creer que estaba dictándome la clase. Después nos quedábamos charlando por un buen rato y fue una riqueza técnico-arbitral muy grande. Obviamente que también indagábamos por momentos muy significativos de su trayectoria. Entre otros partidos él estuvo en Brasil – Chile de 1989 por las Eliminatorias, donde cayó una bengala cerca del arquero chileno (Roberto Rojas) y éste simuló que le había lesionado el rostro, en realidad él mismo se produjo el corte y fue un escándalo a tal punto que suspendieron a Chile para las Eliminatorias de USA 94. También Loustau fue árbitro en el Mundial ’90 y dirigió el gran duelo entre Alemania y Holanda en octavos de final donde expulsó a dos pesos pesados como Frank Rijkaard y Rudi Völler. En fin, mucha historia y esas charlas que te dejan mucho más que la clase en sí. Fue el árbitro que más me enriqueció.

Junto a Juan Carlos Loustau en el curso de árbitro nacional. Mar del Plata, 1995. Su referente.

– No debe ser nada sencillo ir a una cancha, donde te están puteando constantemente.

– Son los gajes del oficio, creo que no putean a la persona sino a alguien que está vestido de negro, tratando de ser imparcial o impartir justicia. También es táctica de parte de la hinchada porque puede ser que uno no tenga la personalidad suficiente para manejar ese ambiente y eso es algo normal. Es como el jugador de fútbol, hay quienes dentro de la cancha agreden verbalmente, prácticamente como algo “táctico” para sacar al rival del partido.

– ¿Tenías una estrategia a la hora de arbitrar?

– Uno debe saber qué equipo va a dirigir, prepararse mentalmente. En Paraná Campaña no es lo mismo dirigir un cotejo cualquiera que el clásico de Hernandarias o Viale. Hay partidos que se juegan solamente los domingos y otros que se juegan toda la semana. Uno se prepara para eso y lo mismo cuando va a dirigir los torneos de afuera. Me tocó estar en la cancha de Central Córdoba de Santiago del Estero y el estadio estaba repleto, no se podía ingresar 500 metros antes. Naturalmente que no es lo mismo un partido de esas características que uno con poco público. En encuentros definitorios el estadio está repleto, hay más cámaras, más periodistas, es otro ambiente y uno se prepara para estar a la altura de ese acontecimiento.

Duelo de Bovril, su ciudad. A la derecha, su hermana Mariela, quien fue asistente de Primera. Los jugadores son Rubén Gotte (Deportivo) y Antonio Rodríguez (Juventud Unida).

– ¿Cómo manejabas los partidos?

– Hay un principio que es muy importante que rige desde el principio para lo que sigue del partido: no equivocarse en la primera amarilla. Cuando una jugada es de amarilla y es amarilla por más que vayan 5 o 15 minutos, hay que sancionarla como tal. Era un principio básico para mí, porque si en los primeros minutos había un foul fuerte y lo dejabas pasar, a partir de eso el partido corría peligro que se te escapara de las manos.

– ¿Eras de hablar con los jugadores?

– Sí, siempre con mucho respeto de todos, no tenía inconveniente de hacerlo. Eran tiempos donde se hablaba mucho de Castrilli y Lamolina, uno severo y otro del siga-siga, pero no me identificaba con un estilo. Siempre admiré mucho a Loustou porque para mí era el más grande todos.

– En los partidos del ascenso, ¿te informabas cómo estaba cada equipo?

– Sí. En aquellos tiempos todavía salía la revista Sólo Fútbol, era muy completa con todos los torneos del país. Ahí estaba la calificación de los jugadores, sabíamos quiénes jugaban, había equipos con futbolistas de trayectoria incluso con pasado en Primera.

– ¿Cuál fue la cancha más complicada de Paraná Campaña?

– De Paraná Campaña es la de Hernandarias, pero el clásico más complicado es Tuyango y Atlético Hernandarias en la cancha de Piedras Blancas. Es tremendo, una rivalidad de pueblos muy fuerte. Ahí me tocó un partido bravo con la cancha llena, tuve que expulsarlo al Pila (Edgardo) Sánchez de Atlético Hernandarias, me dio la mano, todo bien, se iba rumbo a los vestuarios hasta que alguien le dijo algo desde la tribuna y reaccionó, se trepó al tejido y cayó arriba del hincha. Se armó. Esperamos hasta que se normalizara la situación y terminamos jugando los últimos 15 minutos de noche, en medio de relámpagos e incluso con lluvia en los últimos instantes. Esos duelos eran muy bravos.

Torneo Argentino B. Unión de Crespo y Libertad de Gualeguay en cancha del Cervecero.

– ¿Cuál fue el partido más jodido que te tocó dirigir en el ascenso?

– Por el Argentino B, zona de Entre Ríos, en La Floresta jugaron Sportivo Urquiza y Ferro de Concordia. Las hinchadas habían tenido problemas en Concordia, en el cotejo de ida. Por lo que el ambiente venía tenso para la revancha. Iban 26 minutos del primer tiempo y desde la tribuna de Sportivo tiraron un pedazo de ladrillo a la cancha y dio en un jugador de Ferro. Lo lastimaron y lo tuvieron que llevar al hospital. Suspendí el partido, presionaron para que siguiera pero no podía hacerlo ante esa situación. Después hubo incidentes entre la hinchada y la policía. Con nosotros no había tanto problema, nos retiramos con normalidad, era más el duelo entre las parcialidades que otra cosa, por lo que había pasado en la ida.

– Estuviste en Paraná Campaña durante toda la década del ’90 hasta principios del 2000, tiempos de grandes jugadores. ¿Quiénes se te vienen a la cabeza?

– Sí, había grandes futbolistas. En María Grande, estaba Cachito Comas, Catelani de Cerrito, Oscar Casco, papá de Milton, era un jugadorazo bárbaro. Cuando yo estaba en mis últimos años de árbitro, empezó a jugar Milton y me tocó verlo como puntero, delantero por afuera, y cuando vi que estaba de lateral en Gimnasia de La Plata, no podía entenderlo por las grandes virtudes que tenía. Pero uno al llegar al profesionalismo debe estar preparado para esas cosas. También me acuerdo de los Alzugaray de Viale FBC, los Kamlofsky de Alcaraz con quienes incluso jugué, el Juano Godfried en Viale y después en Universitario y tanto otros. Eran años de futbolistas muy buenos y todos nacidos de Paraná Campaña.

Una más actual de quien fuera referente del arbitraje en Paraná Campaña.

– ¿Seguiste vinculado al fútbol después de dejar de arbitrar?

– Te puedo decir que hace varios años que no voy a la cancha. Después que me retiré, estuve en las designaciones de los árbitros en cada fecha de Paraná Campaña. Luego de eso directamente dejé de ir a la cancha, sentí como que era una etapa cumplida tras 25 años en la Liga. Nunca más vi un partido, inclusive estaba en mi casa cuando se jugó la final de Deportivo Bovril y Viale FBC (2013) y no fui viviendo a cuatro cuadras. Es como que se terminó esa etapa. No hay un rechazo, simplemente lo siento así.

– ¿Qué es lo que más rescatas de tantos años como árbitro?

– Una de las cosas más lindas fue haber recorrido gran parte del país, prácticamente desde General Pico, La Pampa, hasta Tucumán. Estuve en canchas de Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Corrientes, Misiones, gran parte de Entre Ríos. Después, haber estado en una cancha con futbolistas que yo admiraba de chico y que nunca pensaba conocerlos personalmente como Francisco Pancho Sa, ídolo de Independiente y Boca, cuando era técnico en Corrientes, o Chocolate”Baley, arquero campeón del Mundo en 1978. Tener la posibilidad de hablar con ellos y de conocer hasta historias internas de la Selección Argentina que ganó el Mundial, eso fue muy lindo. También recuerdo en un partido de Renato Cesarini (Rosario) con Jorge Solari como DT. Antes del cotejo me dijo: “Cuidámelo al 10 que está en la Selección”. Era Leonardo Ponzio que ya estaba en el equipo Sub 15 de Néstor Pekerman. Jugaba de enganche y tenía buen dominio.

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Por Mauricio Jacob
Desde Crespo
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