Padre Faliszeck contó sobre su misión con niños ucranianos que escaparon de la guerra

El Padre Jorge Faliszek, oriundo de Polonia, quien durante muchos años desempeñó su tarea sacerdotal en Crespo, estuvo días pasados en su país y en diálogo con Canal 7 CVC, contó sobre la tensión que se sigue viviendo en Europa a raíz de la guerra entre Rusia y Ucrania y cómo Polonia recibe a cientos de refugiados

Faliszek expresó que “mi familia vive, en línea recta, a 120 kilómetros de la frontera con Ucrania. Estamos con mucho miedo de que algún proyectil pueda caer en territorio polaco. Hasta ahora no ocurrió, pero lo que sí vemos es una movida descomunal de los refugiados. Son 3.000.000 de ucranianos que ya llegaron a Polonia. Allí estuve en aeropuertos y estaciones de trenes, donde se escucha más el idioma ucraniano que el nuestro. Los colores de mi país son el blanco y el rojo, pero ahora acompañan el azul y amarillo (de la bandera ucraniana). En mi pueblo, se nota un gran movimiento de aviones de pasajeros que desvían los países en guerra, pero también helicópteros y aviones de guerra sobrevuelan muy bajo y que asustan a todos. Es algo que la nueva generación escuchamos de los mayores cuando nos hablaban de la 2ª Guerra Mundial. Estuve en fosas que se construyeron hace 100 años y pareciera que esto es historia, pero no es así, porque la amenaza hoy es constante. El régimen de Rusia no quiere quedarse solo con Ucrania, hay una idea de reconstruir la ex Unión Soviética. De un día para el otro, quiere hacerse dueños de países vecinos y teniendo tanto territorio. En tiempo donde impera el respeto de los derechos humanos y la democracia, parece que hemos retrocedido”.

Sobre cómo cree que se resolverá el conflicto, el sacerdote expresó que “la guerra superó ya los 100 días de duración; se necesita mucha oración, que en Polonia se hace visible en plazas y otros lugares públicos; también a través de las redes sociales o en Youtube. Vemos una gran movida de familias enteras aferradas a la parte espiritual. Hay que reflexionar en estos momentos sobre la importancia del sentido de la vida. Esta guerra movió los corazones y mente de muchas personas, nos hizo mirar la vida de otra manera, más profundamente y también comprobamos la fragilidad que hay. Europa vivió momentos de gran progreso económico, parecía que se estaba en un paraíso, pero todo se hace tan frágil… Mi presencia en Polonia, a la que volví después de un largo tiempo, no fueron vacaciones, sino que me dediqué a la animación misionera y principalmente a una acción solidaria, bajo el lema ‘De corazón a corazón por Ucrania’. En Argentina, cuando tuvimos un encuentro nacional de grupos de ‘Infancia y Adolescencia Misionera’, llegamos a la conclusión de que debíamos tener un compromiso de hacer algo, así que durante la última Cuaresma, chicos de colegios y parroquias hicieron dibujos y cartas para los niños ucranianos y hubo una alcancía misionera. La gente es muy solidaria en Argentina como en Polonia, donde decenas de familias abrieron las puertas de sus casas, las parroquias ofrecieron su lugar con casas de retiro, que se convirtieron en un espacio para más de 100 refugiados. Se tuvo que recibir a miles y miles de niños en las escuelas polacas. Visité algunas de ellas, les mostré las cartas que hicimos y les leí los mensajes de los chicos argentinos. Con el dinero que recaudamos, les subsidiamos paseos y recibieron bolsones con golosinas y el 50% restante, lo mandamos directamente a Ucrania, a través de la Congregación de las Hermanas Siervas del Espíritu Santo. Dentro de la tragedia, siempre podemos hacer algo. Mientras tanto, recemos por la paz…”.

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