Opiniones de Carlos Sigvardt: “¿Y ahora qué?, con la educación”

“El año lectivo 2020 se vio interpelado por la pandemia, a salir de su formato habitual; de un día para otro el mundo tuvo que cambiar la forma de enseñar, algunos países con más presencialidad que otros, pero en definitiva, las formas, hábitos y costumbres de una escuela tradicional se vio alterada. Hoy dejamos atrás estos hechos ya convertidos en anécdotas, en donde el tridente niños, docentes y padres han sido los actores improvisando los nuevos roles que les tocaban jugar ante este hecho excepcional, en donde los docentes se ingeniaron de una y mil maneras para estar presentes. No podemos decir que no hubo clases, hubo una nueva forma de exponerlas, por supuesto quedan los ejemplo de los niños y jóvenes que hacían malabares para conseguir señal para estar al día con lo requerido por los profesores y la otra pata de este tridente han sido los padres, que a diferencia de otros años, su participación ha sido esencial, estableciendo el nexo entre los docentes y los niños y jóvenes. Las familias numerosas, que con un celular, se preocupaban que sus niños recibieran las tareas hasta donde alcanzaran los datos móviles. Esta fusión padres/docentes a través del medio tecnológico ha sido relevante, por lo que debería quedar para seguir estableciendo la fusión docente/padres y evitar la confusión y el enfrentamiento. Mencionamos por último los que más nos preocupan, los que no han tenido conectividad o por lejanía han perdido todo contacto con la escuela… Hasta aquí nada nuevo; entrando en el último trimestre del ciclo lectivo 2020, el sistema político, padres y distintas organizaciones comenzaron a replantearse volver a las escuelas, lo cual fue debatido con idas y vueltas. Vemos como el sistema político trató de imponer sus ideología antes del bienestar de los niños. El docente de alma, tiene que sobrevolar las ideologías y basarse en sustentos científicos contundentes, como los que aportaron UNICEF o la Asociación Pediátrica Argentina, quienes recalcan la necesidad imperiosa de la prespecialidad para salvaguardar la salud socio-emocional de la niñez. Después de idas y vueltas, marchas y contra-marchas hemos fijado un rumbo de volver con los miedos lógicos, miedos que a veces paralizan, por eso se necesita un rumbo claro que dé seguridad y disipe el miedo. Entonces ¿y ahora qué? Ahora es necesaria la participación de los demás actores del sistema educativo, los que marcan el rumbo de la política educativa, los equipos técnicos nacionales y jurisdiccionales que deben orientar, no con viejas recetas; debemos volver a la presencialidad con todos los cuidados pertinentes, pero la premisa es “no podemos volver a hacer lo mismo de antes”. Como primera medida salir a buscar los niños y jóvenes que el sistema no pudo contener en 2020 y a su vez, replantear contenidos, emocionalmente competentes. Se sabe que no todos aprendemos de la misma manera y del mismo modo, por eso hay que apelar a las distintas formas de presentación del contenido de forma presencial o virtual que se pueda saborear el sabor del saber; propiciar en la manera de lo posible la vida en la naturaleza y su preservación; agrupamientos por grupos de intereses potenciando habilidades innatas; clubes de ciencias; para evitar el traslado del personal, contemplar y optimizar horarios propiciando el trabajo en parejas pedagógicas por ejemplo: enseñar Matemáticas con el aporte de la Educación Física o Educación Física con el aporte de la Biología; generar curiosidad y el desafío de la búsqueda que se puede realizar en la casa e ir y plantear las conclusiones en la escuela. Propiciar el trabajo colaborativo y como premisa el cuidado de sí mismo y de los demás (en cuanto a la salud física, socio, emocional); no propiciar la competencia del que contesta más rápido, sino la auto-superación; el espacio de las ESI tendrá una vital importancia, porque los niños y jóvenes van a ‘desembuchar’, término poco académico pero gráfico, de sacar lo que traen dentro de todo un año de historia personal referido a lo emocional que está cuanto menos sensible, con angustia, miedo, vivencias poco gratas que son necesarias sacar a la luz para enfrentarlas y sanarlas. La contención emocional y la enseñanza de técnicas emocionales para enfrentar este tiempo de incertidumbre y para la vida no pueden faltar como estrategia en ninguna escuela; los niños y jóvenes necesitan desarrollar habilidades emocionales que la escuela le debe propiciar para lo que docentes y padres también deben ser capacitados y orientados. No podemos desaprovechar esta circunstancia excepcional para realizar los cambios que se venían planteando, pero se procrastinaban año a año, los programas educativos han quedado vetustos ante esta realidad. Para eso es necesario que se marque un rumbo desde la conducción educativa que no dude de lo esencial que es la educación, capacitando a los docentes para el mundo que estamos viviendo y el mundo que se viene. Todos los contenidos son anacrónicos, por eso lo esencial es enseñar a conocer, para poder decidir libremente, no imponiendo la verdad sino enseñar a buscarla honestamente. Y ahora, les toca a las autoridades educativas marcar el rumbo con las innovaciones necesarias para salir airosos de esta coyuntura para el bien de nuestra niñez; no basta con la voluntad de los docentes y padres; se debe presentar una propuesta curricular que indique hacia dónde queremos llegar y comenzar a marchar todos juntos cuidando nuestras individualidades con un norte fijado. Nos hemos puesto de acuerdo de la necesidad de la presencialidad, no es menos importante la forma de enfrentar este retorno, que en estas líneas se han querido poner en el tapete como una necesidad importante, que poco se habla, para no desaprovechar semejante esfuerzo”. (Lic. Carlos Sigvardt-DNI 16.466.517)

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