Músicos cuentan sus historias y anécdotas e incidencia de la pandemia en la actividad

Visitaron el “Centro Periodístico de Entre Ríos”, los músicos Diego Paúl, Matías García, Ariel Cuello, José Puntín y Miguel Pusineri, quienes en diálogo con El Observador y el programa “Fernando Huck Reportajes” de Canal 6 ERTV, contaron sobre sus inicios en esta actividad, sus presentaciones, anécdotas y la tristeza por no poder trabajar.

Paúl, guitarrista, cantante, autor y compositor, comentó que desde los 13 años se dedica a la música. “Escuché por un amigo, unos discos de grupos de rock de la época, que me impactaron y desde ese momento hasta ahora, hago ese tipo de música, con temas propios o de Creedence, Beatles, Rolling Stones y en castellano, de Vox Dei, Pescado Rabioso, entre otros. Tuve 3 bandas: Jeroham, después una segunda que se llamó Eclipse y La Blusa. La semana pasada, después de casi 8 meses, volvimos a ensayar con Mario Schimpf (batería) y Arnoldo Fund (bajo), con quienes anteriormente compartí esta pasión por la música”.

García, quien integró y forma parte de grupos, bandas y orquestas y es profesor de la Escuela Municipal de Música de Crespo, contó que se inició en esta actividad cuando tenía 14 años. “Vengo de familia de músicos, lo que me acercó a los instrumentos. Lo que siempre recuerdo es que cuando estaba terminando el secundario en el Instituto Comercial (Crespo) y tenía el viaje de egresados, mi mamá me preguntó si iba a ir o no, porque tenía la plata para pagarlo. Provengo de una familia humilde y eran tan difícil comprar un instrumento, por lo que decidí en ese momento no ir a Bariloche y cambié ese viaje por un trombón y un bajo eléctrico. He tenido la posibilidad de integrar la Banda del Ejército, ahora en la Orquesta Sinfónica de la municipalidad y doy clases también en la Escuela La Cautiva”.

Pusineri (58) contó que “cuando tenía 5 años, en un cumpleaños de 15, estaba tocando un grupo musical y me planté al lado de la batería toda la noche. Quedé entusiasmado con ese instrumento y a los pocos años empecé con canciones de rock nacional, de música country. En ese sentido, he sido bastante práctico y pude estar en grupos de diversos tipos de ritmos. Siempre tuve una batería en casa y la que tengo ahora, es de los años ’90. Cuando me inicié, en Crespo no había profesores que enseñaran este instrumento, así que con el acompañamiento de un wincofón (tocadiscos automático), fui practicando con canciones de Los Iracundos, la Joven Guardia… La música me ayudó en momentos difíciles y quien estuvo tanto tiempo ligado a esta actividad, no puede estar mucho tiempo sin tocar”.

Cuello proviene también de una familia ligada a la música. “Mi padre (“El Paisano Juan”) es músico y hoy con 73 años, se retiró, pero si vamos a tocar y tiene ganas, se sube al escenario con nosotros. Arranqué a los 6 años, con un grupo llamado ‘Los Tres del Taraguí’; después de unos años tuve el privilegio de integrar Los Chamarriteros, hasta que empezó mi etapa como solista, siempre haciendo música entrerriana. Tuve la suerte y el honor de trabajar con los Hermanos Cuestas, de quienes aprendí muchísimo”.

Puntín recordó que “a los 9 años empecé a estudiar acordeón con Osvaldo Chiappesoni y al año siguiente, ya tocaba en las fiestas familiares. He recorrido con los grupos, las escuelitas de campo, fiestas de casamiento, tocando mucho en las aldeas. La primera orquesta profesional que integré, se llamaba Agrupación 77. Luego en Lucho y su Conjunto… Tengo 56 años y 47 en esta actividad. A los mejores tiempos lo viví con Los Inmigrantes, grupo con el que tuvimos la posibilidad de grabar con un sello importante y a través del mismo, nos conocieron en el país. Nos presentamos en Misiones, Buenos Aires, La Pampa, llevando la música alemana. Antes, es como que se compartían más esos momentos de música, nos juntábamos con los vecinos a comer un asado y el acordeón era infaltable. Es como que la gente tenía más afición” sobre lo que Paúl agregó: “Lo que se ve por ejemplo es que Internet ayuda en la difusión, pero ha afectado mucho al ‘músico en vivo’, como les ocurrió a los circos, porque el espectáculo ya está en los medios. Siempre está esa anécdota de hace muchos años, que los novios cambiaban la fecha de casamiento para que Los Henkel puedan tocar en su fiesta y hoy en día, eso no pasa y se contrata a un DJ para toda la noche”.

– ¿Se puede vivir de la música?

– (Puntín) En nuestro caso, la música era una ayuda, pero no se podía vivir totalmente de la misma, porque en nuestro nivel, no era muy bien remunerado. Y más ahora, que se está pasando por un momento difícil, donde no hay fiestas, eventos, por lo que entre los perjudicados con la pandemia, estamos los músicos de bailes, ya que se cortó todo y ni noticias hay todavía de una reactivación.

– Los viajes y presentaciones también dejaron cientos de anécdotas.

– (Cuello) Recuerdo una presentación donde no había luz eléctrica, así que tuvimos que reinventar los equipos, para que funcionen con batería. Habíamos tocado y la gente no se iba y se nos habían agotado las baterías que llevamos, por lo que el último recurso fue sacar la de la camioneta, la pusimos y seguimos. Terminada la fiesta, cargamos todo a la camioneta y cuando le pusimos de nuevo la batería, no arrancaba… A caballo hicieron como 2 leguas para buscar un tractor para que nos remolcara. Nunca me olvido haber tocado en ese lugar sin luz, donde nunca antes se había hecho un baile.

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