Modistas y diseñadoras cuentan sobre su oficio, tendencias e impactos por pandemia

Estuvieron en el “Centro Periodístico de Entre Ríos”, las modistas y diseñadoras de Crespo, Hilda Graf de Fischer (Academia “Flego de Alta Costura”), Irma Chávez (modista), Luciana García (Alta Costura, estudió diseño de indumentaria y textil en el Instituto Paideia de Paraná) y Liliana Ruhl (Alta Costura), quienes dialogaron con El Observador y el programa “Fernando Huck Reportajes” de Canal 6 ERTV.

Graf comentó que “desde los 15 años que me dedico a esta actividad. Vivía en Ramírez e iba a aprender con una profesora, el sistema ‘Teniente’, que es ropa común, como una camisa o pantalón. Cuando llegué a Crespo tenía 21 años y me comentaron de una academia de Alta Costura, donde estudié y a partir de ahí, empecé a trabajar de modista. Hace más de un año ya no coso más, sino que tengo la academia y enseño a mujeres de Crespo, Diamante, Libertador, Seguí, Ramírez, Nogoyá, Paraná, Santa Fe. Son de lunes a jueves, un turno por la mañana y dos por la tarde. Ahora dejé de cocer, porque mi cuerpo no podía más y el médico me dijo, algo tenés que dejar y opté por seguir solo con la academia. A las clases las doy desde Alta Costura, sistema Flebo. En general la costura es muy variada, con diferentes formas de trabajar”.

Chávez acotó que “lo mío comenzó cuando buscaba una modista para el vestido del cumpleaños de 15 de mi hija y me recomendaron a Hilda. Ella conocía a mis padres, hermanos… Cuando fui por el vestido, que quedó hermoso, me dice ‘por qué no venís a aprender a mi academia’ y como en ese momento no me gustaba coser, no me sumé. Pasó un tiempo largo, hasta que un día me llamó y me vuelve a decir ‘¡tenés que aprender a coser!’. En este tiempo yo trabajaba afuera. Al final fui a la academia, cursé 6 años y ahora me dedico a full a esta actividad. Me costó aprender, porque era el sistema con transformación. Es un molde base que se toma con las medidas pegadas a tu cuerpo y después se recorta, lo calcamos en un papel madera, cerramos las pinzas y empezamos a trabajar con las medidas del cuerpo de la persona y el modelo que se quiera usar. Me lo propuse porque quería cambiar de trabajo, hacerlo en casa y me gusta lo que elegí”.

García comentó: “Cuando terminé la secundaria, encontré un papel que decía que había una academia de diseño de indumentaria y textil, fui y me anoté. Mi abuela y mi tía eran modistas, pero yo no sabía nada. En tres años y medio hice la carrera y luego seguí aprendiendo y capacitándome. Hoy me dedico a la altura costura”.

Ruhl acotó: “Lo mío fue casual. Mi tía era modista y mi mamá me mandaba a ayudarle. Después fui ama de casa y lo más interesante fue cuando decidí separarme, hace más de 20 años y salí a trabajar. En ese tiempo cosía para mis hijos, mi hermana, pero en ese momento, prefería otros trabajos, más al aire libre. Como tenía los hijos chiquitos, empecé con lo clásico que sabía hacer, pantalones, sacos. Me pedían para fiestas un corset… Recuerdo que busqué el libro del sistema ‘Teniente’ de mi mamá, mi sobrina tenía un corsé comprado y empecé a probar. Tenía telas, me regalaron un maniquí y así fui aprendiendo y me dediqué a esto. Me encantan los desafíos, en el momento más difícil de mi vida surgió esta posibilidad”.

Sobre las tendencias, García expresó: “Se sigue lo que viene desde afuera, más lo europeo, fundamentalmente París, donde están las grandes pasarelas. Generalmente se toma de ahí y se baja al país y cada uno le da una impronta. Pero en cuanto a vestidos de fiestas, no hay una moda marcada”. Sobre el impacto de la pandemia, sostuvo: “Se notó mucho en la actividad, porque estamos en ‘veremos’ con algunos eventos; las recepciones no se van a hacer y hasta marzo del año que viene vamos a seguir así con la alta costura”.

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