Más innovaciones para un país que está entre los más tecnificados en producción de granos

La implementación de la electrónica, software, geoposicionamiento y mecatrónica, tanto para la siembra, monitoreo o cosecha de un campo, es hoy ya una realidad. De hecho, con casi 8.000.000 de hectáreas sembradas con tecnología de precisión, Argentina se ubica entre los países más tecnificados del mundo para la producción de granos.

Pero los avances son cada vez mayores, a tal punto que los robots (máquinas automáticas programables, capaz de realizar determinadas operaciones de manera autónoma) están cada vez más cerca de realizar acciones más complejas. Con datos precargados, podrán hacer el seguimiento de un cultivo, anticiparse al ataque de plagas y enfermedades, identificar zonas de malezas, detectar fallas de siembra o fertilización y realizar la tarea para remediar la situación.

Al principio, el concepto de agricultura de precisión en la Argentina se refirió al “manejo de insumos variables por ambientes y de datos extraídos del lote”, recordó Juan Pablo Vélez, especialista del INTA. “Luego incluyó a los equipos y al control y medición de la eficiencia de las máquinas”. A todo esto, le siguieron los desarrollos de software con inteligencia precargada para que la máquina tome decisiones sin depender del operario, con alta eficiencia en el curso de las acciones y trazabilidad de los procesos. Esto se logró mediante el uso de un chip y con la ayuda de un sistema de lectura. Así, “un fardo, por ejemplo, puede proporcionar información acerca de su procedencia, no sólo la zona, sino las coordenadas que permiten establecer exactamente de dónde salió, el día en que se armó y su contenido de humedad”, indicó Vélez.

Lo más revolucionario para el campo vendrá de la mano de la electrónica, el software, las comunicaciones, la conectividad y la robotización a partir del desarrollo y aplicación de sensores capaces de identificar objetos, plantas, estado de humedad y nutrición del suelo; variables climáticas como humedad relativa, temperatura, velocidad del viento, lluvia, evapotranspiración actual y potencial; capacidad para escanear granos y detectar daño mecánico, impurezas, contenido de aceite y proteína sobre una cosechadora; sensores que detectan hormonas que guían cosechadoras para sólo recoger la fruta madura, sensores de insectos en grano almacenados, satélites y nanosatélites de alta resolución espacial y temporal.

“Todos estos equipos ayudarán a recoger datos que se analizarán en software instalados en las máquinas o en la nube”, indicó el profesional, quien advirtió que “la máquina podrá, en tiempo real, transformar esos datos en información agronómica útil para modificar su comportamiento en fracciones de segundo a escala de cada metro cuadrado”.

Un documento titulado Agrobótica, escrito por Marcelo Bosch, coordinador de Observación y Promoción de Áreas Emergentes y Transversales del INTA, analiza el uso cada vez más cotidiano de la tecnología en el campo agropecuario. “Muy pocos piensan cuánto software y electrónica hay embebida en una sembradora de precisión o en una estación meteorológica automática. El foco de atención se lo lleva el principal portador, que es la máquina”.

La robótica en el mundo “se desarrolló principalmente al servicio de la automatización de las industrias avanzadas, en especial la automotriz y la aeroespacial, pero en la actualidad ocupa espacios en casi todos los rubros de la actividad económica”, apuntó Bosch y replicó: “Los avances en tecnologías de sensores, materiales, micro y optoelectrónica, inteligencia artificial, servomecanismos, posicionamiento satelital y telecomunicaciones han producido una inmensa cantidad de tecnologías, métodos, dispositivos y experiencias suficientes como para resolver cada vez más problemas en menos tiempo, con más precisión, seguridad y con menos utilización de recursos y daño ambiental”.

Para escalas pequeñas, robots como el Inau, desarrollado por el equipo de inteligencia artificial del INTA Anguil (La Pampa), hoy es capaz de desplazarse por un invernadero, diseñar sus actividades, hacer mapas 3D, aplicar fitosanitarios y fertilizar, pero pronto podrá cosechar, cortar y podar, entre otras actividades. Su autonomía le permite eludir obstáculos, transportar insumos y además, medir humedad, temperatura y radiación.

Ricardo Garro, coordinador del laboratorio de robótica del organismo, señaló que “uno de los desafíos más grandes con los que nos enfrentamos cuando encaramos este tipo de proyectos, tiene que ver con la accesibilidad y el manejo; es decir, que a un productor no le resulte difícil programarlo para las tareas que necesite”, indicó.

Inau es totalmente autónomo y se adapta a diseños de invernáculos para trabajar con cada planta. Las identifica, determina qué tipo de cultivo y decide la aplicación de las dosis de fertilizantes, por ejemplo, de acuerdo a la necesidad de cada ejemplar. El robot puede ir una y otra vez al lugar asignado y recordar lo que hizo; una función fundamental para la toma de decisiones.

“El desafío ahora, es avanzar sobre la visión artificial y fundamentalmente, la comunicación entre diferentes dispositivos interconectados” afirmó Garro.

1512 robots [1600x1200]En la búsqueda permanente de mayor competitividad en el campo, el Instituto de Ingeniería Rural del INTA desde el 2004 cuenta con un laboratorio de electrónica, cuyo principal objetivo es el desarrollo de nuevas tecnologías demandadas por el sector agroindustrial.

Andrés Moltoni, responsable del mismo, expresó que “una de las políticas del IIR es generar procesos, productos y herramientas que beneficien directamente al productor”. Así surgió el robot Trakür, un sistema autónomo, equipado con inteligencia artificial diseñado para cultivos bajo cobertura.

“En los invernáculos existe un ambiente controlado y las aplicaciones requieren dispositivos de bajo costo que permitan su rápida difusión y adopción”, explicó Moltoni y agregó: “Esta tecnología está destinada a proteger la salud del operario mediante la reducción de su exposición a las aplicaciones de fitosanitarios en espacios confinados, el operario supervisa al robot desde el exterior del invernáculo y no es necesario que ingrese al mismo”.

1512 agricultura de precision [1600x1200]Moltoni reflexionó acerca de que “la electrónica en el agro cobra cada vez más relevancia en los equipos de mecanización agropecuaria y desde el INTA priorizamos esta temática en línea con las tendencias mundiales” y añadió: “Todo proceso de innovación lleva en sí mismo un alto grado de incertidumbre y riesgo que, en muchos casos, el sector privado no está dispuesto a correr y es allí donde la investigación del sector público es fundamental como puntapié inicial”.

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