Más del 57% de los argentinos tiene problemas de sobrepeso

sobrepesoDías pasados se conmemoró el “Día Nacional de Lucha contra la Obesidad”, instaurado por la Fundación ALCO (Anónimos Luchadores Contra la Obesidad) y el Instituto Argentino de Alimentos y Nutrición, a las que se sumó posteriormente la Sociedad Transdisciplinaria de la Obesidad. La iniciativa surgió como “una acción frente al alarmante aumento de los casos de obesidad en Argentina y con el objetivo de lograr la sanción de una ley que velara por los derechos de las personas con trastornos de la alimentación”.

La médica especialista y directora del CRENYF (Centro de Recuperación Estética, Nutricional y Física), Dra. Virginia Busnelli, expresó que “la obesidad, es la patología metabólico-nutricional más frecuente tanto en la edad adulta como en la infancia y adolescencia. En su origen intervienen factores genéticos y medioambientales, tales como la mala alimentación y la falta de actividad física”. Explicó que su impacto en la salud de la población “genera diversas patologías de curso crónico, como la hipertensión arterial, hiperlipidemias, diabetes y otras enfermedades”.

Si bien su prevalencia mostraba un aumento progresivo desde antes de mediados del siglo XX, a partir de la década del 80, su escalada se hizo más notoria, tanto que es considerada una epidemia, afectando tanto a países desarrollados como en vías de estarlo. En Argentina, según las últimas mediciones, el 57,9% de la población tiene exceso de peso (el 37,1% es con sobrepeso y el 20,8% tiene obesidad). “Esto representa un grave problema para la salud pública y un gran desafío para los profesionales de la salud. De esta manera, la obesidad debería constituirse en un tema prioritario en la agenda de los gobiernos, no solo por el aumento que esta enfermedad va sufriendo año tras año, sino porque es factor de riesgo de muchas otras enfermedades no transmisibles y de curso crónico” remarcó la profesional, quien indicó que “son múltiples los factores que favorecen el crecimiento de casos”. Asimismo señaló entre las causas, “el fácil acceso y a bajo costo de los alimentos con mayor aporte calórico, ricos en grasas y azúcares; el aumento del precio de frutas y verduras; la disminución del tiempo para comer y el estrés laboral que predispone a resoluciones rápidas y callejeras de comida; el incremento de las actividades sedentarias como el uso de los celulares, televisión, computación o videojuegos y a la pérdida del hábito de caminar para trasladarse”.

La preocupación por dicha problemática es evidente no solo en las autoridades y organismos nacionales, sino que también en los de orden internacional. “Es importante tener en cuenta algunos factores a la hora de implementar nuevas líneas de acción” expresó Busnelli, quien sugirió que las políticas “sean diseñadas haciendo uso de los estudios e investigaciones científicas de que se disponga, atendiendo a los que se considere los principales factores causantes de la obesidad. Las medidas deben ser de tipo integral, abarcar a todos los sectores de la sociedad y ser construidas con bases multidisciplinarias, de modo que se puedan aprovechar los distintos puntos de vista que aporta la ciencia. De la misma forma, se debe tener en cuenta las posibilidades de los individuos, los factores económicos, los ambientales, las interacciones complejas que puedan existir entre las instituciones formales y las informales. Sería muy prudente que puedan diseñarse teniendo en cuenta todas las etapas del ciclo vital de los individuos, de modo que se debería partir desde la salud de la mujer embarazada y la nutrición prenatal. Luego, continuar con la nutrición del niño en la escuela, del adulto en el lugar de trabajo y otros entornos, sin dejar de tener en cuenta distintos acontecimientos que marcan nuestra alimentación. Asimismo es necesario hacer un trabajo diferenciado para el grupo etario de los adultos mayores”.

La médica pidió “regular las publicidades televisivas de los alimentos de menor calidad nutricional con alto contenido de azúcar, grasa y sal, para que su mayor exposición no sea en horarios o canales de estímulo infantil y realizar políticas públicas para favorecer el consumo de productos saludables. Esto puede lograrse, generando incentivos económicos para que los productos saludables tengan precios accesibles o por la negativa, con impuestos a los alimentos obesogénicos. También se requiere promover programas de educación nutricional, brindados por médicos especialistas en colegios, propagandas, folletos, carteles que generen un acceso igualitario a toda la población de la información necesaria para aprender a comer. Hay que capacitar y entrenar a los profesionales de la salud en el manejo de la obesidad, por ser un tema con escaso contenido durante la formación médica; promover e incentivar planes de investigación en temas relacionados con esta enfermedad, enfocándose más en la conducta alimentaria y no en dietas mágicas ni soluciones temporales”.

Finalmente, la profesional comentó que “de a poco vamos tomando real dimensión del problema que significa la obesidad para nuestra sociedad. Los alarmantes números del país en la temática nos dejan sin margen para la especulación, necesitamos políticas y leyes que actúen a largo plazo, para generar nuevos hábitos alimentarios”.

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