María Grande: Tras la extensa espera, los gimnasios volvieron al ruedo

El primer síntoma fue la paciencia, pero con el correr de los días se tornó en nerviosismo y al transcurrir los meses llegó la angustia. Así se fueron viviendo los diversos estados de ánimo vividos en esta cuarentena donde se imposibilitó el normal desarrollo de las actividades en los gimnasios.

Finalmente, luego de tanto esperar pudieron abrir sus puertas. Con diversas medidas de seguridad sanitaria, están nuevamente en marcha a diferencia de otros emprendimientos o empresas que aún aguardan la misma respuesta.

Maximiliano Clauss es profesor de Educación Física y trabaja junto a sus hermanos en el gimnasio ubicado en Belgrano y Tratado del Pilar de María Grande. “Nos mudamos a ese local que está junto a la casa de mis padres, el 1 de marzo. Trabajamos 14 días y tuvimos que cerrar”, le manifestó a El Observador.

– ¿Cómo fueron los primeros días posterior a decretarse la cuarentena?

– Nos llegó un decreto de la municipalidad informando que teníamos que cerrar el gimnasio por un tiempo de 15 días, lo mismo que había dictaminado el presidente. Fue la puesta en marcha de la cuarentena. Durante los primeros 15 días estuvimos con la misma sensación que todos sentían, que era ese tiempo y listo. Pero luego de esas dos semanas se veía que la pandemia iba avanzando y también la cuarentena. Empezamos a trabajar con nuestros clientes mediante ofrecimiento de rutinas, las pasábamos a través del Whatsapp para que las realicen en sus domicilios con el propósito que no pierdan ritmo. También en nuestra página de Facebook subimos videos con ejercicios para seguir entrenando. Pero nuestro gimnasio trabaja mucho con aparatos, pesas y demás, mientras que las rutinas eran mayormente de ejercicios de coordinación, en ocasiones no sabían si lo estaban haciendo correctamente y se tornó complejo. Entonces fue corto el plazo en el que se trabajó de esa manera.

– ¿Realizaron alquiler de elementos?

– Cuando se le entregaba la rutina, mi hermano iba con el plan de entrenamiento y les daba las mancuernas, pero como eran ejercicios de coordinar los movimientos, varios decidieron no hacerlo porque tenían miedo de ejercitarlo mal. De esta manera, durante el mayor tiempo de la cuarentena, estuvimos parados completamente, sin actividad.

– ¿Tenían otra fuente de ingreso?

– Marcos (mi hermano) trabaja de profesor en las inferiores del Club Litoral, otra actividad que no siguió. Se cortó todo. Yo tengo horas en el Instituto Secundario y en la Escuela “Santa Rita”, por lo que dentro de la situación, tenía algún ingreso.

– ¿Se gestionó ante Nación el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE)?

– Gestioné pero como tengo horas de clases, no pude. Marcos si cobró la primera ayuda y lo dividió dejando una parte para un personal trainer que trabajaba con nosotros.

– ¿Fueron semanas interminables?

– Sí, de angustia. Daba tristeza verlo vacío, sin gente. Nosotros, por esta actividad misma, tenemos una vida muy social de trabajo continuo y pasamos a estar encerrados sin continuar con nuestras tareas. No fue nada fácil, como le habrá pasado a la mayoría. 

– ¿Cuándo abrieron las puertas?

– La semana pasada. Ya días anteriores, el gobernador (Gustavo Bordet) había anunciado que se iban a habilitar los gimnasios pero justo un fin de semana hubo un brote en la costa del Uruguay y quedó ahí. Cuando lo anunciaron finalmente, tuvimos reuniones con el municipio para llegar a un acuerdo de un protocolo sanitario con los mismos criterios y nos dieron el “ok” para trabajar. Antes de la cuarentena, teníamos la modalidad libre y cada uno manejaba sus días y horarios. Ahora tenés un turno fijo por día y por suerte tenemos casi todos reservados. Trabajamos con el 50% de lo que podía ser el local lleno, es decir con 6 ó 7 personas por turnos. Vemos que se ha sumado mucha gente nueva.

Edificio al que se mudaron el 1 de marzo. Trabajaron 14 días y debieron cerrar.

– ¿Qué medidas sanitarias les exigen en el protocolo?

– Luego de cada turno que tiene una duración de 50 minutos, desinfectamos el gimnasio con alcohol diluido en agua, haciendo un rociado general. El que se va desinfecta y el que entra desinfecta. Todos los insumos los afrontamos con nuestros costos. Tenemos servilletas y toallas de papel, alcohol en gel, lavandina y demás. Cada cliente trabaja en su box demarcado en el piso porque no puede deambular por el gimnasio, nada más que para buscar los elementos. Se lleva su toalla y su botella de agua, siempre manteniendo la distancia.

– Con el deseo que no aparezca ningún caso como sucedió en otras localidades. – Exactamente, eso es lo que hablábamos en las reuniones con el intendente (Héctor Solari). Los centros de entrenamientos de María Grande nos unimos para afrontar este tema y el intendente nos recibió muy bien, como así también José Ludi, el coordinador de Deportes. Hubo buena predisposición, entendieron nuestra situación pero no podían pasar por alto al gobierno provincial, habilitando una actividad no aprobada por el gobernador.

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