María Grande: A los 19 le detectaron cáncer y lo venció tras dos años de lucha

“No hay más cáncer en mí”, con ese título comenzó su posteo en Facebook. María José Vicente terminó de atravesar su batalla más complicada que afrontó en este mundo. Inesperada, incierta, pero con valentía entendió que era algo que debía sortear y lo hizo confiando en quienes debía hacerlo.

“De aquel tan doloroso marzo de 2019 al tan esperado marzo de 2021. Increíble pero real, como el hecho de haberme enfermado tan repentinamente. Después de casi un año y medio bajo tratamiento de mantenimiento, haciendo quimioterapia por pastillas, acompañada de 32 análisis de sangre, cuatro punciones lumbares y dos de médula ósea, recibí el resultado de que no hay células cancerígenas en mí”, continuó en su relato volcando números que llevan a erizar la piel de cualquiera.

“Estoy agradecida eternamente a mí familia y a mis amigos que fueron quienes me acompañaron, cuidaron y sobreprotegieron al transitar este proceso. Gracias a quienes se tomaron un momento para escribirme mensajes de aliento y preguntarme cómo iba todo. Gracias a mis médicos por su responsabilidad y predisposición desde el primer día, a todo el personal de salud y de limpieza por tantos mimos en cada internación”, siguió en su relato porque si algo hay para hacer después de esto, es dar gracias. “Gracias a todos, mi vida sigue, gracias eternas”, concluyó sin antes cerrar con un llamado a la reflexión para ser donante.

Ejemplo de superación al no bajar los brazos ante un golpe tan bajo, contó su experiencia en diálogo con El Observador y brindó su mensaje sobre todo para quienes atraviesan un momento similar.

María José tiene 21 años, es de María Grande, estudia Abogacía en Santa Fe, carrera en la que deseó incursionar desde pequeña cuando tenía 10 años. “Siempre fui de leer y escribir mucho. Me apasionó el tema desde chica”, recordó. Hoy retomó los estudios, pero en su momento quedaron en segundo plano.

En 2018 terminó el secundario en la Escuela Técnica de la ciudad, realizó el ingreso a Abogacía y en los primeros meses de 2019 le detectaron el cáncer y debió poner un freno a su etapa universitaria. En realidad fue como que el mundo todo se detuvo para ella ante una situación absolutamente inesperada y que debió hacer frente con la incertidumbre de estar ante lo desconocido.

– ¿Cómo inició esta historia?

– Comenzó en marzo de 2019. Me sentía un poco mareada, me dolía la cabeza y mi mamá me vio muy pálida. Me llevaron al sanatorio, me dijeron que podía ser una anemia, me pidieron análisis y el médico me dijo que podría ser una anemia importante, pero igualmente consulté con un hematólogo. Llamamos para pedir turno, le mostramos el resultado de los análisis y me pidieron que vaya de urgencia, si podía ser al otro día mejor. Fuimos al otro día a Paraná, al Instituto Privado de Oncología y Hemoterapia donde me vio el Dr. Pedro Negri y su hija. A partir de esa tarde fui diagnosticada con Leucemia Linfoblástica Aguda y me internaron. A los días me hicieron punción de médula y se confirmó que era Leucemia Aguda, como me habían diagnosticado. Empecé quimioterapia y volví a casa el 11 de abril, a partir de ahí, continuaron las internaciones. Eso llevó muchos controles, análisis de sangre y punciones lumbares. Fueron dos años hasta que recibí el alta hace unas semanas.

– ¿De qué manera sigue este proceso?

– Por ahora cada dos meses tengo que viajar y hacerme hemogramas, análisis de sangre, hasta que se cumplan los 5 años. Mi tratamiento se dividió en dos, una parte intensiva que fue de 7 meses y medio en la que no podía comer nada crudo y tenía que tener cuidados parecidos a los de la pandemia en cuanto a usar barbijo y demás. Después un año y medio con quimioterapia de pastillas. Ahora ya no tengo restricciones y hago vida normal.

– ¿Que te pasó por tu cabeza cuando se confirmó el cáncer?

– Cuando me dijeron “Leucemia” me shockeó. Es el mismo pensamiento donde vinculás: leucemia = cáncer = muerte. Lo más importante es tener la confianza de que te vas a curar y la confianza en los médicos. Siempre lo digo y ojalá lo lea alguien que esté pasando por esto para que le sirva. Uno estando ahí siente mucho miedo, es algo inexplicable, pero debés tener confianza y saber que un día la enfermedad va a terminar y para eso están los médicos, para ayudarte. Estuve internada en la Clínica Modelo y desde que me internaron, el personal de salud, el de limpieza y la gente del Instituto de Hemoterapia, tuvieron un trato súper humano hacia mí. Con una calidez tal que uno necesita en ese momento. Hermosas personas.

– Imagino que el acompañamiento de quienes te rodean es fundamental.

– Tal cual, siempre tuve amigos muy buenos y sanos y uno lo comprueba ante la adversidad. Estuve acompañada por ellos. Es muy difícil sobrellevar todo el tratamiento por eso digo que uno no debe sentir miedo aunque naturalmente es necesario sentirlo al principio. Muchas noches son jodidas pero lo importante es confiar. Tuve la suerte de no necesitar un trasplante de médula y eso fue muy importante. Para este tipo de enfermedades, la donación de sangre como de médula es fundamental porque uno no puede seguir con la quimioterapia si no te hacen transfusión de sangre o plaquetas.

– ¿Te hicieron transfusión en varias ocasiones?

– La primera vez que me internaron recibí una transfusión y a lo largo de la quimioterapia no fueron en todas las sesiones, pero sí me hicieron. La quimio ataca todo, va matando lo malo y deja lo bueno pero no siempre el organismo alcanza a fabricar lo que se necesita.

– ¿Quedaron síntomas tras todo este procedimiento?

– A partir de la quimioterapia el estómago no es lo mismo, algunas comidas no son fáciles de tolerar, o algunos olores, pero es cuestión de tiempo.

– Ahora comienza una nueva etapa.  – Sí, con ganas de afrontar la vida. Es importante entender que hay que continuar cuando pasamos por esto. Hay que seguir y afrontarlo con fe y confianza. Soy agradecida a las manifestaciones de afecto que recibí, gente que no conocía y que conocí por redes porque veían mis publicaciones y me escribían. Me contaban que los motivaba y enseñaba a valorar las cosas fundamentales que uno tiene en la vida y eso fue muy lindo, me ayudó mucho. Comenzás a mirar el mundo con otra perspectiva.

Por Mauricio Jacob

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