Mabel Arrúa de visita por Crespo recordó sus triunfos y explicó su trabajo en una Iglesia de España

Visitó esta semana el “Centro Periodístico de Entre Ríos”, la ex atleta crespense Carmen Mabel Arrúa (bicampeona panamericana y con otros importantes lauros a nivel provincial, nacional e internacional), residente en España y que luego de 24 años, regresó a la ciudad, para visitar familiares y amistades del deporte y la vida. Acompañada de sus hijos Débora y Jonathan y quien fue su entrenador, Aníbal Lanz, en diálogo con El Observador y Canal 6 ERTV, Arrúa repasó su trayectoria, habló del presente atlético y contó cómo la fe cristiana le ayudó en su carrera deportiva:  

– Lo que más se recuerda de tu exitosa trayectoria deportiva, es el bicampeonato panamericano, logrado en 1989, en Santa Fe…

– (Arrúa) Fue todo un desafío, porque no estaba entre las favoritas a ganar, pero las competiciones son competiciones. Siempre digo que, con la ayuda de Dios, se hizo posible que lograra 2 medallas y quedar marcada en la historia del deporte argentino. Fue un tiempo muy bueno para mi carrera y para el atletismo de Crespo. En ese momento tenía 19 años y lo logrado fue fruto del trabajo que había realizado, primero desde niña con Adolfo Decoud, quien fue mi mentor y formador como persona y deportista, quien plantó valores en mi vida y en otros integrantes de mi familia y en todos los atletas que dirigió. Le debo mucho a él. También lo tuve como entrenador a Pablo Piloni, quien tenía una mentalidad y una manera de ser, de ir para adelante… Y Aníbal (Lanz) fue quien me llevó a lo más alto del deporte. Lo que él trabajó en mí, me hizo muy bien como deportista, me ayudó su método de entrenamiento, aportando su experiencia y además, me acompañó, incluso ponía sus recursos personales, su auto, para llevarnos a los atletas a los distintos torneos. Tuve la alegría de representar a Argentina en varias partes del mundo, que eso también se lo debo a Aníbal…

– (Lanz) Mabel fue una atleta muy cumplidora a los entrenamientos, dedicándoles horas y horas para tener mejores resultados. Ella hacía un gran sacrificio, estudiaba, a la par entrenaba en doble turno y a su vez trabajaba en casas de familia…     

– En esta visita a Crespo te acompañan tus 2 hijos…

– (Arrúa) Sí, Débora y Jonathan. Ellos son un regalo de Dios que tuvimos con mi esposo Isaac. Están contentos de estar en Crespo, de conocer la ciudad. En lo personal me hizo muy bien estar nuevamente aquí (regresaba este jueves). He recorrido la ciudad, estuve con mis amigos, con quienes estudié, con mis compañeros de atletismo… Me ha hecho muy bien al corazón esta visita… 

– Mabel, hace 31 años que dejaste Crespo…

– (Arrúa) Sí, fui a España por un intercambio y becada a la “Residencia Blume”, en Madrid. En ese tiempo, Aníbal me mandaba el entrenamiento, nos comunicábamos en ese momento por radio-aficionado y seguía los planes que me brindaba, hasta que me fui incorporando al grupo de entrenamiento local. Empecé a competir y me fue muy bien. En realidad iba por 3 meses, pero se me fueron abriendo las puertas y me quedé por más tiempo. No sé ahora cómo estará, pero en su momento en Argentina no teníamos becas ni nada y allá, representando a clubes, te pagaban el hotel, el viaje y una suma de dinero, lo que me permitía vivir del deporte y poder dedicarle al entrenamiento…

– Después llegó el momento de dejar de competir, de formar una familia…  

– (Arrúa) Dejé de competir a los 31 años… Me recibí de Trabajadora Social. Vivo cerca de Barcelona y trabajo en una Iglesia. Con mi marido estamos en el área de Educación, trabajando con jóvenes, familias… Como lo hice durante mi carrera atlética, confío en los valores y los principios que Dios da en la Biblia, que son súper esenciales en este tiempo. Ayudamos a personas de diferentes nacionalidades. Nos gusta salir a hablar de Jesús en las calles, lo que hizo en mi vida, en mi familia…

– ¿Desde cuándo abrazaste la fe cristiana?

– (Arrúa) Desde los 13/14 años. Fue a raíz de que mi mamá estaba muy enferma. Ella conoció a Jesús, la sanó, abrazó la fe y me fue llevando a desarrollar esa fe. Me han tocado muchas situaciones difíciles y muchas situaciones buenas. He tenido que viajar mucho tiempo sola, fundamentalmente en el deporte y siempre abrazamos esa vida que Dios nos propone…

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