Luis Hess cuenta su historia como herrero y gran colaborador de instituciones de Crespo

hess-1600x1200Luis Hess (72 años) es un destacado vecino crespense, quien además de su faz comercial de herrero desde hace 60 años, colaboró con numerosas instituciones locales, como la Escuela N° 105 “Patria Libre”, el Hogar Nuevo Amanecer, la Colectividad Alemana, Club Unión y ADYC, entre otras. Esta semana visitó el “Centro Periodístico de Entre Ríos”, donde en diálogo con el Cont. Fernando A. Huck, director de El Observador, contó sobre su silencioso aporte a la sociedad y algunas anécdotas que le quedan en el recuerdo, como haberle dado la mano a Eva Perón durante su paso por Crespo y hasta cómo rechazó viajar gratis por 1 mes en Alemania, ofrecido por el embajador, Dr. Adolf Ritter Von Wagner, mientras lo paseaba con un carro por las calles de esta ciudad en un evento, esperando la “OKTOBERFEST, Fiesta Nacional de la Colectividad Alemana” en 1997. Hess dijo que “soy la tercera generación de la empresa familiar que comenzó mi abuelo Santiago Hess, quien llegado de Rusia, abrió la herrería en 1910. Él tuvo 10 hijos, 5 mujeres y 5 varones, quienes seguimos con los fierros. Uno fue mecánico, otro eligió la tornería y mi papá siguió con la herrería, que luego continué yo. Hasta el día de la fecha, conservo en mi casa el yunque o bigornia y herramientas, que son de 1911 y con las cuales se hacían los trabajos. Son moldes, que antes les llamaban estampas, donde se trabajaba el hierro caliente” contó. Algunas de sus otras respuesta fueron:

– Siempre en calle Sagemüller…

– Sí. Allí nacimos y donde vivo actualmente. En mi casa se inició la Iglesia de los Hermanos Libres, que la comenzó el Pastor Ricardo Felipe Huck (papá del director de este medio). Mi mamá era de la Iglesia Bautista y también se hacían reuniones en casa, se cantaba en alemán, castellano y se predicaba. “Don Ricardo”, como todo el mundo lo llamaba, viajaba predicando mucho por varias provincias y recorría toda esta zona. Iba a Viale, Ramírez, Camps, etc. y yo lo acompañé muchas veces. Era muy querido en Crespo. Con él he aprendido mucho…

– ¿Cómo fue que le dio la mano a Eva Perón…?

– En 1952 pasó el tren con Eva Perón por la estación del FFCC de Crespo, que en ese momento estaba donde hoy es el Instituto Comercial. Yo tenía 8 años y mi hermano 10. Mi familia era justicialista, menos uno. Yo también soy peronista, pero de Perón, después lo otro es política que va y viene… Me dice mi papá “viene Evita” y fui a verla. Llegó con un vestido blanco, estaba muy delgada y en su paso, repartía muchos juguetes y a las escuelas les dejaba máquinas de coser. Había mucha gente del B° Azul, que era muy peronista y del centro, poco… Ella no bajó del tren, mi papá me levantó y le tendí la mano y la pude saludar…

– Fue diácono de la Iglesia del Río de la Plata…

– Fui durante 30 años, pero antes estuve 11 años como maestro dominical, que hoy le llaman catequista. En junio di un paso al costado, porque uno llega a cierta edad y tiene que dejar el espacio a otros también…

– Recientemente lo premiaron en el Club Unión de Crespo…

– Sí. Me distinguieron en Unión, pero soy de Cultural, club del que mi papá fue socio fundador. El reconocimiento de Unión fue porque en 1965, cuando se instalaron las torres de iluminación de la cancha de fútbol, viene a buscarme a mi casa Aurelio Feller, como amigo no como hincha de Unión y junto a un grupo de personas, nos piden trabajar en ese proyecto. Nos juntamos soldadores, cortadores de hierro, pintores y demás. Recuerdo que terminaba de trabajar a las 18.00 en el taller, me ponía el chaleco y me iba a lo de Feller a soldar y a trabajar en las torres hasta noche. Después les ayudé en varias ediciones de la Fiesta de la Cerveza, les hice el desfile de carros… y por eso me reconocieron y me regalaron una remera con mi nombre, que la guardaré como una reliquia. En Cultural empecé a ayudar en 1959. Recuerdo que cuando tenía 13 años, se ponía en aquel entonces, como no había tapiales, una lona alpillera, que se enganchaba con los alambres. Íbamos con el carrero Villanueva a las 10.30, porque el fútbol empezaba a las 13.00. A las estructuras de la cancha de paddle del club las hice yo. Allí jugué al fútbol y el deporte que más me apasionaba era la pelota paleta… También estuve en el Hogar Nuevo Amanecer, donde fui presidente. Integré la cooperadora de la Escuela 105. Doy gracias a mi señora que me acompañó siempre, ella está ahora en la comisión del Hogar de Ancianos del Hospital, siempre colaborando con los clubes, iglesias… 

– ¿Qué recuerda de la “Oktoberfest, Fiesta Nacional de la Colectividad Alemana” y de la “Expo Entre Ríos del Mercosur, Comercial, Industrial, Artesanal y de Servicios”, que organizábamos con la Colectividad Alemana…?

– Tuve la satisfacción de hacer el desfile más grande de la historia de Crespo en carro, cuando vino el embajador de Alemania. Una vez que aterrizó el helicóptero, fui a buscarlo y se subió con “Pancho” (Francisco) Sagemüller. Recuerdo que los caballos estaban asustados, por lo que hicieron apagar el motor (del helicóptero) y emprendimos viaje hacia el centro. En pleno viaje, el embajador le pregunta a Sagemüller, “¿quiénes son las personas que van adelante” y les dice “los señores Hess y Gross”, entonces me pregunta “¿Señor Hess, qué es usted de Carlos Hess, mi secretario? Le contesté: “El padre de él era primo de mi papá”. Fue ahí donde me pregunta… “¿conoce Alemania?” Y le dije que “no”. Me hizo tomar una birome y que escriba una carta, prometiéndome dar un pasaje a Alemania, para pasear todo un mes, todo gratis…

– ¿…Y…?

– No fui…

– ¿Por qué?… ¿Estás arrepentido?

– Y sí… Mil veces… Pero la vida me dio cosas muy buenas, como una mujer espectacular, como Juanita, con quien hemos pasado momentos duros, como la pérdida de nuestro hijo, hace casi 21 años. Se llamaba Gustavo, era muy querido, pero sé que algún día nos reencontraremos con él en la presencia del Señor…

– Ha trabajado desde muy chico…

– En aquel tiempo, en muchas familias se decía, que una vez que terminaba la primaria, los varones iban a trabajar y las mujeres a estudiar. Se terminaba el 6° grado y a laburar y no estoy arrepentido de eso. No había empleo, sino que eran todas changas, de una semana o un mes. Pero se vivía bien…

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