“La Pepe de Hernández”, por Melé Graglia

La escritora y narradora Melé Graglia, de Hernández (Departamento Nogoyá), dio a conocer a la redacción de El Observador del Litoral, el relato que realizó de la joven Virginia Coronel, también oriunda de la localidad, sobre su pasión por el deporte del balompié.

Titulado “La Pepe de Hernández”, la autora del texto expresó distintos momentos de la vida de Virginia que transcribimos a continuación:

Cuando a los cuatro años Virginia Coronel abrió su regalo de cumpleaños, fue tal su cara de desilusión al encontrarse con un bebote que su madre no dijo nada, pero salió de la casa y regresó con una pelota de fútbol. En Hernández, su pueblo, Virginia jugó al fútbol desde que tuvo uso de razón. En la imagen de portada de su página de Facebook dice: “La única derrota es rendirse. Todo lo demás es el camino”. Sabe de lo que habla: desde el año pasado es jugadora estrella del equipo profesional de fútbol femenino de Rosario Central.

Virginia, “la Pepe” para su familia y la mayoría de sus amigos y conocidos, hizo sus primeros tiros y gambetas a los tres años, con su hermano mayor, detrás de un galpón cerca del corral de los caballos en el campo donde vivía la familia. Desde entonces, la Pepe y la pelota fueron una. “A mi familia le gustaba el fútbol, pero ninguno era fanático de este deporte, solo cuando jugaba la selección se ponían en modo hincha y miraban o escuchaban los partidos”, nos dice. El fanatismo llegó con ella.

Virginia perdió a su papá cuando tenía un año, pero su mamá Gucha, su hermana Andrea y sus hermanos Marcelo y Edgardo siempre la han apoyado y mucho. Jugó con sus primos y amigos en “el campito” del barrio y con sus compañeros en la escuela primaria. A los seis, tuvo una primera participación en un equipo de chicas que hubo en el pueblo, pero duró poco. Entrenó luego con el municipal de varones de la categoría 91, en la que pudo jugar hasta los catorce años, tras convencer con gran esfuerzo a los dirigentes de la liga nogoyaense para que permitieran integrar una niña a un equipo masculino. A los quince años tuvo la oportunidad de realizar una prueba en el Club Atlético River Plate con excelente resultado. Fue seleccionada, pero dice que “el fútbol femenino era muy amateur, el club no tenía pensión y ni podía ofrecerme cubrir gastos. Mi familia no contaba con los recursos para mantenerme viviendo en Buenos Aires”. Fue una gran desilusión, que casi la llevó a abandonar su deporte preferido. Se volcó al vóley, en el que también se destacó. Un día decidió volver a su eterno amor. “No fue para nada fácil”, dice “tuve que armar un equipo, buscar un director técnico y chicas que quisieran jugar. Comenzamos en torneos libres de fútbol 7, fútbol 9, hasta que llegamos a la cantidad necesaria para jugar en cancha de fútbol 11. Fueron cuatro años de mucho sacrificio”.

Contaban con la ayuda del municipio, que les autorizaba a usar la cancha y las luces para poder entrenar a la noche y con el apoyo del pueblo, que colaboraba adquiriendo alimentos y platos que ofrecían a fin de solventarse gastos de viajes y materiales para los entrenamientos. Todo a pulmón. “Pero valió la pena, ahí entendí que sin luchar no se logra nada y decidí trabajar para cumplir mi sueño: llegar al fútbol de la AFA”.

Pasó por varios clubes: Unión de Crespo de la Liga Paranaense. Colón, El Quillá, Logia y Alvear (Liga Santafesina); Club Atlético y Social San Benito (Liga Paranaense). Paralelamente, siguió la carrera de Analista de Sistemas en la capital departamental. Para estudiar, aprovechaba los tediosos viajes en colectivos a entrenamientos y partidos y así obtuvo su título. Al mismo tiempo, trabajaba para cubrir gastos en la Escuelita de Fútbol del Club Cultural de Aranguren, en la Escuela Municipal de Hernández, en el Club Deportivo y Cultural de Hernández, “siempre tratando de aportar mi conocimiento y dar una mano para que el fútbol siga creciendo, tanto en masculino como femenino”. Aunque también trabajó como Analista en Sistemas en la Municipalidad de Crespo.

Ahí estaba intacto su gran objetivo: el fútbol profesional. En el año 2019, cuando integraba la liga santafesina surgió la oportunidad de anotarse para pruebas en la página del club Rosario Central. “Me inscribo en julio de 2020, estábamos en cuarentena, pero Central tenía pruebas en agosto”. Como la pandemia siguió, las pasaron a febrero de 2021 y el mail avisando la fecha de pruebas fue una sorpresa para ella: habían pasado siete meses desde el momento de la inscripción y en dos semanas se tenía que presentar.

“Por suerte nunca dejé de entrenar durante la cuarentena”, nos cuenta, “en ese tiempo era jugadora de club San Benito y entrenábamos por zoom, eran muy exigentes y me mantenían motivada. Sin dudas, gracias a ellos llegué en gran forma física a las pruebas y eso hizo que quedara seleccionada para formar parte del equipo de primera”.

En plena pandemia 2021, movilizó a su pueblo al convertirse en jugadora del equipo de fútbol femenino del Club Atlético Rosario Central, el gigante de Arroyito. De golpe su vida cambió por completo. “El cambio más grande es estar lejos de mi familia; vivir sola lejos de ellos no fue nada fácil durante los primeros meses, yo soy muy familiera, pero ya lo manejo un poco mejor”.

De jugadora amateur pasó a profesional y las transformaciones se notaron, sobre todo, en la exigencia de los entrenamientos. Hay una agenda estricta para respetar cada día y más aún cuando hay partidos, los que requieren concentración previa y a veces, viajes. También en el cuidado de la vida personal hay otros límites. “No es fácil asumir que sos una jugadora profesional las 24 horas del día” dice y admite que antes compartía mucho en las redes, hoy en día tiene que elegir bien qué puede subir y qué no. Por otra parte, de la posición de delantera en que venía jugando siempre pasó a ser defensora central. Ahora extraña un poco los goles que hacía, aunque se conforma porque por medio de pelotas paradas puede llegar a convertir alguno. “Estoy muy bien en Rosario Central, es un excelente club y realiza un trabajo muy serio”, aclara. Su meta es seguir creciendo y su sueño: la selección nacional. Su lema: “La única derrota es rendirse. Todo lo demás es el camino”. Y nada ni nadie para a la Pepe.

Ph: Diego Díaz

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