La Iglesia pedirá perdón e indemnizará a cuatro jóvenes argentinos abusados por un sacerdote

PAPALa Iglesia Católica pedirá perdón y asumirá públicamente su responsabilidad por casos de pedofilia cometidos por un sacerdote, pero, sobre todo, se comprometerá a indemnizar a las víctimas.

Esto ocurrirá en San Isidro, donde su obispo, monseñor Oscar Ojea, leerá en la misa un comunicado en el que en nombre de la Iglesia se pide perdón a las víctimas de abusos cometidos durante años por un párroco de la localidad de Ricardo Rojas, en el partido de Tigre, y se expresa el deseo y la decisión de reparar a las víctimas “moral y económicamente”.

Para ello, la diócesis de San Isidro puso en venta algunas de sus propiedades para afrontar el pago de las indemnizaciones a cuatro jóvenes víctimas de los abusos, como se comprometió recientemente ante la Justicia. Se trata de algo que no tiene precedente en la Argentina, aunque sí en Irlanda, en Alemania y en Estados Unidos. Allí, en Boston, el actual cardenal y consejero del papa Francisco Sean O’Malley vendió la residencia del arzobispo para reparar a las víctimas.

El pedido de perdón por los delitos sexuales cometidos por el sacerdote José Mercau como miembro de la diócesis cuando era párroco de la iglesia San Juan Bautista y estaba a cargo de un hogar que albergaba a niños en situación de vulnerabilidad social significa, según opinan los especialistas, un cambio histórico de la Iglesia respecto de la manera de afrontar el hasta ahora tabú de los casos de pedofilia.

“En el pasado, se evitaba hablar de casos de abusos dentro de la Iglesia porque se creía que esto debilitaba su imagen. En cambio, reconocer, asumir y pedir perdón resulta todo un cambio de época”, puntualizó a La Nación, José María Poirier, director de la revista Criterio.

“La imagen de la Iglesia se fortalece con decisiones como ésta. Es la mejor demostración de que las palabras de Francisco no son gestos, sino que se traducen en realidades”, apuntó el teólogo y pastor Norberto Saracco.

Si bien este año la diócesis de Quilmes había sido condenada por la Justicia a indemnizar a víctimas de abusos, ésta es la primera vez que la Iglesia voluntariamente asume la responsabilidad de efectuar una reparación económica, asumiendo su culpa y pidiendo perdón.

La decisión de Ojea va muy en sintonía con el reciente pedido del papa Francisco a los obispos: “Asistan a las víctimas en el doloroso camino de curación, que conducen con valor”. Lo dijo hace dos semanas, al crear una comisión para la protección de los niños contra la pedofilia, a cargo del cardenal O’ Malley.

En junio último, Ojea, que asumió la Diócesis de San Isidro en 2011, se reunió con Francisco en Santa Marta, y en su encuentro conversaron sobre la realidad pastoral de San Isidro. “Hablamos de algunos asuntos particulares de la diócesis. Me sentí muy comprendido, muy respaldado, muy acompañado”, dijo Ojea tras aquel encuentro. El obispo mantiene una relación muy cercana con Francisco, ya que por cinco años fue auxiliar de Buenos Aires, cuando Jorge Bergoglio era arzobispo.

“Nosotros decidimos hacer público este pedido de perdón porque creemos que tendrá un efecto sanador, no sólo para las víctimas, sino para la sociedad. El sacerdote que cometió los abusos era parte de un cuerpo que es la diócesis y nosotros asumimos la responsabilidad como cuerpo, por no haber podido evitar que esos abusos ocurrieran. Como Iglesia, todos somos responsables”, afirmó el padre Máximo Jurcinovic, vocero del obispo.

Más allá de la decisión de indemnizar a las víctimas acordada en la justicia civil, Ojea asumió desde otro lugar la responsabilidad de proveer un resarcimiento moral y económico de las víctimas. “Para nosotros, indemnizar no es sólo un compromiso legal. Es también un deseo de esta diócesis. Queremos ser una Iglesia que se pone del lado de la víctima y no del victimario”, dijo Jurcinovic. Hasta ahora no trascendió el monto del resarcimiento.

“Las secuelas que deja el abuso sexual en el futuro de los niños y de los jóvenes no se pueden medir. Su vida vincular y afectiva queda lastimada en lo más hondo por la violación de su intimidad. La conducta del que abusa también hiere a todo el cuerpo de Cristo y quiebra la confianza en la comunidad. Este mal causado nos hace experimentar un vivo dolor como miembros de la Iglesia”, dice el comunicado, que será leído en todas las iglesias de San Isidro el domingo.

La semana siguiente, en tanto, se organizará una jornada de oración y reflexión sobre el caso, abierta a la comunidad. El objetivo es sanar una herida en la sociedad y trabajar para evitar que estos casos vuelvan a ocurrir.

Monseñor Ojea llegó a la conclusión de que era necesario pedir perdón públicamente después de una serie de encuentros que mantuvo con los cuatro jóvenes víctimas de abuso que en 2005 impulsaron una causa penal contra el padre Mercau. En los encuentros, al obispo le quedó en claro que, más allá de asistirlos pastoralmente, era necesario hacer algo por devolverles dignidad.

Tras un proceso de seis años, Mercau fue condenado por haber abusado de al menos cuatro niños. Tuvo un juicio abreviado, en el que reconoció su culpabilidad, y actualmente cumple una condena de 14 años en la unidad 41 de Campana, donde también está detenido el sacerdote Julio César Grassi.

Hasta hoy sigue siendo sacerdote, explican desde el Obispado de San Isidro. Ocurre que aún no ha finalizado el proceso canónico mediante el que la Iglesia debe juzgarlo. La investigación realizada por la diócesis fue enviada a la Santa Sede, que debe pronunciarse sobre el caso.

Hace un mes, en el colegio San Juan El Precursor, uno de los más tradicionales de San Isidro, también se celebró una misa en la que su rector, Eduardo Cazenave, pidió perdón por el sufrimiento que tuvieron hace 40 años varios estudiantes que sufrieron abusos por parte del profesor de arte Peter Malenchini.

“Malenchini no era religioso, pero sí lo eran algunos de los encargados de ocultar su accionar”, dice Nicolás Cassese, autor del libro El secreto de San Isidro , que terminó de darle voz a un suceso encubierto por años. “El actual cambio de enfoque de la Iglesia de San Isidro es una gran noticia y un logro colectivo del grupo de valientes que se animó a denunciar el drama que muchos preferían callar”, dice. Un dato llamativo: Mercau fue alumno de Malenchini.

“Pedir perdón es sanador -asegura Cazenave-. Me alegra ser parte de una Iglesia así. Es esperanzador.”