Jóvenes de Crespo explican porqué colaboran en sus Iglesias y hablan sobre la “Ley de Aborto”, adicciones y la fe

Estuvieron en el “Centro Periodístico de Entre Ríos”, María del Rosario Schmidt Caballero, Yohana Jumilla y Jeremías Gignone, jóvenes que participan activamente en Iglesias de Crespo, quienes en diálogo con El Observador y el programa “Fernando Huck Reportajes” de Canal 6 ERTV, hablaron sobre la espiritualidad y la fe. Tambien de temas candentes, como la “Ley de Aborto”, aprobada por el Congreso Nacional y el grave problema de las adicciones y de cómo desde las Iglesias, también se puede dar contención en esos casos. Las siguientes fueron algunas de sus respuestas:  

Jeremías Gignone (Parroquia Ntra. Sra. del Rosario), comentó que “con mi familia, fundamentalmente con mi mamá, siempre fui partícipe de las misas; al principio, como todo chico, me sentaba al lado de ella y era como estar obligado a ir. Pero a los 15 años, un sacerdote, el Padre Juan Marcos, me invitó a un encuentro que se hacía en Mendoza, con participación de jóvenes de todo el país. Esa experiencia me cambió la vida y también la forma de ver las cosas. En ese momento estaba pasando por temas complicados y me sirvió muchísimo, me abrió muchas puertas para la vida. Allí escuché experiencias que me impactaron, como la de jóvenes de Jujuy, que contaban que ellos para ir a la misa, caminaban desde las 8.00 a las 10.00 de la mañana. Acá nos da pereza ir y eso que tenemos la Iglesia a 2 cuadras. Al volver, con Johana (Jumilla), formamos el “Grupo Tikva”, en la Parroquia San José. Hoy estoy en la P. del Rosario, formando parte de otro grupo, llamado “Colores, Movimiento de Jornadas de Vida Cristiana”, también conocido por “Los Coloridos”. Nos haría bien a todos encontrar esa paz que por lo menos yo siento cuando estoy en la Iglesia. A misa voy los domingos y rezar lo hago todos los días. Con mucha gente que hablo nos preguntamos: cuando están mal, ¿en qué se apoya la gente que no tiene esa vida espiritual?”.

Yohana Jumilla, de Aldea San Rafael y que participa de la Parroquia San José de Crespo, expresó que “desde chica voy a misa con mis abuelas y mis padres; al principio sin entender tanto, lo hacía como una costumbre. Al igual que Jeremías, también estuve en Mendoza y fue mi primera experiencia fuerte, donde me sentí conectada con Dios. Con el grupo Tikva, empezamos a organizar encuentros con niños, juegos, talleres, misiones, colectas. Es un constante aprendizaje, porque conocemos otras realidades, que nos hacen valorar las cosas que tenemos y también dejar de perder tiempo en ‘bobadas’”.

María del Rosario Schmidt (Iglesia Comunidad Cristiana) dijo: “Me crié en una familia cristiana. A los 12 años, decidí bautizarme, que es un acto de fe que lo tiene que tener uno en particular y para eso se nos instruye para que, en algún momento, decidamos seguir a Cristo. A esa edad di ese salto y a partir de ahí, empecé mi camino espiritual, que es un constante aprendizaje. Es diariamente dedicarle tiempo, es como una relación cualquiera y hay que evolucionar todos los días en dicha relación. En la Iglesia, los sábados por la noche tenemos nuestra reunión de jóvenes, donde nos encontramos, alabamos a Dios y compartimos la Palabra. Y los domingos, participo en la reunión para todos. He estado en retiros y campamentos, que los extrañé mucho en el 2020, ya que no se pudieron hacer por la condición de la pandemia. En otros tiempos, hemos estado hasta 5 días en el “Parque Los Paraísos”, donde no solo orábamos, sino compartiendo lindos momentos con mis pares…”.

– En muchos países hay un éxodo masivo de jóvenes, que llegan a cierta edad y dejan de ir a las Iglesias. ¿Hay alguna explicación de por qué se da esta situación?

– (Schmidt) No estoy en el cuerpo de esos jóvenes y no puedo definir a eso como una regla. La fe, como la Biblia misma lo dice, “es la certeza de lo que se espera y convicción de lo que no se ve”. Algo que no puedo ver ni tocar, pero aun así, lo siento y lo creo. Muchas veces, la gente que titubea en la fe, es porque no la tienen firme desde un principio. Más allá que creas algo y tengas tus idas y venidas, no es lo mismo decir, “Creo, mientras me vaya bien” a decir, “Creo y estoy en las buenas y en las malas”. Siempre aparecen pruebas en la vida, más en los jóvenes, sabiendo cómo somos, que un día tenemos miles de proyectos y al otro día solo queremos dormir.  

– ¿Qué esperan de las Iglesias?

– (Gignone) Hay varias cosas a tener en cuenta, que los tiempos van cambiando y que hay que renovarse y actualizarse permanentemente. Antes se tenía una mirada de la Iglesia, que era solamente para ir a sentarse y rezar. No es solo eso, tiene que ser una Iglesia que viva la fe. Los que vienen ahora son los adolescentes y hay que centrarse en eso. Con la pandemia, se extrañó mucho ir a la parroquia a encontrarte con los amigos. En la primera misa que habilitaron, el año pasado, después de la cuarentena, éramos solamente 10 personas en el templo. Estaba contento de volver, pero se sentía todo muy frío, la Iglesia y la vida parroquial no es eso. Tiene que ser algo cálido, de encuentro con el otro.

– (Jumilla) También extrañamos otras actividades, como ir por ejemplo a un merendero de Paraná a jugar con los chicos, a compartir momentos con ellos. Hemos hecho colecta de útiles, de juguetes y ropa, pero para ir a entregarlas, se complicó mucho por la pandemia.

– ¿Creen que habrá más cambios dentro de las Iglesias?

– (Jumilla) Creo que sí, porque los cambios están sucediendo. Hay que vivir la fe y animarse a sentirla de una forma distinta. Teníamos una misa que era el primer domingo del mes y en las canciones aplaudíamos y a cierta gente un poco le chocaba eso o te miraba raro. Es entendible, porque no estaban acostumbrados, pero hay que entender que es una forma de vivir la fe, de mostrarlo con alegría.

– ¿Tienen alguna opinión sobre la “Ley de Aborto”?

– (Gignone) Fue un tema que nos abordó a todos. Decían que morían miles de mujeres por año por el aborto, cuando en realidad, en 2016, de las 170.408 que fallecieron en toda Argentina, 79.700 fueron por problemas cardíacos, 39.900 por problemas respiratorios, 32.500 por tumores y por maternidad, 245, de los cuales 31 muertes fueron por abortos inducidos. Creo que en ese sentido, hay que priorizar otras cosas antes que eso (por el aborto). Hay otros problemas más graves… Pero más allá de eso, se juega con una vida sobre la que nadie tiene derecho a decidir.

– (Jumilla) Lo que más me dolió además, fue la grieta social que se formó, o que sos pañuelo verde o pañuelo celeste y nos olvidamos que adelante, hay otro par con su vida, con sus sueños, que también necesita de Dios. Hay que pensar en respetarnos más.

– ¿Se habla en las Iglesias sobre el problema de las adicciones?

– (Gignone) Sí, antes se veía como que acá en Crespo no había droga o se veía poco, pero lamentablemente ves que amigos o conocidos se drogan, ya sea con marihuana, cocaína y muchos de ellos, recurren a la Iglesia, porque tienen además, problemas personales, familiares, no tienen dónde ir.

– (Jumilla) Me impacta ver cómo cada vez son más chicos que caen en las adicciones y cada vez más son de 12/13 años y duele ver esa situación. Siempre antes de criticar hay que entender que por algo está donde está o cayó donde cayó, hay que preguntarse qué puede estar pasando de fondo y tenderle una mano.

– (Schmidt) Duele que se desperdicie la vida en eso, siendo que puede dar mucho. Más allá de lo que conlleva el consumir, se terminan convirtiendo en su vicio, lo necesita y el ser dependiente de algo, esclaviza. Estamos intentando recalcar esos valores especialmente a los chicos, comunicar que está mal, que hace mal. Tal vez no escuchen a alguien mayor, pero sí a un par, que de alguna forma inspira, en tener estabilidad, metas, aunque tenga idas y venidas…

– Hay mucha preocupación en las Iglesias por la cantidad de matrimonios en problemas…

– (Schmidt) A todos nos hace falta más amar, entender, tener empatía, porque realmente si hay problemas pero amás a esa persona, buscás la forma de solucionarlo. Si todos ponen su parte para lograr que ese núcleo sea eficiente, se puede. El querer tener una familia es algo que lo buscás y con Dios, es mucho más fácil.

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