Jorge Khin, crespense herido en Malvinas, habló con El Observador a 36 años de la guerra

En Argentina, el 2 de abril de cada año se conmemora el “Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas”. En esa fecha, pero de 1982, las Fuerzas Armadas de nuestro país desembarcaron en las islas con el objetivo de recuperar ese territorio, arrebatado por Gran Bretaña, en 1833.​ Jorge Khin, crespense que defendió a la Patria y que fue herido en dicha gesta, esta semana visitó la redacción de El Observador y contó sobre este conflicto bélico en el que murieron 649 compatriotas y varios cientos terminaron heridos.

– ¿Qué recuerda del día que lo llamaron para ir a Malvinas?

– Yo estaba cumpliendo el servicio militar en el Batallón 5º de Infantería, en Tierra del Fuego. Soy clase 1962. Después de haber estado en dicha compañía en 1981, ya tenía la baja para volver. Y cuando estábamos por regresar, nos informan que debíamos ir a Malvinas. En ese momento, en realidad no pensábamos que íbamos a una guerra, pero algo sospechábamos. En ese tiempo, estábamos mucho tiempo en la frontera con Chile. Yo le decía a un compañero de Misiones: “me parece que no nos van a dar la baja, porque algo va a pasar”. Pensaba más que iba a ser un conflicto con los chilenos, pero al final fue con Inglaterra. Recuerdo que nos subieron a un avión Hércules, con armas, municiones, mochilas, carpas y allí nos instalamos…

– ¿Con qué panorama se encontraron en las Islas?

– Al principio era todo muy tranquilo. Lo primero que nos pidieron hacer, fueron los pozos de combate y nos decían que estemos preparados. Esa tranquilidad se terminó cuando llegaron los ingleses. Empezaron a atacar de día y de noche. Desde submarinos, barcos, aviones y por tierra. Fueron semanas muy duras. En una guerra, prácticamente no se duerme… De noche no podíamos prender fuego por ejemplo, porque de lo contrario veían la luz y éramos más fáciles de ser atacados. Pasamos días con neblina, lluvias, frío. Algunos lo sintieron más al clima. Yo como había estado todo un año antes en Tierra del Fuego, me adapté más rápido…

– Siempre se dice que los soldados pasaron hambre y mucho frío…

– Lo de la comida fue pésimo. Teníamos un plato de aluminio y nos ponían un poco para cada uno, solo para mantenernos. De mañana, únicamente mate cocido. Muchos argentinos mandaban cosas desde todas las provincias, pero por lo menos en mi sector, no llegaron esos alimentos. Nos enteramos de eso cuando regresamos. Los soldados la pasamos mal, aparte de lo que fue la guerra…

– ¿Cuándo y cómo cae herido?

– Fue en el último día de la guerra. En un ataque nocturno, aproximadamente a las 22.30. Tiraron una granada y una esquirla se me introdujo en el cuerpo, al lado del hígado. Yo sentí una explosión y un golpe en mi cuerpo. Les dije a mis compañeros que no sé lo que me había pasado, porque estaba totalmente oscuro. No sabía si estaba herido, pero que algo tenía. Le preguntaron al oficial a cargo, qué hacían conmigo y como no me podían llevar, me metí en el pozo de combate, me tapé con una frazada y esperé. Al otro día, a eso de las 16.00, me encontraron los ingleses. Por la herida que tuve y por el tiempo que pasó, fue un milagro que haya seguido con vida…

– Cuando lo atraparon los ingleses: ¿Qué hizo y cómo se manejó con el idioma?

– Al principio me trataron mal, porque pensaron que tenía explosivos. A algunos los entendía bien y nos manejábamos por señas. Les mostré que estaba muy herido. Me sacaron, me revisaron y me hicieron las primeras curaciones. Ahí perdí el conocimiento. Cuando desperté, ya estaba en una sala médica de ellos. Me dijeron que me iban a operar, pero finalmente no lo hicieron. Después me entregaron, por lo que terminé en un barco donde estaban otros argentinos heridos. Era un griterío, con momentos desgarradores. Había soldados a los que les faltaba una pierna, a otros un brazo, otros estaban ciegos. Son algunas de las graves consecuencias que dejan las guerras…

– ¿Cómo se volvió a adaptar a la vida diaria, después de estar en un campo de combate?

– Fue muy difícil, como les pasó a muchos otros. Hubo soldados que estuvieron allá que se han suicidado. Dentro de todo, estoy bien, pero tomando medicación… Cuando estaba en Malvinas, con frío, con lluvia, en medio de bombas, no veía la hora de volver. Quería ver a mis familiares y a mis amigos… De acá, nadie sabía que estaba en Malvinas. No había teléfono, cartas podíamos escribir, pero las leían los oficiales y si había algo que nos les gustaba, las rompían o no llegaban a destino…

– En otros países, a los ex combatientes se los considera “héroes de guerra”: ¿Falta un mayor reconocimiento en Argentina?

– En cuanto a reconocimientos en general, en Crespo no me puedo quejar. El actual intendente y su gestión de gobierno, nos reconoció en el acto del año pasado. Así como el ex intendente Kaehler me dio trabajo en su momento, también hubo un intendente que nunca me invitó a un acto…

– ¿Le gustaría volver a Malvinas?

– Me gustaría ir a recorrer, pero no sé si me haría bien…

– ¿Ha tenido contacto con otros ex combatientes de la misma sección que usted?

– No. Uno de mis amigos era de apellido Pedrozo, de Posadas (Misiones), pero como no tengo su número de documento, ni dirección, ni teléfono, no lo he podido encontrar…

– ¿Se podría haber ganado la guerra?

– Nuestros jefes estaban confiados en que a los ingleses les iba a costar llegar a Malvinas, porque estaban lejos. Eso nos decían a nosotros, pero llegaron y tuvieron el apoyo de Chile y de otros países. Nosotros fuimos a defender la Patria. Ojalá hubiésemos ganado, pero era muy difícil. Ellos tenían mucha más tecnología…

– ¿Se podrían recuperar algún día?

– Las Malvinas son argentinas, pero será difícil recuperarlas…

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