Joel nos emocionó a todos

Hay lágrimas en Concepción del Uruguay, hay abrazos emocionados en aquella costa de la provincia, se descargan toneladas de angustiosos momentos de esos que pesan miles. Hay llanto de este lado del suelo entrerriano, hay también abrazos conmovidos descargando felicidad. Es la familia, son los amigos, son quienes están siempre cerca, los que estuvieron cuando aquella angustia rompía el alma y los que están en este sublime instante de fascinante alegría.

Se entiende ese desborde emocional de Joel Gassmann, quien tuvo que tragarse varios de aquellos episodios ingratos para vivir este día imborrable. Se comprende sus palabras al término de la final de la Clase 3 del Turismo Nacional cuando soltó: “Quise dejar de correr muchas veces, la pasé muy mal durante mucho tiempo”. Entonces cómo no llorar, cómo no estar gritando de felicidad. Es una esperada descarga de alegría suprema, de esas que no tienen mucha explicación ni tampoco la necesitan. Solamente uno la ve y la comprende en silencio.

“Escuché a gente que no tenía que escuchar” remarcó el hombre que obtuvo su primer triunfo al mando del Chevrolet Cruze y en parte fueron esas personas también las que empujaron a este instante sublime. En ciertas circunstancias de la vida, existen aquellos que se suben a la silla crítica de nuestras conductas y quizás inconscientemente nuestras energías pueden fortalecerse para demostrarle a esos seres de luz que estaban equivocados.

Dice la información que por la 7ª fecha del campeonato el piloto del JT Racing obtuvo un triunfo inobjetable, con un auto radiante y con una sólida forma de conducirlo que incluyó un sobrepaso magistral a Franetovich quien le había arrebatado el liderazgo en los primeros giros. Luego fue todo del crespense, incluso cuando hubo un relanzamiento por pace car. Siempre condujo el camino de una de las categorías más parejas y competitivas del automovilismo nacional.

Allá en Concepción hay un ser humano que abrió su corazón y contó lo que sentía. No tuvo intención de analizar la carrera, solamente tiró palabras que ponían de manifiesto lo que le recorría el alma hasta que completamente conmovido se sumó su papá, Dani. “Si no había carrera los domingos, la inventábamos. Son muchos años juntos, es un buen amigo, un gran compañero, un flamante piloto y un hijo fenomenal”, palabras que fueron selladas con el fraternal abrazo de siempre, pero que ahora tenía un sabor especial, único.

Hay un joven emocionado, rodeado por el equipo que también se contagia de las lágrimas. Cada uno comprende el esfuerzo que resulta llegar hasta ese lugar de privilegio. Hay personas emocionadas frente a la tv, hay rostros conmovidos, tienen lágrimas que se desprenden mientras lo ven y escuchan. Se contagian de lo que vive aquel muchacho que no entra en sí mismo por esa felicidad que no conoce de límites ni de explicaciones.

El deporte está repleto de momentos ingratos, pero aparecen estos instantes únicos que merecen ser guardados para siempre. Al fin llegó, al fin lo logró, al fin Joel escribió este capítulo envuelto en alegría. ¿Lo merecía? Desde hace muchísimo tiempo. Hoy el mundo de los fierros parece un poco más justo.

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Por Mauricio Jacob
Desde Crespo
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