INTA: La productividad del agro depende hasta en un 80% del agua

Del total del agua del planeta, sólo el 3% es dulce y un tercio representa agua superficial y que está disponible en ríos, lagos y lagunas. Además de escaso, este recurso natural es muy preciado. A escala global, el 70% del agua dulce que se extrae en el mundo se destina a agricultura, ya que es el sector que más consume, seguido por el industrial y el doméstico. De allí la importancia de ser racional y eficiente en su uso.

Especialistas del INTA subrayan la importancia de gestionar el agua para aumentar la eficiencia y la productividad de los sistemas y brindan una serie de estrategias y pautas de manejo en escenarios contrastantes.

Cristian Álvarez, especialista del INTA, explicó que “entre el 70% y 80% de la productividad en el sector agropecuario depende del agua”, mientras que Fernando Salvagiotti, referente en manejo de sistemas y ecofisiología de cultivos del mismo Instituto, recalcó que “el agua es el eje central de nuestra producción”. Dijo que es “trascendental” que “el manejo de los sistemas de producción apunte a mejorar la gestión del agua” porque “la mayor parte de la producción de los cultivos extensivos en Argentina es en secano”.

Por su parte, Álvarez no dudó en asegurar que, por tratarse de un recurso indispensable para todas las producciones, es “fundamental” mejorar la capacidad de captación y almacenaje en los suelos, así como revisar las prácticas de manejo de los cultivos, tales como rotaciones, fecha y densidad de siembra, coberturas y fertilización para incrementar la eficiencia en el uso de agua global. Según detalló, “entre el 50% y 75% de las precipitaciones anuales retorna a la atmósfera sin pasar por un proceso productivo. Esto es un claro ejemplo de la baja eficiencia en el uso del agua”. En esta línea destacó: “Es importante entender que no es un factor único, sino que interactúa con otros de la producción y está directamente ligado al manejo que se realice del suelo y los cultivos, herramientas que potenciarán la productividad y el comercio de granos y carnes, leches y otros derivados a nivel nacional e internacional…”.

CULTIVOS DE COBERTURA: UNA ESTRATEGIA  

“Es una de las herramientas más importantes para disminuir el impacto negativo de la falta de coberturas en el invierno y que pueden contribuir a incrementar la captación del agua y mejorar la distribución de agua en el perfil del suelo”, aseguró Álvarez quien, también, reconoció que “incrementan la eficiencia en comparación con barbechos sin cobertura e impulsa una mayor biodisponibilidad, aún en zonas con alto estrés hídrico”.

Según explicó, mantener el suelo cubierto con cultivos es “estratégico” para mejorar la capacidad de captación y cosecha de agua, en especial, en aquellas regiones con pendiente. Además, permite disminuir los efectos del tránsito frecuente en los sistemas de directa.

ESCENARIOS CONTRASTANTES  

El agua útil para los cultivos, describió Álvarez, es el resultado de las precipitaciones y de las características del suelo que determinan su capacidad para retener agua. Las prácticas de manejo a escala de sistema que mejoran la captación de agua del suelo (labranzas, rotaciones de cultivos, uso de cultivos de cobertura, sistema de labranza) afectaran la captura de agua, por lo que es importante saber, al momento de sembrar, cuál es el cultivo antecesor. Por otra parte, es importante conocer la profundidad efectiva de las raíces de los cultivos, que determinarán la capacidad de captura de agua de los mismos. Esta profundidad efectiva dependerá del cultivo, pero también de las impedancias físicas del suelo (sectores compactados, presencia de tosca, entre otros).

Otro factor que puede incidir en la disponibilidad de agua son las napas freáticas, que varían en profundidad según la región y tienen un efecto positivo en la producción, cuando se encuentran entre los 50 y 150 centímetros. Además, el ascenso de estas es variable como también la composición de sales de la misma.

De acuerdo con el especialista en gestión en agua del INTA, “durante las últimas campañas se vienen registrando escenarios contrastantes, una problemática que requiere de un enfoque cada vez más ´sistémico´ y no solo disciplinario”. Para Álvarez es “clave” tener una nueva agenda técnica y científica orientada al logro de una mayor eficiencia en el uso del agua considerando no solamente los factores que afectan la productividad física, o sea los kilos por hectárea por milímetro (kg grano/forraje-mm de agua) sino también aquellos que inciden sobre la productividad económica de la misma, el ingreso económico por milímetro ($/mm)”.

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