Ing. Culasso y R. Barón contaron beneficios de la conservación del suelo y cómo convencieron a productores que dudaban de esta práctica

En la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNER, en Oro Verde, se reconoció a productores conservacionistas pioneros y profesionales que trabajaron muchos años en la investigación y extensión del cuidado del suelo en la provincia. Entre los premiados estuvo el Ing. Ítalo Culasso (ex titular del INTA Crespo) y el productor de esta ciudad, Rubén Barón, quienes esta semana participaron del programa “Grandes Reportajes” de Canal 6 ERTV, donde contaron sobre esta distinción y del trabajo que llevaron adelante hace algunas décadas.

– Muchos campos se degradaban cuando llovía: ¿Cómo empezaron a trabajar con prácticas conservacionistas?

– (Culasso) En la década del 70 se había intensificado el uso del suelo por la mecanización y eso, junto con las condiciones agro-ecológicas, provocaron un fuerte proceso de deterioro del mismo. En la zona de Crespo empezamos a trabajar con Rubén Barón, quien es pionero no solo en la adopción de “terrazas agrícolas”, sino también en el uso del guano para recuperar la fertilidad del suelo. Luego se empezó a usar la siembra directa, con la que no se remueve la tierra y se hace sobre el rastrojo del cultivo anterior. Antes, el arado daba la vuelta todo y quedaba flojo, por lo que en cada lluvia, se producía la erosión en los campos que tenían pendiente. Cuando la gente veía que él sembraba en los pajonales, pensaban que se había vuelto loco y cuando comenzó con el sistema de aterrazamiento, recuerdo que hasta su padre me dijo que se las iba a borrar. En ese tiempo, realizamos vuelos en avión con productores, algunos intendentes, gerentes de cooperativas, para ver el panorama desde el aire y de cómo se estaban erosionando los campos. Don Francisco “Pancho” Sagemüller nos facilitó el avión y empezamos a hacer recorridas, fundamentalmente para que los productores cambien de actitud y vean que estos sistemas eran convenientes…

– (Barón) Participamos en ese tiempo de cursos en el INTA que organizaba un ingeniero agrónomo que trabajaba con Ítalo (Culasso) y en LAR de Crespo, en el que participaban no solamente productores, sino también ingenieros, médicos… Incluso nos llevaban a otras provincias. En esa época, no era fácil obtener información. No había internet, teléfonos ni las comodidades de hoy. Así que buscábamos datos, nos reuníamos y a veces hasta escapándonos de nuestras casas inclusive, porque nuestro padre no quería saber nada de esto. Incluso le sacaba la camioneta a mi hermano, porque no quería que participemos de los cursos. Esto es para que se vea la mentalidad que había en los productores más grandes de ese tiempo. No fue fácil cambiarlo…

– (Culasso) Cuando José (papá de Rubén) me dijo que quería borrar la terraza que habíamos hecho, le dije, “hagamos un pacto de caballeros. Esperamos la primera lluvia y después vamos juntos y lo vemos”. Llovió, fuimos al campo y había dado resultado. Después de varios años me enteré que los amigos y vecinos de José que pasaban por el “Camino del Medio”, veían que estaba esta zanja (terraza) y lo “cargaban”. Pero como eso funcionó, muchos terminaron usando este sistema. Después de Rubén, vino Don Oscar Farall. Cuando le decíamos que se perdían 20 o 60 toneladas de tierra por hectárea, para ellos era solamente un número y se me ocurrió compararlo con chasis llenos de tierra que se perdían con la erosión, reaccionó y empezó a hacer las terrazas, que le dieron resultado. En la conservación del suelo hay tres pilares fundamentales, la sistematización de colectores y terrazas, la siembra directa y el abono orgánico. Tuvimos 80 a 100 años de una agricultura no conservacionista, sembrando a favor de las pendientes y las lluvias se llevaron todo. El fósforo está en promedio de 5 a 15 partes por 1.000.000 y en el campo de Rubén (Barón), con abono orgánico, se llegó a 70/95. Los nitratos, en los campos de la zona eran entre 40 y 60 y en el campo de Rubén, de 100 a 130…

– (Barón) Hoy se usa mucho el estiércol de gallinas, de pollo, de cerdos, son los orgánicos que abonan la tierra. Hay un fertilizante que es el Nitrógeno, que igualmente hay que agregarle para sacar buenos rindes. En esa época no se conocían los químicos…

– (Culasso) A ese abono o se los llevaban los mendocinos para abonar los viñedos o la gente lo tiraba en los arroyos, porque era como algo que no servía. El abono no solo incorpora elementos químicos, sino materia orgánica que es lo que nos está faltando…

– Así creció el interés de los productores por las prácticas conservacionista…

– (Culasso) Sí. De esas 10 primeras hectáreas en lo de Barón a las 80.000 sistematizadas de hoy día, han pasado 40 años. En Entre Ríos, la mayoría actualmente hace siembra directa, porque es un sistema con el cual ganás tiempo, sembrás a tiempo… Argentina está en muy buen nivel en cuanto a las prácticas conservacionistas y el tema de la siembra directa la hemos exportado a España, donde técnicos argentinos fueron a enseñar allá…

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