¿Influye el aspecto emocional y psicológico en el tratamiento de la obesidad?

El tercer miércoles de octubre se conmemora el “Día Nacional de Lucha contra la Obesidad”, una enfermedad que afecta al 6% de los niños del país, según un estudio de la “Sociedad Argentina de Nutrición”, por lo que esta fecha intenta instalar el tema en la agenda pública.

La Lic. en Psicología, Silvana Czerwacki, especializada en trastornos alimentarios y psico-nutrición, expresó que “el descenso de peso, es un proceso que debe ser seguido y acompañado no solo desde el punto de vista médico, sino también en lo psicológico. Debemos entender que no hay salud posible, sin salud mental. La influencia emocional y psicológica en el tratamiento de la obesidad es fundamental, dado que, entre otras cosas, la conducta alimentaria está atravesada por nuestra historia familiar, teniendo en cuenta que, nuestro primer vínculo de amor, se estableció a través de la lactancia materna, generando una ligazón inconsciente entre alimento-afecto. Detrás de cada paciente hay historias de vida, que se entraman de una manera singular y peculiar. Y no hay comidas buenas ni malas, lo malo es el vínculo que fuimos estableciendo durante años…”.

– ¿Estamos gestionando adecuadamente nuestras emociones…?

– (Czerwacki) En la obesidad, la ansiedad pasa a ser uno de los personajes principales, con los cuales nos enfrentamos día a día. Desde la Psicología se trabaja en ese sentido, otorgándole al paciente las herramientas necesarias para que el mismo obtenga mayores recursos para gestionarla. ¿Comemos en automático? ¿Tenemos real registro de lo que consumimos? La tendencia demuestra que la vida misma nos lleva a comer distraídamente y cada vez menos, nos centramos y tenemos atención plena en el acto de comer. Cuando frente a la ansiedad, la única salida o respuesta es el alimento, se comienza a instalar un patrón nocivo. Ello nos lleva al deterioro de nuestra autoestima, a disminuir la interacción social, a aislarnos progresivamente y a quedarnos atrapados en una situación que sentimos sin retorno. Los estándares y cánones de belleza sociales, tampoco colaboran, ya que imponen un ideal, un referente de belleza, que cada vez se encuentra más alejado del prototipo de mujer real, generando mayor insatisfacción corporal y la posibilidad de desarrollar trastornos de la conducta alimentaria. Desde el acompañamiento psicológico, se trabaja sobre la incorporación de hábitos saludables, como la reeducación alimentaria, actividad física y el gestionar las emociones de una manera más adecuada, entre otros, los cuales conforman los pilares para que todo tratamiento de descenso de peso logre no solo mayor adherencia sino poder sostenerse en el tiempo…”.

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