Impactante relato de pastor que busca recuperar a personas con adicciones en Paraná

La “Iglesia Evangélica Asamblea de Dios” de Paraná tiene un centro de atención destinado a personas adictas y según confirmó su pastor, Héctor Larrea, la capacidad está totalmente colapsada por la demanda diaria que tienen. En diálogo con Canal 6 ERTV, expresó que “es muy triste que venga un familiar o la misma persona afectada y nos diga: ‘dame un lugar, porque si sigo en la calle, me van a matar’. Y lamentablemente, no podemos darle una solución; nos sentimos verdaderamente impotentes ante la abrumadora demanda que hay. Ese joven necesita un centro de recuperación donde quedarse y hacer el tratamiento, porque ya sabemos que si sigue en la casa, a la familia le empiezan a faltar cosas, que las vende y ahí sobrevienen los problemas con los padres, hermanos y se entra en conflicto. Generalmente son jóvenes que agarraron todos los códigos ‘tumberos’, que son los de la cárcel. Siempre les digo a los chicos que el valiente no es el que tiene un revólver y anda a los tiros, el valiente es el que decide recuperarse. Y lo digo por experiencia, porque fui un hombre que estuvo en la delincuencia, en asaltos y un día me predicaron el Evangelio, a Cristo Jesús y pude transformar mi vida. A partir del 2004 empezamos a trabajar con la Iglesia en este centro, donde en el templo hacemos reuniones los miércoles, sábado a la mañana y domingos a la tarde, escuchan la Palabra, que es la que le alumbra el entendimiento, los hace recapacitar y ahí deciden si siguen con su vida como están o cambian. Nuestro problema es que la capacidad que tenemos es de solamente 10 personas, que no es nada a lo que se necesita”.

– ¿Han logrado recuperar a jóvenes que ya dejaron el centro?

– Sí, hemos tenido muy buenos resultados, jóvenes que se alejaron de las adicciones, que formaron su familia. En ellos, el común denominador es que lo consiguieron, porque aceptaron la Palabra de Dios, van a la Iglesia, permanecen en sus congregaciones. Recetas mágicas no hay, pero en el centro pueden ‘desintoxicarse’ y muchos ahí ven que su vida es un fracaso, entonces toman la decisión. Yo toqué fondo y cuando entendí que era un hombre que había hecho daño, que tenía orgullo, soberbia, que culpaba de todo a la sociedad, al vecino, decidí cambiar la actitud… Por eso me da tristeza ver a las madres que vienen a pedir ayuda y no podemos ayudarlas, porque no alcanza nuestra infraestructura. A las personas que tienen el poder de decisión, deben crear centros de recuperación. En las campañas políticas se habla del narcotráfico, pero son palabras, palabras y más palabras, pero nadie hace lo que tiene que hacer. En Paraná se necesitan 20 mega-centros de recuperación en estos tiempos. Yo hablo con la realidad que tenemos. No sé qué va a pasar con esta juventud destruida, que va a ser del futuro de aquellos niños que recién empiezan a vivir la vida y se encuentran con este flagelo. Para ellos ya es común la violencia, los tiroteos y como tienen miedo, a los 11/12 años ya se arman”.  

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