Historia de vida: Impactante testimonio del actor Gastón Pauls, adicto recuperado

Gastón Pauls, conocido actor, que trabajó en tiras muy exitosas y que tiene un espacio en la televisión, está recorriendo el país explicando cómo era su vida cuando consumía drogas y cómo hizo un giro, por medio de la fe. El Observador contó hace tiempo, cómo este famoso actor se había acercado a Dios “cuando sentí que quería dejar atrás mis adicciones”. En ocasión de presentar esta semana en Paraná y Crespo, “Este soy yo”, un ciclo de charlas para hablar sobre la prevención de adicciones, dialogó con los medios del “Centro Radial, Televisivo y Periodístico de Entre Ríos”: “Tristemente tenemos que salir a hablar de este tema. Lo ideal sería no estar hablando de esto, pero la situación es muy compleja que requiere  compromiso de los gobiernos y de la parte civil. En nuestro caso, con lo que venimos realizando, buscamos prevenir para que el pibe que nunca consumió drogas, por lo menos sepa el lugar al que se está metiendo. Lamentablemente hace 25 años que no hay una campaña fuerte de prevención de adicciones a nivel nacional, la última fue “Fleco y Male” del Dr. Alfredo Miroli, pero después, no hubo nunca más una campaña así. Necesitamos que no entre más gente al ‘barco’, que se está hundiendo y se tiene que trabajar con los que ya están en ese ‘barco’, muchos de los cuales se ‘ahogaron’ y otros lo harán, que van a morir de sobredosis, suicidios, accidentes o enfermedades relacionadas con el consumo. Menos del 20% de los adictos entra en una recuperación y la sostiene y el otro 80% recae y vive una vida dramática y trágica”.  

“Si mi mensaje le sirve a 1, a 2 o más, ya es útil. Hace 6 años que venimos haciendo estos encuentros y más de 250.000 personas concurrieron a las mismas. En el 99.9% de las charlas que di, no ‘vuela ni una mosca’, porque evidentemente hay una necesidad de los pibes de escuchar lo que uno les está transmitiendo y por eso las seguimos haciendo. En el tema de las adicciones, hay mucha gente mirando para otro lado, callándose la boca a propósito, porque seguramente algún interés tiene, pero hay muchos padres y madres preocupados. Si nos quedamos callados, somos adictos todos, los que consumen droga y los que no. Y así como hay adicción a la cocaína, hay también al poder, al dinero, a la corrupción. Esto le puede pasar al rico, al pobre, al judío, al católico. Yo tengo compañeros de recuperación que son multimillonarios y tengo otros compañeros que no tienen ni para comprarse unas zapatillas. Como decía Borges ‘no nos une el amor, sino el espanto’. En las grandes ciudades, hoy la droga está en una esquina, en las ciudades chicas o en los pueblos, lamentablemente ya también la droga está llegando a las esquinas. Está en todos lados y el nivel de reproducción en lugares más chicos, es paradójicamente más rápida, se reproduce muy velozmente la enfermedad”.

“HICE UN MONTÓN PARA MORIRME” 

Durante la charla brindada en Crespo, entre otros conceptos, Pauls detalló: “En mi vida, durante muchos años, hice un montón para morirme, porque consumí drogas de todo tipo, livianas, fuertes y muy fuertes. Y estoy dando estas charlas, porque no quiero que lo que me pasó, les ocurra a otros. Soy adicto en recuperación y lo que quiero hacer es contarles cómo llegué a consumir, porque les puede pasar y es lo que debemos evitar”.

“Vengo de una familia de clase media, no me faltaba nada, pero tampoco me sobraba. Mis ‘viejos’ fueron buena gente, pero se peleaban mucho entre ellos en casa, por lo que veía peleas todo el tiempo y como era muy tímido, no me animaba a hablar, me quedaba callado siempre, porque tenía miedo a decir algo o me daba vergüenza. En el colegio tampoco hablaba y si había algo que no entendía en clases, no preguntaba, porque sentía que si lo hacía, iban a creer que era un gil, un idiota… En las escuelas generalmente siempre hay como 2 grupos: está el de los cancheros, graciosos, exitosos, los que hacen bullying y el otro, que es el de los tímidos, inseguros, los que reciben bullying y yo estaba en los de ese lado. Así iba por la vida, hasta que a los 8 años, mis viejos se separaron y en ese momento pensé: “Bueno, listo, se acabó el problema, no se van a pelear más”, pero pasó todo lo contrario, se peleaban más y me usaban a mi como mensajero. Nunca les pude decir que me lastimaban. Así que fue bastante triste mi infancia y si bien tenía amigos, era triste… A los 13/14 años, un grupo de compañeros, de los cancheros, los graciosos, me invitaron un viernes. Y yo me preguntaba: “… por qué me invitan, si soy un gil”, pero acepté. Fui con miedo y cuando llegué, estaban tomando una botella de Gin y ahí dije: “cagu*… en algún momento me van a ofrecer un trago. Y nunca había tomado ni una gota de cerveza. Estaban todos en ‘pedo’ y cuando me ofrecen tomar, no pude tragar al principio, porque me quemaba la boca, hice un esfuerzo y tragué y todos me dicen “bien loco”. Por primera vez me sentí ‘bien’, porque estaba haciendo algo y ellos, los ‘genios’, los ‘cancheros’, me lo estaban aprobando. Así que seguí tomando y al cuarto trago, tenía un ‘pedo’ que no veía. Me empecé a sentir más relajado, a hacer chistes y ellos se reían, así que me dije a mi mismo, “lo logré, tengo un equipo”. Y puedo abrazar a mis amigos nuevos… Pero se me dio vuelta todo y me fui abrazar al inodoro, porque empecé a vomitar groso… Escuchaba solamente la risa de mis compañeros y dije “juro por el universo, que no tomo nunca más” y me quede dormido en el baño, abrazado al inodoro. Al viernes siguiente me invitan, llego y nuevamente todos borrachos. A los 2 minutos me ofrecen la botella y obviamente me olvidé que había jurado que no iba a tomar más. Y empecé a tomar todos los fines de semana. Luego incorporé el cigarrillo. Ya no era un ‘gil’, estaba entre los graciosos, populares y le hacía bullying a los que no fumaban y a los que no tomaban… Un día estábamos en la casa de mis ‘nuevos amigos’, todos ebrios y uno de ellos sacó un porro. Empezó a fumar uno, el otro y el otro, me lo pasan a mi y a la tercera pitada empecé a reírme del techo, me parecía graciosa la pared y me pasé 3 horas riéndome de la nariz de un amigo… Los fines de semana era consumir alcohol y porros; después ya lo metía en algunos días a la semana y a los pocos meses, fumaba 5 (porros) por día. A los 17 años, una noche nos juntamos en la previa, nos emborrachamos, nos fuimos al boliche y en un momento veo que a 10 metros estaba un tipo en la puerta del baño, metiendo una tarjeta dentro de una bolsita, sacando un polvo blanco y metiéndoselo en la nariz. Me acerco a él, que lo consideraba mi amigo y que era 10 años mayor que yo y le digo: “qué estás haciendo” y me dice “tomando merca”. “Y qué es?” le pregunto y me contesta: “Cocaína, con la cual vas a ser Superman” y me regala una bolsita. Me meto al baño, cierro la puerta, inhalo y salgo sí, como Superman, porque te pone para arriba, pero cuando se te va el efecto, sí o sí te la das contra el piso. No conozco a nadie que haya tomado ‘merca’ una vez y todavía esté arriba, todos en algún momento bajan. Voy a ver a la persona que me lo había regalado y le digo “me siento como un gusano” y me dice “… es porque tenés que tomar más”. Saqué plata y me dio más. Subí no hasta el techo, sino hasta las nubes. No saben el ‘placer’ que era estar ahí, hasta que se me fue el efecto y les juro que la caída fue muy brava. Eran las 7.30 de la mañana y estaba encerrado en el baño a ver si quedaba algo de ‘merca’, imagínense la suciedad del lugar y yo tirado en el piso…”

¿CÓMO DEJÓ LAS ADICCIONES?  

“Al cigarrillo lo dejé hace 8 meses, me costó horrores y marihuana no fumé nunca más, desde hace 15 años. Ese es el tiempo que no lo llamo al que me vendía la droga y no me puedo olvidar su número de teléfono. ¿Qué quiere decir eso? Que la enfermedad está ahí. Pero elegí estar en este lugar, que me está permitiendo vivir y del otro lado sé que está lo que me mataba. Tengo amigos a los que no los mató la ‘joda’, los mató el consumo. Un compañero (con problemas de adicciones) se tiró del 8º piso; cuando me lo dijeron me desmayé y lo primero que pensé, una vez que recobré el conocimiento: “… él no supo cómo manejarlo…”. Ni siquiera pude ir al cementerio a despedirlo, porque estaba drogándome en mi casa. Y 2 años después se murió una amiga de un infarto, por sobredosis. También tuve que ir al hospital a visitar a 2 amigos, uno perdió la pierna por un accidente, trasladándose a comprar droga y el otro quedó cuadripléjico y no va a caminar nunca más en la vida. Y todo por la droga. Mientras eso pasaba, yo consumía cada vez más. Al principio no lo hacía cuando iba a trabajar, pero después sí… Hasta que en 2007 llegué a un momento de mi vida donde no podía pasar ni un segundo sin tener ‘merca’ en el bolsillo. El 24 de diciembre de ese año, me levanté a las 9 de la mañana, me fui a comprar regalos para Navidad, tomando cocaína y a las 6 de la tarde volví a buscar a mi novia e irnos a pasar la Nochebuena con mi familia. Pero cuando llegué, ella me vio el estado en que estaba, temblando, transpirado y me dijo ‘consumiste’. Le negué todo, pero no me creyó, agarró un bolso y se fue de la casa. Lo primero que pensé fue ‘… está bien, que se vaya y me deje en paz’. Decidí mandarle un mensaje a mi familia que no iba a pasar Navidad con ellos, me encerré en el cuarto, bajé la persiana y me llevé 5 botellas de whisky, 20 paquetes de cigarrillo, me acosté y con mi mano izquierda levantaba la cocaína y me la llevaba a la nariz… Recuerdo que caminé hasta el auto solo con un bóxer y me quedé consumiendo ‘merca’ allí, con 40° de temperatura… A los pocos días, el 29 de diciembre, quiero entrar a mi casa, meto la llave y no entraba, porque estaba puesta la llave del lado de adentro. Golpeo la puerta y a los 5 segundos me abre mi novia, que había vuelto, porque me amaba y porque quería ayudarme. Nunca voy a olvidar su cara cuando me vio y me miró con una tristeza inmensa, bajó la vista y lo primero que hizo en lugar de pegarme, gritarme, fue acostarse y se puso a leer un libro… Me sorprendió y entré a la habitación que ella había limpiado… Le pedí perdón y mientras yo lloraba, ella seguía leyendo. Y ahí dije unas palabras que me salvaron la vida: ‘… estoy enfermo, necesito ayuda’. Dejó el libro, me miró, fue hasta una agenda, arrancó una hoja y me dijo ‘este teléfono es de una mujer que trabaja con adictos, llamala’. Me comunico con esta persona y al otro día voy a visitarla: “Bienvenido Gastón, no estás más solo, tenés una enfermedad que se llama adicción”. Desde ese 29 de diciembre, cumplo 15 años en recuperación… Si no le hubiese pedido ayuda a mi pareja, me hubiese perdido de disfrutar a mis amigos, de disfrutar a mi padre los últimos años de su vida y me hubiese perdido lo más hermoso del mundo, que es disfrutar a mis hijos, porque a esa mujer que yo le pedí ayuda y me ayudó, después se convirtió en la madre de mis hijos, uno de ellos, nació justamente un 29 de diciembre, que fue el día que dejé de consumir”.

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