Hay luz al final del túnel: La historia de quienes le dan pelea a las adicciones en Viale

El grupo se llama "Ni un pibe menos por la droga"

La problemática de la droga aparece en todas las clases sociales y se ha agravado en las localidades pequeñas. Donde antes resultaba extraño escuchar del tema, hoy resulta moneda corriente. La luz de alerta se enciende en la comunidad que a veces no encuentra herramientas para afrontar la situación ni mucho menos controlarla. Allí surgen grupos de trabajo que tienen como objetivo concientizar y contener, los que son de un enorme valor para quienes ven de cerca el problema.

En Viale surgió “Ni un pibe menos por la droga”. Vecinos, vecinas, jóvenes y adultos, se acercan para narrar su experiencia y compartir momentos muy fuertes. A la vez se apunta a prestar colaboración a quienes lo necesiten. Yerana Burger es una de las coordinadoras y dialogó con El Observador.

– ¿Hace cuánto están trabajando con el grupo?

– Empezamos hace poco más de dos meses. Yo soy mamá de un adicto en recuperación, mi hijo de 16 años estuvo en el consumo de sustancias, lo internamos en Concepción del Uruguay y hoy gracias a Dios está libre de drogas. Estaba junto con otro chico de Viale. Con su mamá y su esposo decidimos hacer algo al respecto, elaborar un proyecto en el cual brindar contención a estos chicos, porque acá en nuestra ciudad la problemática es muy importante. En todos los lugares está instalada, pero en Viale es realmente impresionante porque es una ciudad chica y el tema está complicado. Armamos el proyecto y lo presentamos en la provincia, por suerte en estos días estará por salir. Su nombre es “Aprendiendo a sobrevivir”. La verdad que no nos podíamos quedar con los brazos cruzados y por eso decidimos empezar a juntarnos. Viale FBC gentilmente nos cedió las instalaciones para hacer reuniones y allí nombramos a nuestro grupo “Ni un pibe menos por la droga”. Somos un grupo de familias, con chicos que están en consumo o en recuperación y gente que va a colaborar sin que estén tocados por la problemática. En realidad somos todos una gran familia y trabajamos con la confidencialidad de que todo lo que se habla en ese lugar, queda allí. De esa manera tenemos confianza y respeto entre quienes lo integramos.

– ¿Hacia dónde apunta el proyecto?

– Nuestra intención es contener y ayudar a través de esta herramienta. El tema de la reinserción laboral y escolar es sumamente complejo en los chicos que fueron adictos. Es como que están estigmatizados, no les brindan la posibilidad que necesitan. Uno de los objetivos es abrir esa puerta en el campo laboral y educativo que resultan fundamentales. Asimismo nuestra intención es buscar un espacio físico propio, contar con diferentes talleres, con profesionales que atiendan a los chicos y demás. Sería nuestro sueño ya que en la ciudad no contamos con nada.

– Imagino que el grupo debe ser algo heterogéneo por la problemática.

– Nadie puede escapar a esta situación y se han acercado mucho a colaborar. Religiosos nos dan una mano ya que el tema espiritual es relevante. Pensábamos que íbamos a ser pocos en los encuentros y en la primera reunión la concurrencia fue impresionante. Muchísima gente se acercó a contar su experiencia, a contar lo que les pasaba, se necesita ser escuchado en este tema que aún es taboo o se oculta. Uno tiene miedo de tocarlo, pero no debe ser así. Nos dimos cuenta que mucha gente necesita ser escuchada y es imprescindible no sentirse solo. Nos reunimos todos los lunes en el Quincho de Viale FBC. A las 19.00 van los chicos que atraviesan la problemática con una psicóloga y a las 20.00 la familia junto con los chicos y demás. Contamos con un equipo de profesionales, lo cual también es importantísimo, nos acompaña la psicóloga Lorena Villanueva y la doctora Andrea Schmunck quienes son las que nos guían en este camino.

– ¿Desde qué edades se empiezan a ver casos?

– Desde los primeros años de secundaria, pero incluso hay casos en los últimos de primaria. Desde los 12 o 13 años han aparecido situaciones. Hace tiempo que está golpeando en la ciudad y en los últimos años ha sido mucho más fuerte, mucho más complicado. Realmente nos hacía falta este grupo. Nosotros como padres, también estamos en recuperación y debemos entender que la adicción es una enfermedad y como toda enfermedad tiene que ser tratada. Es crónica, la llevan siempre. A través de estos grupos y de profesionales que nos ayudan, podemos afrontarla.

– ¿Piensan recorrer instituciones para difundir lo que hacen y hablar de la problemática?

– Sí, hace unos días nos reunimos con gente del Club Arsenal donde tuvimos la visita del titular de la Secretaría de Lucha Contra las Adicciones, Mario Elizalde. El encuentro fue muy significativo y nos brindaron muchas herramientas. Hay varias ideas en carpeta, entre ellas invitamos a un licenciado de Córdoba para dar charlas en las escuelas secundarias. No hablamos solamente de las adicciones en esos grupos, hablamos de nuestros valores, de inculcarle valores a los chicos, de la parte espiritual, de la fe, la esperanza y de muchas cuestiones, no solamente  del consumo.

 

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