Garibaldi: Estudio revela que un campo rinde más si se destina el 20% de su superficie a la vida silvestre

Para el ingeniero agrónomo Lucas Garibaldi, los seres humanos tratan al planeta como si fueran inquilinos que han entrado y rompen las cañerías de luz, aire y agua de una casa. En algún momento, todo colapsa y las personas no pueden disfrutar el lugar. A nivel global, “la humanidad enfrenta una gran crisis: se han destruido ecosistemas, y ahora es muy difícil que muchas personas puedan llevar adelante una vida de calidad”.

El mencionado profesional tiene 39 años, trabaja para el CONICET y participó en la elaboración de evaluaciones para el Panel Intergubernamental de Biodiversidad, con artículos que fueron publicados en revistas como Science o Nature. Garibaldi, en diálogo con RíoNegro.com.ar dijo que el objetivo “es demostrar con base científica la importancia de los cambios que pueden realizar los actores políticos, los productores y los consumidores para mejorar la alimentación y la calidad de vida. Esos cambios pueden promover la biodiversidad, que incluye la diversidad de seres vivos que habitan el planeta. Otros trabajos han reportado los beneficios que la naturaleza le brinda a los seres humanos”.

El ingeniero es miembro del consejo directivo de la Asociación Mundial de Apicultores y por sus estudios sobre la importancia de las abejas para la biodiversidad, recibió el premio Estímulo de la Fundación Bunge y Born y fue reconocido en el Senado de la Nación.

“Muchos años atrás, ibas por la ruta en la región pampeana y el auto se te llenaba de bichos. Ahora, en cambio, no pasa nada. Porque el uso de agroquímicos afectó las poblaciones de seres vivos en zonas agropecuarias… Ahora vamos hacia un cambio de paradigma, con prácticas agropecuarias más sustentables. Y otro cambio puede ser destinar el borde del campo al cultivo de diferentes especies, con plantas con flores” dijo el especialista, quien enumeró las consecuencias positivas del nuevo ‘paradigma’: “Se reduce el riesgo de inundaciones. Se provee más polinizadores a los cultivos y hay más insectos que sirven para controlar las plagas de los cultivos. Así se reduce el uso de agroquímicos y se abaratan costos para los productores. Son formas de producir sin destruir el ambiente. Con monocultivo (soja), el productor tiene resultados en el corto plazo. Pero a largo plazo el monocultivo tiene consecuencias negativas porque las malezas se vuelven resistentes y eso obliga a usar más cantidades y más gastos para los productores… Considero que debería haber metas claras y ambiciosas para no seguir destruyendo el planeta. No sólo hace falta que se establezcan más áreas protegidas naturales, como las reservas provinciales y los Parques Nacionales, sino también que los productores fijen al menos el 20% de sus hectáreas para la vida de especies silvestres. Un campo o una chacra con esa condición, rinde más”.

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