Familias que luchan y siguen adelante. Esta semana, la historia de María Olivo

maria olivoDesde hace varios años, El Observador viene publicando historias de vida de familias que fueron y son ejemplo de lucha, esfuerzo y fortaleza y de personas que tuvieron obstáculos en el camino y que con deseos de superación, pudieron sobrellevar esas dificultades propias que la vida les deparó. Esta semana dialogamos con María Olivo (33 años, separada), a quien en 2010 se le diagnosticó que tenía leucemia. Junto a sus 2 hijos, uno de 13 años (Maximiliano) y una nena de apenas 4 meses (Milagros), vive en la casa de su mamá, en el Bº San Cayetano de Crespo y lucha diariamente para salir adelante.

“Hace 4 años me detectaron esta enfermedad. En ese tiempo, me resfriaba seguido, a menudo tenía gripe y hasta sufrí una neumonía. En uno de los controles surgió que tenía leucemia” recordó María, quien detalló que “justo en ese momento había dejado de trabajar, cuidaba chicos, pero no lo podía seguir haciendo, ya que me sentía mal y tenía un gran agotamiento físico. Cuando me informaron que padecía de leucemia, lo tomé como si me dijeron que tenía una enfermedad común y corriente, pregunté qué hacer, cómo seguir y hasta los médicos se sorprendieron de cómo lo había tomado. La enfermedad se la lleva mejor si uno está bien anímicamente, porque si se cae en la depresión, es lo peor y no va a salir adelante. Hoy estoy en lista de espera para el trasplante de médula, para lo cual tengo 408 donantes compatibles”.

La mujer señaló que “no cuento con obra social, ni trabajo, por lo que me atiendo en el Hospital San Martín de Paraná y para el tratamiento, económicamente me ayuda mi familia y amigos. El año pasado quedé embarazada y tuve una recaída en lo de la enfermedad, pero salí adelante. Aclaro que esto se podía dar, estando o no embarazada, no fue motivado por eso. La verdad que en ese momento fue un caos mi vida, porque justo estaba tomando una medicación muy fuerte, los médicos me dijeron que mi bebé podría nacer con problemas y hasta que nació, no estuve tranquila. Después de muchos análisis, ecografías profundas para ver su crecimiento, el 26 de diciembre, me hicieron una cesárea programada y todo salió muy bien. No la pude amamantar, directamente me dieron unas pastillas para cortar la lactancia… La tuve una semana y se hicieron cargo de ella, mi papá y mis hermanas, quienes viven en Paraná y que me ayudan muchísimo en su crianza. Cuando me interno, realmente no sé cuando salgo y son ellos, los que me ayudan. Es un milagro que Milagros haya llegado a mi vida, es quien me da fuerzas. Es una nena normal, tiene buen peso y los controles le dieron siempre bien”.  

Agregó que “he terminado con las quimioterapias, que me están manteniendo la enfermedad apagada, así cuando se pueda hacer el trasplante (en Buenos Aires), esté preparada. No es riesgoso lo que se viene, porque es como una transfusión de sangre, al menos así, me lo informaron los médicos. El tiempo de recuperación, dependerá de cómo responda mi cuerpo y si no rechazo la médula. Después me traerán nuevamente al Hospital San Martín… Hoy estoy bien en general, sí al estar tanto tiempo acostada, no tengo tanta fuerza, me cuesta subir escaleras, lo mismo caminar mucho. Estoy con mucho sueño y el cuerpo se agota más”.

La parte psicológica y espiritual es un aspecto que María no descuidó y remarcó que “en el mismo hospital iban los chicos que estudiaban para sacerdote  y nos ayudaban, también tengo el apoyo de las enfermeras, de los paramédicos (asociación civil sin fines de lucro, cuya misión es contribuir a la salud emocional del paciente hospitalizado) y fundamentalmente de los amigos, que están siempre. Es como que supieran cuando una está bajoneada y llegan en el momento oportuno y dan la palabra de aliento necesaria para levantarme el ánimo. Yo siempre pongo todo en manos de Dios y sé que con fuerzas, fe y mucha esperanza, voy a poder salir adelante, porque mis dos hijos me necesitan y son mi motor para seguir viviendo”.

Con el apoyo de sus familiares y amistades más cercanos, María busca paliar sus faltantes materiales. No obstante, para quienes quieran colaborar con ella, pueden hacerlo con leche en polvo o pañales que es lo que más necesita. Los donantes podrán acercar las ayudas a calle Las Palmeras 942 o llamar al teléfono 0343-154 693 395.