Familias que luchan y siguen adelante. Esta semana la historia de Juan M. López

lopez marceloDesde hace varios años, El Observador viene publicando historias de vida de familias que fueron y son ejemplo de lucha, esfuerzo y fortaleza y de personas que tuvieron obstáculos en el camino y que con deseos de superación, pudieron sobrellevar esas dificultades propias que la vida les deparó. Esta semana hacemos referencia al caso del crespense Juan Marcelo López, quien al nacer, perdió a su mamá y luego a su papá. Desde su primer día padece una sordera congénita, que lógicamente le ha impedido hablar, pero con mucha tenacidad, supo hacerle frente a esta situación, logrando no solo terminar la escuela, sino también capacitarse y vivir de su propio trabajo. La reconocida docente crespense María del Carmen Troncoso es su tía y “madre postiza”, ya que junto a su hermana, se hizo cargo de Marcelo. “Hoy tengo la satisfacción de tenerlo, de disfrutar de todo lo que hace y de las alegrías que me da” afirma con toda emoción. “Al principio, costó mucho insertarlo en la escuela y en esto, le debo mucho a Elsi Duarte, quien lo preparó para que pueda sumarse. Marcelo comenzó en el Jardín de Infantes de la Escuela Nº 105, siguiendo posteriormente en la Nº 54, donde terminó la primaria, para luego continuar en la Esc. Técnica, donde hizo dos años en la parte pedagógica y el director nos permitió que realizara la parte de talleres. Tenemos que agradecerles a muchos docentes, como el profesor Bustos, quien daba dibujo y de ellos, Marcelo aprendió mucho. También cursó en la Escuela de Sordos de Paraná e hizo una capacitación laboral. Él alentaba a sus compañeros a que vayan también, porque un día les iba a servir para la vida y a él, le sirvió y mucho”.

Troncoso recordó que su sobrino nació el 27 de mayo de 1977. Como su mamá tuvo rubeola (en el segundo mes del embarazo), sufrió una sordera congénita. “A pesar del problema que tuvo, es un chico que siempre está contento, amable y que alegra a los demás” cuenta con satisfacción. Mucho en eso, precisamente tuvo que ver cómo lo educó María del Carmen, quien acotó que “Dios nos hace pruebas, pero también provee las herramientas para superarlas. Nunca fue una carga, siempre fue una compañía, una satisfacción”.

Juan Marcelo trabaja en la municipalidad de Crespo. “Él, como los demás empleados, debe entrar a las 7.00, pero a las 6.00 ya está haciendo algunas tareas allí. Le gusta cumplir, ama su lugar de trabajo, tiene mucha pertenencia con su empleo y con todo lo que hace. A pesar de su sordera y de no hablar, se hace entender. Quise hacerle un implante (coclear) pero él no quiso. Prefiere llevar la vida así, porque no tiene problemas de comunicación a pesar de su discapacidad. En general, nos entendemos bien, aunque él sabe el lenguaje de señas, por si hace falta… Además, tiene otras capacidades que lo llevan a comunicarse perfectamente con las demás personas y una excelente relación con los niños, ancianos, con gente de su trabajo, con los profesores… A manejar le enseñaron los amigos y se da cuenta que está encendido el motor, por la vibración del vehículo. Lo mismo cuando está en un lugar donde hay música, capta el sonido por medio de la vibración del piso o de los muebles. A veces me pregunto cómo aprendió eso, pero con esfuerzo, fue desarrollando esas aptitudes que le ayudan en su vida diaria. Lo que más rescato es que busca capacitarse constantemente y compra libros sobre su área de trabajo para mejorar… En nuestra casa, hay un timbre con luz que él mismo instaló. Cada vez que hay una llamada telefónica, también se enciende un foquito”.

Troncoso remarcó que “tiene muchos amigos sordomudos, con quienes participa de congresos en diferentes provincias. Él ha visitado Misiones, Chaco, Corrientes, tiene conocidos de todo el país e incluso del extranjero… Hace todo lo que realiza una persona común, lo único es que no puede hablar… Muchos se sorprenden cómo viaja por el país… Cuando era más joven, iba a comprar elementos de electricidad y conseguía todos los repuestos sin problemas. Un comerciante de Santa Fe le indicó sobre la Escuela Industrial de esa ciudad, que depende de la Universidad Nacional del Litoral… Empezó a ir y perfeccionó todo lo que sabía. Aprendió ebanistería, carpintería general y para todo eso, siempre se manejó solo. Ha viajado hasta el sur en avión, en Buenos Aires transita como lo hace en Crespo” recalcó. María del Carmen no duda en afirmar que “es una bendición de Dios que lo tenga a mi lado, me acompaña, me cuida… Si bien Dios no me dio hijos, me dio un sobrino que vale oro y que siempre, mira para adelante”.