Familias que luchan y siguen adelante. Esta semana, la historia de Graciela Erbes

Flia Beber [1600x1200]El Observador sigue publicando historias de vida de familias que fueron y son ejemplo de lucha, esfuerzo y fortaleza y de personas que tuvieron obstáculos en el camino y que con deseos de superación, sobrellevan esas dificultades propias que la vida les deparó. Esta semana, dialogamos con Graciela Erbes, quien deberá ser intervenida quirúrgicamente el mes próximo de un tumor, por el cual inició el tratamiento correspondiente. En compañía de su esposo Ricardo Weber, dialogó con El Observador y con el programa “Crespo en Vivo”, que Valeria Torresín conduce de lunes a viernes por Canal 2 CVC, para contar cómo está afrontando esta difícil situación que le toca atravesar junto a su familia y dejó un mensaje de fe y esperanza para quienes padecen esta grave enfermedad.

“Ha sido una dura batalla, pero considero que la tengo ganada, teniendo en cuenta los resultados que está dejando el tratamiento y luego del primer diagnóstico que me dieron, que era muy poco alentador” comenzó Graciela su relato. Recordó que “estando en mi trabajo y sin tener síntomas, tuve una hemorragia muy fuerte. La llamé ese día a mi empleadora, que es médica e inmediatamente me derivaron con un especialista. Me hicieron los estudios y salió que tenía un cáncer avanzado. En ese momento, no me lo informaron, sino que se lo dijeron a mi esposo, que la enfermedad estaba proliferando por todo el cuerpo y que ya no había mucho para hacer y que las esperanzas de sobrevida eran muy pocas”. Detalló que “tengo un tumor que pasó la pared vaginal y se fueron células cancerígenas a otras partes. Tuve 6 meses de tratamiento y ahora espero por la operación, que será en Buenos Aires, ya que es muy compleja y se necesita hacerla en un hospital o clínica de alta complejidad. Está afectado el útero, el intestino y tengo un brote en el hígado” precisó.

“Cuando me hicieron el primer estudio, pensé que me lo sacaban (al tumor) y seguía con mi vida normal. No tenía demasiada información… Unos días después, vi a mi esposo que lloraba por los rincones de la casa y no aguantó más y me lo dijo. Recuerdo que le comenté, ‘no estoy muerta, me siento bien, así que vamos a seguir luchando mientras haya posibilidades de vida’ y así lo estoy haciendo” comentó Graciela. “Luego de medio año de quimioterapia, el médico que me atiende se sorprendió con los resultados logrados, porque de un cáncer de ‘fase 4’ se bajó a uno de ‘fase 2’. Fue llamativo, porque me daban pocas esperanzas de vida” confesó.

Erbes explicó que “trabajé hasta que no pude seguir más, porque el tratamiento es muy duro y difícil. Cuento con la mutual, pero no tengo más sueldo y hasta la asignación me la sacaron. Entonces mi esposo (realiza tareas avícolas) se la ve complicada, pero entre todos la enfrentamos a la situación de la mejor manera. Tenía un auto, que lo vendió para pagar las cuentas que fueron surgiendo. Aparte de la medicación, tuve muchos gastos de viajes (se atiende en Paraná), para los cuales me ayudaron muchísimo (con los pasajes) desde la municipalidad; luego hice el carnet correspondiente para trasladarme gratis, lo que fue de gran utilidad” remarcó.

Graciela, quien tiene 6 hijos (el mayor de 21 y el menor de 4), contó que “son momentos difíciles que uno pasa, pero los estamos afrontando con muchas fuerzas; la sesiones de ‘Rayos’, son horas de estar acostada en una camilla, sufriendo dolores y quemaduras. En la quinta semana, fui llorando al médico y le pedí por favor que me diera unos días de descanso, porque no daba más, ni siquiera podía estar sentada. Fue horrible lo que tuve que pasar, pero era necesario para recuperarme. Después de la operación, voy a tener un tiempo más de ‘quimio’ y cada 6 meses me realizarán una evaluación. De una primera noticia de que no iba a sobrevivir mucho tiempo a lo que estoy pasando ahora, ha sido un paso muy importante”.

Como reflexión, Graciela dijo que “la persona que padece cáncer, que no le tenga miedo. Yo lo tomé como que si fuera una gripe y creo que esa es la forma, porque se necesita estar fuerte anímicamente. Lo principal, además del apoyo de la familia, es que por más mal que uno se sienta, no hay que perder el buen estado de ánimo y las esperanzas, porque eso ayuda. Si alguien me invitaba a ir a una reunión, pese a que no tenía ganas, iba igual, porque da más fuerza. Está claro que si uno se deprime, la enfermedad avanza”.

En estas situaciones, la fe y la espiritualidad cumplen un rol fundamental. Al respecto, Erbes comentó que “soy creyente, evangélica, pero por un accidente, estaba alejada de la Iglesia y resentida con Dios. Volver a él me ayudó muchísimo, tengo que agradecer al pastor Ikert, quien nos visitó todos los lunes y oró con nosotros. Hubo personas de otras iglesias que también lo hicieron, incluso gente que no me conocía y que me estuvo acompañando. A todos les agradezco, en especial a mi familia, porque fueron mi fuerza para salir adelante”.

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