Familias que luchan y siguen adelante. Esta semana la historia de Ana María Schillig

El Observador sigue publicando historias de vida de familias que fueron y son ejemplo de lucha, esfuerzo y fortaleza y de personas que tuvieron obstáculos en el camino y que con deseos de superación, pudieron sobrellevar esas dificultades propias que la vida les deparó. Esta semana dialogamos con Ana María Schilling (64 años, docente jubilada), a quien hace algunos años se le detectó “glaucoma”, enfermedad que afecta la visión de manera gradual. Por lo general no presenta síntomas y puede aparecer con sus consecuencias de manera repentina.

Schilling comentó que “cuando todavía estaba trabajando (en el Jardín de Infantes de la Escuela Nº 54 “Tomás Guido”), empecé a tener algunos problemas en la vista, lo que me llevó a consultar con un oftalmólogo, quien tras la revisión me dijo que mi caso era grave (glaucoma) y en estado avanzado, lo que me tomó muy de sorpresa y que fue difícil de asimilar” confesó.

“Me jubilé en 2010 y para el 2012, ya se me había agudizado este problema. Tenía como ondulaciones y profundidades en el ojo, que según me explicaron, aparece por causa de la diabetes y la presión. Es como un ácido que trabaja en el ojo, es terrible… Amanezco con los ojos pegados, a la mañana no puedo salir porque me encandila el sol, a veces estoy charlando con alguien y veo que se mueven como ‘luces fluorescentes’. Me voy acostumbrando de a poco, pero es difícil pasar por esta situación que estoy viviendo”.

La ex maestra acotó que “en el tratamiento que me están realizando, me hicieron aplicaciones de láser, con un ‘raspado’ del ojo y cirugía. Son 5 sesiones, una vez por mes, de las cuales voy 2. Si bien tengo obra social, que es IOSPER, que cubre el tratamiento, hay muchas cosas que tengo que pagarlas, más allá de que te reintegran después una parte. Para estos tratamientos, tenés que ir con el dinero en la mano y cada aplicación de esas que les comenté, cuesta casi $ 5.000”.

Ana comentó que “de a poco, voy recuperando la visión; pensé que me iba a sacar los parches e iba a ver sin problemas, pero no fue así. Uno tiene la referencia de la operación de cataratas, que es más rápida su recuperación, pero en este caso, vine a mi casa, me saqué las vendas y no veía nada, entonces le hablé al médico y me dijo que el proceso es lento y que se necesitan las 5 aplicaciones con láser para que se vean los resultados. Me explicaron que no voy a tener un 100% de visión, pero que se me va a mejorar la misma. Yo quiero hacer muchas cosas en la casa, pero no puedo mirar para abajo, tampoco lavarme la cabeza, levantar baldes, lavar platos, en muchas cosas estoy imposibilitada. Me dicen que es un período que voy a tener que cuidarme, pero para mí, que soy una persona acostumbrada a andar, estar ahora así, me ‘tira para atrás’. Cuando me dieron el diagnóstico, fue difícil de asimilar, no es sencillo de sobrellevar”.

En su momento, Ana fue la creadora del “Comedor del Bº San Cayetano”, donde durante muchos años, con su esfuerzo y el acompañamiento de un grupo de personas y de la comunidad, se le dio el almuerzo y la “Copa de Leche” a personas que lo necesitaban, fundamentalmente niños. “Con todo el dolor tuve que cerrarlo. Un día estando sola, me caí a centímetros de una olla de 150 litros… No podía seguir, pero quiero volver. Con mi amiga ‘Maruca’(María Cayetana Díaz), que es una ‘hermana de la vida’, no hemos perdido las ansias de servir. Nos corrió la vida un poco para el costado, pero vamos a regresar” dijo sin dudarlo.

Ana, es mamá de 3 hijos: Alan de 19 años, Adriel de 18 y Axel de 16. “Ellos están pendientes de lo que hago, me acompañan en todo momento, cuando tengo que ir al médico, a hacer las cirugías y hasta me ayudan en las cuestiones de la casa, en todo lo que necesito, siempre están presentes. También tengo que agradecer a mis amigas, que son incondicionales y que me ayudan y alientan en cada momento para salir adelante”.