Familias que luchan pero siguen adelante. Hoy la historia de Roxana Córdoba

Córdoba Chana [1600x1200]El Observador sigue publicando desde hace varios años, historias de vida de familias que fueron y son ejemplo de constancia, esfuerzo, sacrificio y fortaleza y verdaderas lecciones de vida. Esta semana, dialogamos con Roxana “Chana” Córdoba, quien a lo largo de sus 37 años, pudo superar difíciles escollos y obstáculos que la vida le deparó. Cuando era sólo una niña, sufrió un hecho, que ya quedó en el pasado, pero que asegura es difícil de olvidar. A los 18, se transformó en mamá (soltera) y poco tiempo después, se le detectó un tumor en la glándula tiroides. Ya recuperada de ese inconveniente de salud, se le descubrió fibromialgia, que es una enfermedad crónica que se caracteriza por dolor músculo- esquelético generalizado, lo que se relaciona con una gran variedad de síntomas, entre los que destacan la fatiga persistente, sueño no reparador, rigidez generalizada y síntomas ansioso-depresivos. Además de eso, Roxana se puso al frente – con sus familiares más próximos – del cuidado de su padre, quien se recuperó de un grave cuadro de alcoholismo. Pero pese a todo eso, ya siendo mamá, estudió y se recibió de enfermera y día a día, busca capacitarse para dar lo mejor de sí.

– Con una infancia difícil, ¿Qué hecho la marcó más…?

A los 9 años sufrí algo, que si bien no lo voy a mencionar bien cómo fue, está entre las peores cosas que nos pueden pasar. Muy delicadas, muy dolorosas, que no sé si se pueden llegar a superar del todo… En esa época, estamos hablando de casi 30 años para atrás, el tema de los psicólogos y psiquiatras, no estaba tan en auge como ahora. Entonces no me pudieron tratar desde ese aspecto. Tuve una adolescencia distinta, fui de poco hablar, de poca sociabilidad, de mucha desconfianza con la gente, pero a eso lo superé, prácticamente sola. Cuando a uno le pasa algo fuerte, necesita aferrarse a algo y yo en ese momento lo hice con Dios. Posteriormente, tuve una relación de la que nació mi hija Ludmila (18 años), quien fue reconocida. Durante mucho tiempo fue parte de la familia de su padre, pero de un día para el otro, no “existió” más para ellos y hoy por hoy, no preguntan ni cómo está… es como que no viviera… Yo tenía 18 años y en ese momento, como ahora, tengo un apoyo tremendo de mi madre y hasta el día de hoy, nunca me echa en cara nada y mi papá, menos aún…

– ¿Cuándo empezó con sus problemas de salud?

– Primeramente tuve problemas menstruales. Iba a los ginecólogos y no me encontraban nada, hasta que un día, en un estudio que me realizaron, me detectaron un tumor en la tiroides. Estuve con tratamiento de quimioterapia, rayos… Se descubrió a tiempo, por eso hoy por hoy, estoy de alta, pero obviamente que a la larga, te pasa factura el cuerpo, con todos las “quimios” que recibís. Aparte porque me costó salir de esa situación. Mi familia estaba muy mal y yo la veía cómo sufría mi mamá por lo que me estaba pasando. Fue un año y medio de tratamientos y la recuperación fue muy buena. Hoy me hago los controles periódicamente, que son sagrados y si bien he tenido mis altibajos, porque es netamente hormonal y los estados de ánimo influyen muchísimo, estoy bien. El 50% es voluntad y ganas de recuperación y el otro, es tratamiento y médicos… Esto no fue impedimento para estudiar enfermería y trabajar a la vez. A la carrera la lleve al día, pero fue un sacrificio tremendo. Es como que puse toda mi energía en empezarla y terminarla y lo logré. Recuerdo que cuando empecé, iba sin pelo (por las “quimio”), tenía pelusitas solamente…. Luego, trabajé en el Hospital Roballos (Paraná), que fue mi primera experiencia como enfermera, después, lo hice en el “San Francisco Asís” de Crespo y desde mayo pasado, en el Centro Comunitario, donde estoy muy feliz. Hay un equipo humano excelente y me saco el sombrero a la hora de hablar de las personas que me acompañan…

– ¿No volvieron a aparecer esos síntomas?

– No esos, pero desde hace unos 5 años, empecé con ciertas molestias en la espalda, en las rodillas, tobillos… Fui a traumatólogos y me decían que no tenía nada, lo que quedaba demostrado con las radiografías, pero me sentía cansada, dolorida, estresada… En el hospital trabajaba en horarios rotativos, a veces a la mañana, otras a la tarde o la noche, por lo que el cuerpo no se termina de acostumbrar a una cosa que empieza con otra, a lo que hay que sumarle las “malas fuerzas” que uno hace, por lo que se fue agudizando el problema. Un día, un doctor me dijo: “Conozco una profesional (Dra. Caminos) en Paraná que te va a dar una respuesta”. La visité en enero de este año, me revisó y automáticamente al verme entrar, me dijo: “¡Qué vida cargada que tenés! ¿estás todo el tiempo así?”. Mirándome y tocándome el cuello y la espalda, me anticipó: “Vos lo que tenés es fibromialgia”. Me hice los estudios y se comprobó que era esa enfermedad, con una evolución de casi 5 años y que ya no había mucho por hacer. Dejé pasar mucho tiempo, las crisis de dolor son fuertísimas, a las que ya me acostumbré, porque a veces me duele la espalda, otras el brazo… Ya convivo con ese problema”.

– ¿Y que le habían recomendado anteriormente…?

– Probé de todo, camillas térmicas, kinesiólogos, hasta que un día una masajista me dijo: “Yo no sé que hacer con tu espalda, porque no se afloja con nada… No sé lo que tenés”. Fue un indicio de qué tenía que buscar en otros lados la solución… Esta enfermedad no tiene cura en Argentina. España por ejemplo, es un país que está muy avanzado, que tiene su ley de fibromialgia, como acá tenemos la de obesidad. Los remedios son muy caros, pero no te deben faltar… Algunos médicos la niegan a esta enfermedad, dicen que es un problema de la cabeza, pero hay dolores que no son precisamente de la cabeza… Uno llega al momento que dice, “¿me tiene que pasar algo más?” Es como mucho, pero tuve más… Mi mamá sufrió depresión durante años, hoy está perfecta. Y hace 3 años, mi papá era alcohólico y tuve, con el resto de mi familia, que salir en su ayuda. Llevó su tiempo, en ir casi diariamente a Paraná a ver si alguien nos podía dar una respuesta, hasta que un día, el Dr. César Zuleiman, me dijo: “Yo a tu papá lo voy a ayudar” y a las tres horas lo estaba llevando a internar a una clínica… Si bien mi mamá es un “roble”, no era justo dejarla sola con esa lucha y la única persona que nos escuchó, que se movió y nos dio una gran mano, fue el Dr. Zuleiman… Mi papá ya estaba en una situación desesperante, se caía todo el tiempo, era tremendo y deplorable su estado físico… Lo triste es que la persona alcohólica no se deja ayudar… A mi me dolió un montón cómo fue el tratamiento, ver sus crisis de abstinencia… fue terrible, pero dio sus frutos positivos. Lo trataron en la clínica Self de Paraná, donde lo sacaron adelante. Mi papá ahora ni atina a volver al alcohol, es un señor… Siempre fue un tipo bonachón y a eso lo había cambiado por el alcohol… Hoy es jubilado, está con un excelente estado de salud, va todos los días al Hogar de Ancianos a ayudar, que para él, es como una opción de vida. Nadie se lo pide, ni se le paga por eso, pero haciendo eso, se siente útil… Estoy feliz de que estén bien y que hayamos podido salir adelante. Mi hija ya termina la secundaria, va a empezar una nueva vida, tengo un trabajo hermoso, compañeros de trabajo excelentes, amigos de “fierro”. Hay otras cosas que quedan pendientes todavía y que me gustaría que cambien. A mi hija, no le pude pagar el viaje a Bariloche por ejemplo, porque en mi casa hay $ 1.500 mensuales en remedios. A ella le hicieron todos los mismos estudios que a mí y tiene la misma enfermedad, pero como en potencia, pero sin ningún síntoma, gracias a Dios, por lo que debe tomar también mucha medicación. Por eso, me duele que del otro lado (en referencia al padre de la joven), no pregunten cómo está, si necesita algo o podrían pagarle el viaje a Bariloche… Yo no puedo y eso me duele como mamá…

– Es muy reconocida por su voz, en las cantatas de las misas de la Iglesia Católica…

– Cuando me enfermé, el tumor estaba en las cuerdas vocales para atrás y una solución era la intervención y sacar una… Yo me acuerdo que le dije al médico: “antes que muda, muerta”, por lo que la otra opción era la “quimio”. El mensaje que dejo a quienes están pasando por una situación delicada es que luchen, que con esfuerzo y perseverancia, sí se puede salir adelante…