Familias que luchan, pero siguen adelante: Hoy la historia de Bautista Martínez Kraff

Esta semana el país se vio conmocionado tras conocerse que en Chaco una beba que nació con 6 meses en forma prematura fue dada por muerta y enviada a la morgue del hospital de Resistencia, donde permaneció 12 horas, hasta ser encontrada viva por sus padres, que insistieron en ver el cuerpo de su hija. Pese a que el ministro de Salud Pública de esa provincia, Francisco Baquero, declaró públicamente que la bebé está en estado crítico y que casi no tendría expectativa de vida, sabido es que los milagros existen. El Observador les trae a sus lectores, el testimonio del matrimonio integrado por Liliana Kraff y Miguel Martínez, quienes se aferraron profundamente, con fe y esperanza al milagro de la vida, tanto como su hijo Bautista, quien hoy transita felizmente su infancia, junto a su hermano Pedro.

Fue el primer hijo que llegó a conformar la familia, el 24 de enero de 2006, teniendo tan sólo 6 meses de gestación y pesando apenas 1.100 Kg. Su mamá relató ese momento, al que calificó de inolvidable: “Tuve pérdidas y contracciones durante gran parte del embarazo, incluso previo al nacimiento me habían internado durante 5 días, porque tenía dilatación. La idea era poder retenerlo lo más que podía, pero rompí bolsa y nació Bautista. Muy rápido llegó la incubadora especial del Instituto Privado de Pediatría (IPP) de Paraná y mientras tanto le maduraron los pulmones como para que soporte el traslado y no tenga que ser asistido tanto tiempo con respirador artificial. A esa altura de la gestación hay varios órganos que aún no se han formado y él hasta tenía partecitas de su cuerpo sin piel, que se la fueron construyendo con vapor térmico en ese Instituto. Su tamaño era similar al de un paquete de yerba de un kilo, no guardaba proporción, porque la mitad era su cabecita y la otra el cuerpito, hasta que a los 2 años se normalizó”. El pequeño estuvo internado en el centro especializado en neonatología durante 52 días. Al principio bajó de peso, golpeando las expectativas de sus padres, pero luego se fue recuperando poco a poco. Fue vital la intervención del equipo médico y el acompañamiento que le hicieron sus padres, quienes se alojaron en la capital provincial durante todo ese período. Con mucha alegría Liliana comentó “Fueron casi 2 meses interminables, hasta que llegó el día de traerlo a casa. Querían dejarlo un día más y le supliqué al médico que le dieran el alta porque ya no daba más. Mi marido había sacado licencia en su trabajo de policía, tenía que reincorporarse y ya no íbamos a poder contenernos. Sabía que era un riesgo, pero tenía el presentimiento de que todo iba a salir bien”. De más está decir que Liliana y Miguel se sobrepusieron a múltiples adversidades, ya que este proceso les implicó muchos esfuerzos. De repente se encontraron con la necesidad económica que conlleva una atención de alta complejidad. “Eran montos insolventables para nosotros. Por dar un ejemplo, un sachet de leche que le pasaban por una sonda conectada en el hombro, costaba $215 y le duraba 24 horas. Venía de Suiza y le pasaron 30 bolsitas. Los gastos de internación, medicación y demás, rondaron los $60.000 y el IOSPER se limitaba a reconocernos un pequeño porcentaje, así que iniciamos un amparo a través del estudio jurídico de Mariela Britos para que nos cubra esos costos y el tratamiento indicado para mitigar los efectos causados por el nacimiento prematuro extremo, el cual resultó favorable a nosotros. Igualmente hace 2 años terminamos de pagar el crédito que tuvimos que sacar. Fue un desgaste burocrático, pero la vida de nuestro hijo lo vale”, dijo Martínez.

Los años posteriores al alta clínico del IPP fueron un constante transitar por los consultorios de distintos especialistas, situación que fue mermando y actualmente Bautista sólo se somete a controles cardiológicos y visuales. Fue creciendo y llegó la etapa de iniciar la escuela, donde los papás tomaron real dimensión de la excelente evolución que había tenido el pequeño en esos años. “En Paraná nos habían preparado psicológicamente para afrontar ciertas discapacidades que él podía tener, como no ver, no caminar o tener problemas para hablar, al punto de que una vez llamé a la Escuela Especial para averiguar cómo era la modalidad de cursado, qué tipo de estimulación hacía, nunca se me había cruzado la idea de que Bautista estaba en condiciones de ir a una escuela normal. Pero antes de inscribirlo, nos fuimos dando cuenta que era inteligente, que tenía un buen razonamiento y capacidad de memoria, por lo que decidimos mandarlo a la Escuela Nº 70 San José, donde cursa actualmente con un muy buen rendimiento en el aprendizaje. Incluso lunes y miércoles está yendo a inglés en forma particular y martes y viernes toma clases de taekoondo, todo por su propia voluntad. Nosotros queríamos que no tenga tantas actividades hasta dentro de unos años, pero es muy activo y nos pidió poder hacer esas cosas desde ahora”, dijo la mamá.

Finalmente, Liliana y Miguel dijeron que como papás le transmiten a todas las parejas que atraviesen por una situación similar, que sean fuertes, que se animen a enfrentar el desafío de hacer hasta lo imposible y que confíen en que por más prematuros que nazcan sus hijos, pueden salvar su vida y desarrollarse plenamente.

(Foto: Liliana Kraff y Miguel Martínez junto a su hijo Bautista -de pie- y Pedro -en brazos-).

 

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