Familias que luchan pero siguen adelante: Esta semana la historia de Enzo y Valentina

Jacobi Alma [1600x1200]El Observador sigue publicando historias de vida de familias que fueron y son ejemplo de lucha, esfuerzo y fortaleza y de personas que tuvieron obstáculos en el camino y que con deseos de superación, pudieron sobrellevar esas dificultades propias que la vida les deparó. Esta semana, destacamos a Enzo (14 años) y Valentina Avero (11). El joven sufre de luxación bilateral de caderas desde su nacimiento, en tanto que su hermanita, de Síndrome de Down, quienes con el apoyo incondicional de su familia, siguen adelante. La mamá de los chicos es la destacada artista plástica Alma Jacobi (casada desde hace 20 años con Adrián Avero), quien en diálogo con el programa “Crespo Vivo”, que Valeria Torresin conduce por Canal 2 CVC, de lunes a viernes de 19.00 a 20.00, contó sobre esta historia de vida, de amor, dedicación, esfuerzo y esperanza.

“Tengo 3 hijos, el primero es Sebastián, quien nació 3 años después que nos casáramos con Adrián. Tuve muchos inconvenientes para quedar embarazada, hasta que llegó. El segundo es Enzo, quien está próximo a cumplir 15 años, quien nació con una luxación bilateral de cadera, por lo que a partir de los 9 meses, tuvo que ser operado y en reiteradas ocasiones. En cada intervención que se le hizo, tuvo un yeso durante 3 meses, desde la punta de los dedos de los pies hasta el pecho, tratando de que las caderas queden en su lugar. En la sexta operación, tuvo una infección muy importante que le afectó un hueso. A los 5 años, los profesionales desistieron de seguir con las intervenciones” explicó la mamá.

“Actualmente, con 14 años, tiene un acortamiento en una pierna, que le produce una marcha más pausada y con inclinación, pero él está bien y desarrolla su vida como cualquier otro chico. Una zapatilla tiene siempre un suplemento especial, que más o menos equilibra la diferencia. Tenemos la esperanza de que al llegar a los 18 años, con un tratamiento diferente, con suplemento en la cadera o con prótesis, pueda mejorar aún más. Va a la Escuela N° 60, no necesita medicación, solamente cuando camina o corre, siente una molestia en la pierna más corta” explicó.

En su relato, Alma comentó que “su tercera hija es Valentina, de 11 años, quien tiene Síndrome de Down. Además, tuvo que ser operada del corazón a los 7 meses, en Buenos Aires y la misma medicación que le dieron, le produjo cataratas, por lo que tiene problemas en la vista. Como ella no se puede manifestar, no sabemos qué tan severo es el problema de sus ojos. En su momento, también había una sospecha de que podía ser celíaca, le hicieron los análisis de sangre y dieron negativo. Sí le debemos hacer controles cardiológicos y tiene medicación para la tiroides”.

Sobre cómo afronta la familia cada uno de los momentos que le toca vivir, dijo que “al principio, lloré muchísimo, me costó aceptarlo, pero lo fui asumiendo. En el caso de Valentina, lo que me más preocupa es no poder entenderla, porque ella no me habla, si bien se manifiesta o como mamá me doy cuenta de muchas cosas, es difícil saber lo que necesita o si tiene algún dolor o le pasa algo”.

Como cada familia que tiene importantes erogaciones en las cuestiones médicas, Alma dijo que “para nosotros también es complicada la parte económica, pero la vamos ‘piloteando’. Mi marido trabaja en una empresa local y además, hace changas de soldaduras, trabajos en tornería… En mi caso, además de cuidar a mis hijos y de atender la casa, me dedicó a la pintura, hago cuadros y la idea es que los mismos puedan ser vendidos. Además de pensar en su familia, Jacobi no duda en ayudar al prójimo y en ese marco, recientemente donó una de sus creaciones para que el Club de Leones de Crespo realice un sorteo y recaude fondos para su importante actividad solidaria. “Me gusta ayudar y fue una genialidad organizar este bono para esta institución, que no tiene fines de lucro, sino que su objetivo es ayudar a los demás” subrayó.

Alma agradeció “a todos los que alguna vez me ayudaron y lo están haciendo, a los familiares de mi esposo y los míos. Cuando se necesitó sangre para Valentina, la gente respondió, que es algo que vamos a agradecer siempre”.

Como reflexión, para las familias que están en similares situaciones, dijo que “hay que luchar y mirar para adelante. En mi caso, no sentí bronca, ni impotencia, sino tristeza, porque sé de las limitaciones que tiene y va a tener mi hija. Pero también me di cuenta que hay que luchar, que la vida es el día a día y nadie dijo que iba a ser color de rosa…”.

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