Familias que luchan pero siguen adelante. Esta semana, la historia de Celia Fernández

Celia Adelina FernándezEl Observador publica desde hace varios años, historias de vida de familias que fueron y son ejemplo de lucha, esfuerzo y fortaleza y de personas que tuvieron obstáculos en el camino y que con deseos de superación, pudieron sobrellevar esas dificultades propias que la vida les deparó. Esta semana dialogamos con Celia Adelina Fernández (53 años), oriunda de Algarrobitos II, pero que está radicada en Crespo desde 1971. Cuando tenía apenas 3 años, sufrió de meningitis, que le afectó de por vida, severamente su movilidad. Hace 23 años, quedó embarazada, pero perdió a su hija, antes de nacer.

Celia recuerda así parte de su vida: “Mis padres, que ya fallecieron, tuvieron 20 hijos. Yo nací el 23 de octubre y cuando era muy chica, tuve un ataque de meningitis. Mi madre me contó que tenía vómitos y fiebre, por lo que me llevaron al hospital, me revisaron y me enviaron nuevamente a mi casa. Pero a las pocas horas, mi situación empeoró y enseguida me derivaron a Paraná. En ese tiempo, había solamente 100 camas para la internación y al ver mi cuadro, a los pocos minutos los médicos me dejaron sola en un rincón, apartada, porque no sabían la enfermedad que tenía. Finalmente se comprobó que era meningitis, que es una enfermedad que puede provocar una lesión cerebral y de otros órganos. Progresa con mucha rapidez, por lo que el diagnóstico y tratamiento precoz es importante para prevenir secuelas severas y la muerte. Los síntomas más frecuentes son dolor de cabeza, rigidez de la nuca, fiebre, intolerancia anormal a la luz o a los sonidos y trastornos de la conciencia. A menudo, especialmente en niños pequeños, sólo se presentan síntomas inespecíficos, tales como irritabilidad y somnolencia. Mi madre luchó para sacarme adelante, porque había quedado de tal forma, que todos pensaban que me iban a sacar en una silla de ruedas. La meningitis me había afectado gravemente el brazo y la pierna, pero el médico que me atendió, tenía mucha fe de que iba a salir adelante y lo logró, porque me estaba recuperando. Después de mucho tiempo de estar internada, me dieron el alta, pero tenía que volver al hospital para hacer el proceso de rehabilitación. Como mi familia tenía pocos recursos, no me llevaron más y el pie y el brazo, que habían tenido una mejora, se fueron empeorando”.

Hoy, esta crespense tiene dificultades para desplazarse, pero no duda en afirmar que “tengo los 5 sentidos en perfecto estado y como puedo, trato de realizar tareas y hasta me capacité en cerámica y en tejidos. Siempre he intentado salir adelante. En la escuela primaria fui hasta 4° grado, lo que me permitió aprender a leer y escribir y en Crespo, tuve la posibilidad de ir al IMEFAA (Instituto Municipal de Expresiones Folklóricas, Artesanales y Artísticas), donde aprendí a hacer distintos trabajos, todo con una mano”.

Sobre la posibilidad de un mejoramiento de su condición física, la mujer explicó que “he consultado a médicos, que me dicen que hay posibilidades, pero ésta es una secuela, que la tengo que llevar por el resto de mis días”.

Su ingreso económico está basado en una pensión por discapacidad y le ayuda a su hermana en los quehaceres de la casa, con lo cual solventa algunos gastos más de la vida diaria.

Finalmente dijo que “hay veces que el brazo lo pongo a hacer muchas cosas y me empieza a doler. Mi dificultad está en el lado derecho y por la misma exigencia, en la pierna izquierda también tengo algunas molestias. A pesar de todas estas dificultades, sigo adelante. He tenido duros golpes en la vida, como haber perdido a una hija, pero con fe y esperanza, se puede salir. Soy católica, participo de las misas todos los sábados y doy gracias a Dios por la oportunidad de seguir viviendo…”.